ISHIR   22111
INVESTIGACIONES SOCIO-HISTORICAS REGIONALES
Unidad Ejecutora en Red - UER
congresos y reuniones científicas
Título:
Tradiciones políticas y orientación popular (Jujuy, 1958-1964) Liderazgos en disputa en tiempos de proscripción
Autor/es:
ADRIANA KINDGARD
Lugar:
San Carlos de Bariloche
Reunión:
Congreso; XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia; 2009
Institución organizadora:
Universidad Nacional del Comahue-Centro Regional Bariloche
Resumen:
En Jujuy, caído el gobierno peronista tras el golpe de facto de setiembre de 1955, las nuevas reglas del juego político impuestas por las fuerzas armadas se erigieron en estructura de oportunidades políticas para la emergencia de un liderazgo provincial destinado a perdurar. De nutrida trayectoria en las filas del radicalismo, Horacio Guzmán -quien había asumido la jefatura partidaria local en los adversos años de la abrumadora hegemonía peronista- adquiriría en la nueva coyuntura un rol político central, perfilándose como un rival digno de ser tenido en cuenta por el peronismo proscripto. Ya desde los últimos años del régimen depuesto, Guzmán se había alineado en las filas frondizistas y así, tras la escisión definitiva del partido hacia finales de 1956, encabezó en Jujuy la llamada Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), siendo miembro del Comité Nacional. Apuntalado electoralmente tras asumir funciones públicas de índole social encomendadas por el régimen de facto, Horacio Guzmán se consagraba gobernador de Jujuy en los comicios generales del 23 de febrero de 1958, imprimiendo un sesgo marcadamente popular a su gestión, echando mano a un repertorio de políticas sociales que más allá de la reciente experiencia peronista- hundían raíces en la larga tradición reivindicativa del yrigoyenismo local: la protección del trabajador azucarero y la atención a la cuestión de la tierras altas jujeñas. De hecho, la medida en que el nuevo caudillo se aprestaba a disputar un terreno abonado ya por sus principales adversarios políticos, se evidenció de modo privilegiado en las gestiones que derivaron en el traspaso a propiedad del Estado provincial de los latifundios norteños expropiados por Perón una década atrás, haciendo incluso entrega de algunos predios a los pobladores de la Quebrada y Puna.
De forma paralela -y estimulado en parte por el desafío de aquel caudillismo en ciernes- la escena política jujeña asistiría a la consolidación del liderazgo de quien, ya en los últimos años del régimen depuesto, se perfilaba como uno de los herederos del que había dejado vacante Miguel Tanco, protagonista clave en la conformación y conducción del peronismo norteño. Así, en los insterticios dejados abiertos por las erráticas reglas electorales del régimen, se afianzaba la gravitación de José H. Martiarena sobre el movimiento proscripto. El Partido Blanco de los Trabajadores, por él fundado, canalizaría los intentos del peronismo local de participar del juego político, eludiendo la proscripción. La existencia de fuertes personalismos venía siendo ingrediente importante de la tradición política jujeña. Reflexionar sobre la medida en que el alto nivel de confrontación interpartidaria y el obstruccionismo orientado al conflicto institucional habían llegado a ser elementos constitutivos de la cultura política local es uno de los intereses centrales del presente trabajo.