IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
RESEÑA: Diego Parente, Del órgano al artefacto. Acerca de la dimensión biocultural de la técnica, La Plata, Edulp, 2010
Autor/es:
CARRERA AIZPITARTE, MARÍA LUCIANA
Revista:
revista de filosofía y teoría política
Editorial:
UNLP
Referencias:
Año: 2013 p. 133 - 136
ISSN:
0328-6223
Resumen:
Reseña Diego Parente, Del órgano al artefacto. Acerca de la dimensión biocultural de la técnica, La Plata, Edulp, 2010, 257 pp. En medio de la discusión contemporánea sobre los peligros del acelerado desarrollo tecnológico y el agotamiento de los recursos energéticos, sobre la dependencia creciente de las sociedades respecto de los avances científico-técnicos y sobre la inversión de capitales destinados a mantener y fomentar esos dispositivos, esta obra de Diego Parente intenta mostrar la importancia de una reflexión filosófica sobre los caracteres esenciales que han adquirido los sistemas tecnológicos, a fin de comprender sus alcances y pensar estrategias para la democratización de sus espacios de decisión. El autor señala cómo, actualmente, la tecnología se organiza en sistemas de carácter relacional, híbrido y reticular, que determinan un tipo de ambiente tecnológico donde los factores puramente instrumentales confluyen con factores socio-políticos, económicos, militares, científicos y naturales, alcanzando una multiplicidad que desborda los binomios clásicos usuario-herramienta y problema-solución, y vuelve inadecuados los marcos conceptuales tradicionales que permitían pensar a la técnica como un fenómeno unitario. En efecto, la tesis que atraviesa la obra sostiene que la comprensión de la técnica como mero recurso adaptativo, como instrumento intrínsecamente neutro o como entidad autónoma respecto de los usuarios – los tres enfoques discutidos por el autor – son insuficientes para comprender la intersección de tecnología y cultura que ponen en juego las redes sociotécnicas contemporáneas. A su vez, la acelerada evolución de estas redes vuelve obsoleto o altera el contenido de conceptos aparentemente universales, como “necesidad básica” o “adaptación al medio”. Por tanto, la propuesta de Parente es desarrollar una interpretación biocultural capaz de integrar la génesis biológica de la tecnicidad humana con la multiplicidad de dimensiones que ésta abre, y pensar la historia evolutiva de los artefactos junto con la historicidad propia de las sociedades humanas. La argumentación de esta tesis se desarrolla en dos partes: en la primera el autor lleva a cabo un recorrido por los autores, supuestos y conceptos de tres concepciones clásicas acerca del problema de la técnica, con la intención de mostrar la insuficiencia de sus vocabularios cuando se los aplica a la comprensión del ambiente tecnológico actual. El primer capítulo está dedicado a la concepción protésica, interpretación que supone que los artefactos surgen como una prótesis destinada a suplir una carencia biológica originaria de la especie humana o bien a extender el equipamiento que ya se posee, claramente deficiente en relación a otras especies. Sin embargo Parente señala que estos supuestos, es decir, las nociones de déficit originario y compensación protésica, la idea de necesidad como factor desencadenante de la fabricación de artefactos, y la asociación entre instrumento y órgano a la hora de entender el diseño, son difícilmente aplicables para explicar la aparición y el carácter de dispositivos técnicos que exceden las necesidades asociadas con la supervivencia, como la escritura, el automóvil, los instrumentos musicales, etc. De hecho, dado que cada herramienta aparecida en el desarrollo evolutivo de la especie trae consigo un excedente respecto de su función específica, no sólo en lo referente a las características físicas del objeto, sino también en relación a la comunidad de usuarios, ampliando sus posibilidades y generando nuevas prácticas sociales, el ámbito tecnológico registra una diversidad y posee una influencia en el curso de las sociedades humanas que no se registraría en caso de que la técnica se restringiera simplemente a suplir carencias biológicas. El segundo capítulo analiza la concepción instrumentalista, que asume la idea del desarrollo técnico como una carrera progresiva hacia mayores niveles de dominio humano