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La morfología craneofacial mongoloide es definida clásicamente por la presencia de caras aplastadas, neurocráneos globulares y braquicéfalos, narices y órbitas altas, cigomáticos macizos y altos y dentición sinodonte. Una vez evolucionados en Asia estos rasgos comienzan a dispersarse hacia América y actualmente se observan con frecuencia variable en las poblaciones del Nuevo Mundo. Se ha sugerido que la aparición de este conjunto de rasgos sería una respuesta adaptativa al clima frío predominante en el este asiático durante el último máximo glacial. Por otro lado se sugiere que factores estocásticos como la deriva o la migración, sumados a las constricciones evolutivas determinadas por la integración morfológica, podrían ser también responsables de la evolución de algunos o todos ellos. Se trabajó sobre una base de datos de coordenadas de landmarks en 2D obtenidas a partir de fotografías digitales de los cráneos en diferentes normas. Su cobertura geográfica abarca 18 grupos europeos, asiáticos y americanos. Para determinar la importancia relativa de la deriva genética y la selección natural en la variabilidad observada se aplicó el modelo de Lande (1979), según el cual la cantidad de divergencia en rasgos morfológicos entre grupos producida por DG será proporcional a la cantidad de variación en la población ancestral (Russell Lande, 1979) Así, el accionar de la deriva puede evaluarse al comparar los patrones de variación intra versus inter-grupal a lo largo de las poblaciones del este asiático y americanas estudiadas mediante morfometría geométrica, con el fin de determinar si ambos patrones son proporcionales. Entender las causas evolutivas de la mongolización permitiría dilucidar qué tipos de procesos adaptativos, biológicos o culturales, contribuyeron a la exitosa expansión de nuestra especie durante el Holoceno y cómo estos rasgos se dispersan por el continente Americano.

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