INVESTIGADORES
IÑIGO CARRERA Nicolas
capítulos de libros
Título:
La clase obrera y la alternativa parlamentaria (1932 – 1936): el Partido Socialista
Autor/es:
NICOLÁS IÑIGO CARRERA
Libro:
El Partido Socialista en Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo
Editorial:
Prometeo Libros
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2005; p. 249 - 272
Resumen:
Presenta resultados de una investigación acerca de la alternativa política planteada desde y hacia los trabajadores por el partido Socialista en la primera mitad de la década de 1930. Se incribe en una línea de investigación acerca de las estrategias que se dio la clase obrera argentina en las décadas de 1930 y 1940, como momento del ciclo que, en nuestra hipótesis, comenzó con los años ‘30 y finalizó a mediados de los ‘70. Se localiza dentro del período de la historia del capitalismo argentino caracterizado por el desarrollo del capital industrial. Se describen diferentes instrumentos de lucha utilizados por quienes adscribían al partido Socialista entre 1932 y 1936. En la esfera de las relaciones de fuerza internacionales, el momento se caracteriza por la consolidación de la pertenencia a la cadena de países dependientes del imperialismo inglés, pero el surgimiento del fascismo da lugar a alineamientos que atraviesan la rela­ción de fuerzas política. En el campo de las relaciones políticas, la crisis del siste­ma electoral se hace evidente con el golpe militar de 1930 y esa evidencia se prolonga en la pros­crip­ción de los candidatos y la abstención del partido electoralmente más numeroso y la utilización del fraude electoral. La gran burguesía argentina controla el gobierno, para implementar las políticas necesarias a sus intereses en las nuevas condi­ciones mundiales. La expansión del capitalismo en extensión no se manifiesta aún en el campo de las relaciones políticas como proceso de creciente ciuda­danización (lo que ocurrirá posteriormente) y el momento que estamos considerando (1930-1936) se caracteriza por el predominio del movimiento de repulsión del pueblo de las instituciones políticas, la utilización abierta de la fuerza armada y la posibilidad de que distintas líneas de conflicto desembocaran en abiertas “guerras civiles”. Justamente a mediados de la década de 1930 varios hechos apuntan a señalar un punto de torsión en el proceso de incorporación al sistema institucional politico (el fin de  la abstención electoral radical ante el fracaso en recupe­rar el gobierno por las armas constituye un término de unidad de los cuadros políticos de la burguesía incluyendo los radi­cales sobre la base de la exclusión del radicalismo del ejecuti­vo nacio­nal, el cambio en la conducción de la Confederación General del Trabajo, la expresión de alianzas sociales en las políticas de alianzas electorales como el intento por constituir un Frente Popular, y las divisiones y/o reorganización en las organizaciones políticas populares y los cambios en las políticas de los partidos internacionales como la iglesia católica y la masonería). Entre 1930 y 1935 es posible señalar, como hipótesis, la existencia de dos fases diferentes, en la medida en que, a partir de febrero de 1932 el ejercicio del gobierno del estado requerirá de una legitimacion electoral y los partidos de la oposición oficial accederán al parlamento: la primera de gobierno militar, la segunda de gobierno surgido de elecciones.      La segunda fase mejoró las condiciones para el desarrollo de una alternativa de participación en el sistema electoral y la lucha parlamentaria, que tuvo su mayor (aunque no la única) expresión, entre las organizaciones políticas que se reivindicaban de la clase obrera, en el partido Socialista, donde históricamente, incluso durante la fase 1930-31, había prevalecido la adscripción a la via parlamentaria para, gradualmente, reformar la sociedad hasta alcanzar una sociedad no capitalista. La negativa de los socialistas a participar en el levantamiento cívico militar encabezado por el general Uriburu, aunque aceptaran públicamente su inevitabilidad, y, posteriormente de los intentos radicales por recuperar el gobierno por las armas (aunque alguno de sus máximos dirigentes estuvo involucrado en alguno de ellos), refirmaron esa adscripción a la lucha electoral y el rechazo previa discusión en el Comité Ejecutivo) no sólo del instrumento del levantamiento militar sino también de la lucha callejera. Convocadas las elecciones de fines de 1931 el partido Socialista, sin duda beneficiado por la proscripción y abstención radical, pero también como resultado de la construcción de una fuerza política propia, obtuvo 22 diputados por la Capital, 14 por Buenos Aires, 5 por Córdoba, 2 por Mendoza y 1 por San Luis, y los dos senadores porteños. Entre 1931 y 1935 ganó diputaciones y senadurías provinciales en varios distritos (entre ellos en Tucumán, Córdoba y Mendoza), y muchas concejalías y gobiernos municipales no sólo en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires sino también varias provincias y en los Territorios Nacionales, donde hubo municipios socialistas desde Santa Cruz (Puerto Deseado) hasta el Chaco y Misiones. La consideración de la lucha parlamentaria y electoral, remiten directamente a uno de sus rasgos en aquel momento histórico, que es el uso de armas (que, obviamente no debe confundirse con el uso de fuerza armada) en la lucha electoral, y en las confrontaciones callejeras, especialmente con los autoproclamados “nacionalistas”. Desde del tiroteo en Parque Patricios (diciembre de 1932) el partido Socialista había anunciado públicamente su decisión de defenderse y lo puso en práctica después del asesinato del diputado provincial José Guevara en Córdoba, el 28 de septiembre de 1933. De manera que se formaron grupos de afiliados socialistas, armados e instruidos en el uso de armas, con el objetivo de defender sus “locales, el derecho de palabra y la libertad electoral”. Esto dio lugar a tiroteos protagonizados por los socialistas en actos comiciales en la provincia de Buenos Aires (como por ejemplo en Campana en noviembre de 1933 y en La Matanza en marzo de 1934) y en la defensa del gobierno municipal socialista (por ejemplo en Godoy Cruz, Mendoza, en marzo de 1934). También debe considerarse dentro de este tipo de acciones la participación de los socialistas santafesinos en la defensa con acciones callejeras y huelga general del gobierno de Luciano Molinas en 1935 y de los socialistas sanjuaninos (aprobada a posteriori por el Comité Ejecutivo Nacional) en el “complot” del 21 de febrero de 1934, dirigido a deponer y asesinar al gobernador de San Juan, Federico Cantoni.