sobre las limitaciones impuestas por la naturaleza. En este caso, la obsolencia de su marco conceptual se revela en la consideración del artefacto como un medio carente de toda valoración ajena a la eficiencia y la eficacia, que depende totalmente del control voluntario del usuario y es producido para la satisfacción de fines determinados. En contraposición con esta imagen, el autor muestra que la multidimensionalidad de las tecnologías actuales impide prever todas las consecuencias de su funcionamiento e identificar usuarios individuales capaces de poner en marcha o detener esos mecanismos, al tiempo que obtura la posibilidad de pensar su producción en términos de una neutralidad ajena al entorno social humano. Este tipo de consideración acerca de la influencia social de la técnica es tratada con especial énfasis en la concepción sustantivista, analizada en el tercer capítulo a partir de los desarrollos de Martin Heidegger y Langdon Winner. En efecto, en los trabajos de ambos pensadores aparece la preocupación por el modo en que el despliegue tecnológico modifica sustancialmente la configuración de las sociedades, y si bien se señala la necesidad de pensar modos de intervención, se sostiene al mismo tiempo que es la tecnología moderna la que domina al hombre y ya no al revés. Parente señala que entre los supuestos de estas interpretaciones gravita la imagen del ambiente tecnológico como una entidad completamente autónoma respecto de la agencia humana, lo que imposibilitaría la adscripción de responsabilidad individual y colectiva en referencia a las consecuencias negativas de la puesta en marcha de ciertos dispositivos. Esto último aparece remarcado en su crítica a la noción heideggeriana de Gelassenheit y en su análisis de la noción de “tecnología autónoma”, desarrollada por Winner. Allí Parente sostiene que los sistemas tecnológicos dependen efectivamente de agentes humanos para su creación y funcionamiento, de modo que es posible y necesario pensar un marco de acción política capaz de regularlos. La segunda parte de la argumentación reúne los resultados alcanzados en este recorrido crítico y presenta la propuesta del autor en respuesta a los planteos tradicionales. La exposición se articula en tres secciones a lo largo del cuarto capítulo: en la primera se repasa la génesis biológica de la técnica para dar cuenta de la relación originaria de los artefactos con el medio cultural humano y para trazar una distinción entre ésta y los recursos adaptativos técnicos de otras especies. En este marco Parente propone el concepto de instrumentalidad de nivel II, que permite explicar el camino seguido por nuestra especie desde la aparición de las primeras herramientas a partir del surgimiento de la inteligencia técnica, esto es, “un tipo de inteligencia planificadora sustentada en el diseño como práctica colectiva enmarcada en una cultura” (p. 241). La segunda sección repasa esta relación entre técnica y cultura mostrando en qué medida incluso los artefactos más simples son portadores de referencias a una tradición y a las prácticas sociales de la comunidad en la que surgen, al tiempo que amplían el horizonte de sentido de ese grupo. Finalmente, la tercera sección acompaña esta interpretación biocultural con una descripción de los caracteres que determinan a los sistemas tecnológicos contemporáneos – relacionalidad, hibridez y reticularidad –, para concluir con la propuesta de una interpretación reticular que supera la imagen de la técnica como un agregado de artefactos particulares y permite una visión integradora de los múltiples aspectos implicados. Por todo esto podríamos afirmar, como señala Maliandi en su prólogo, que esta obra se presenta como una metateoría, como una discusión crítica sobre los léxicos filosóficos referidos a la técnica que concluye con la propuesta de un léxico nuevo. Sin embargo, creemos que, al modo de los artefactos, su recorrido abre un espacio más. En efecto, presenta un panorama que sitúa al lector en la discusión contemporánea y, aun cuando no señala cómo podrían conformarse los espacios democráticos de los que habla, aporta elementos para comprender las dimensiones del fenómeno sobre el que la reflexión debe pensar – cada vez con mayor urgencia – esa intervención. Luciana Carrera Aizpitarte (UNLP -IdIHCS-CONICET)