INVESTIGADORES
GUERRERO Sergio Adrian
capítulos de libros
Título:
Entamoeba histolytica
Autor/es:
MARÍA C. LURÁ ; DANIEL BELTRAMINO; CÉSAR E. GUTIÉRREZ; SERGIO A. GUERRERO
Libro:
Microbiología Biomédica (Bacteriología, Micología, Virología, Parasitología, Inmunología).
Editorial:
Atlante
Referencias:
Lugar: CABA; Año: 2014;
Resumen:
Los parásitos que pertenecen al género Entamoeba son organismos eucarióticos unicelulares, que se caracterizan por su movilidad a través de seudópodos. Durante su ciclo de vida, pueden ser identificados dos estadios: trofozoítos y quistes. Parasitan toda clase de vertebrados, unos pocos invertebrados y posiblemente otros eucariotas unicelulares. De las varias especies de este género, seis se han descrito como residentes del lumen intestinal humano: Entamoeba histolytica, E. dispar, E. moshkovskii, E. poleki (también llamada E. chattoni), E. coli, y E. hartmanii. De estas especies, sólo E. histolytica se ha asociado con patologías en seres humanos; en tanto que el resto de las especies son consideradas no patógenas. Por tal razón, E. histolytica es el protozoo más significativo del grupo; tiene distribución cosmopolita e infecta predominantemente al hombre, quien constituye su reservorio. Fue descrita por primera vez en 1875 por Lösch, en Rusia, quien la detectó en las heces disentéricas de un paciente. Sin embargo, la evidencia clínica de la asociación de este organismo con la disentería recién fue informada, por Councilman y LaFleur, en 1891. Dos años más tarde, Quincke y Roos describieron por primera vez la forma quística; no obstante, fueron Schaudinn en 1903, y posteriormente Walker (1911), quienes le dieron el nombre por el que aún se la conoce. Durante muchos años se observó que a pesar de que un gran número de personas se hallaban infectadas con este parásito, solo un pequeño porcentaje desarrollaba enfermedad. Este hecho fue motivo de una gran controversia, ya que algunos suponían que la patogenicidad del parásito, y por ende su capacidad de producir síntomas, dependía de factores tales como la susceptibilidad del huésped o de su flora intestinal. Otros, en cambio, consideraban que existían dos especies diferentes, una patógena para el ser humano y otra que no lo era. Brump, en 1925, denominó a esta última Entamoeba dispar. En 1961 fueron cosechados los primeros trofozoitos cultivados axénicamente y, en 1978, Sargeaunt y Williams, sobre la base de patrones específicos de cuatro isoenzimas: glucosa-6-fosfato isomerasa, fosfoglucomutasa, malato deshidro-genasa y hexoquinasa lograron diferenciar en E. histolytica, cepas patógenas y no patógenas. En 1989, Tannich y col., utilizando sondas de ADN, hallaron diferencias genómicas entre ambas cepas, corroborando esa suposición.    Como resultado de datos bioquímicos, genéticos e inmunológicos, E. histolytica fue reclasificada (1993), habiéndose reconocido la existencia de dos parásitos de humanos genéticamente diferentes y morfológicamente iguales: E. histolytica, agente etiológico de las amebiasis intestinales invasoras y de los cuadros extraintestinales y E. dispar, parásito intestinal no patógeno al que, hasta la fecha, no se le ha demostrado capacidad para invadir tejidos. Recientemente, se ha reportado la presencia de E. moshkovskii en humanos que habitaban diferentes partes del mundo, tales como Estados Unidos, Italia, Irán, Turquía, Bangladesh, India y Australia. Las características morfológicas de esta especie también son indistinguibles de E.histolytica y E.dispar. Este parásito, descrito por primera vez como un organismo de vida libre y considerado como un comensal, según evidencias recientes podría ser responsable de enfermedad intestinal humana. Su posición taxonómica todavía no se conoce con exactitud; parece ser un complejo de por lo menos dos especies. De igual modo, su patogenicidad y su epidemiología se desconocen. La redescripción de E. dispar y la recuperación de E. moshkovskii, morfológicamente indistinguibles de E. histolytica al microscopio óptico, implica la necesidad de utilizar métodos diagnósticos que permitan diferenciar estas tres especies, sobre todo porque E. dispar parece ser más común que E. histolytica y ésta se considera como la única especie patógena del género Entamoeba. El advenimiento de las tecnologías moleculares y sus avances han estimulado a los investigadores a desarrollar nuevas técnicas de diagnóstico para diferenciarlas.