INCIHUSA   20883
INSTITUTO DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y AMBIENTALES
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
Diseño Urbano y Clima Urbano. Un estudio para la ciudad de Mendoza
Autor/es:
ERICA CORREA
Editorial:
DUNKEN
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2009 p. 208
Resumen:
En los albores del tercer milenio existe consenso ecuménico respecto a que la sociedad humana se encuentra en un derrotero insostenible. Este involucra las problemáticas interrelacionadas sociales, económicas y ambientales. Se coincide en que, de no mediar drásticos cambios, se estará confrontando una crisis global sin precedentes con consecuencias que significarán un deterioro profundo y duradero de la condición humana sobre la Tierra. Globalmente, los sectores científicos y los líderes sociales más informados han imaginado un arco  de visiones alternativas que cuestionan si la especie humana podrá diseñar e implementar a tiempo los cambios indispensables para alcanzar los nuevos paradigmas. “Nos encontramos en un momento crítico en la historia de la Tierra, un tiempo en que la Humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se hace crecientemente interdependiente y frágil, el futuro presenta al mismo tiempo, gran peligro y gran promesa. Debemos unirnos para materializar una sociedad global sostenible fundada en el respeto a la naturaleza, a los derechos humanos universales, a la equidad económica y a una cultura de la paz. Hacia este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad de unos a otros, a la gran comunidad de la Tierra y a las generaciones futuras”, (Earth Charter, 2000). Un cambio sustancial es imperativo para una sociedad sostenible; un cambio al que las generaciones venideras, (si hubiera un futuro  viable para ellas), pudieran reconocer como la época en que hemos  comenzado  a transitar hacia el paradigma sostenible; hacia la “Gran Transición”.  (The Great Turning). ( Korten, 2006). La  magnitud y complejidad del cambio puede inducir  todavía a muchos a un total escepticismo, considerando que se trata de una utopía. Otros, pocos pero poderosos,  se opondrán al cambio defendiendo intereses sectoriales, pero la humanidad no tiene alternativas: o se alcanzan las metas de sostenibilidad o se continúa en este camino insostenible. (Dresner, 2002). Es evidente que el estado actual de la Tierra y sus pobladores, presenta un mundo en crisis, cuyo deterioro en muchos aspectos se ha profundizado, principalmente debido al aumento exponencial de la población mundial y a la implementación global de un modelo económico que propone al crecimiento como única estrategia para auto-sostenerse, ignorando las necesidades básicas de los seres humanos, la equidad social, la  finitud  de los recursos naturales y la capacidad portante del planeta. Los resultados son conocidos: el aumento de la pobreza, las diferencias en la calidad de vida entre los que más y los que menos tienen, el agotamiento de recursos naturales no renovables, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación de los medios terrestres, marítimos y atmosféricos. Sin embargo, la “Gran Transición” ya ha comenzado. Por una parte, reuniones científico-políticas internacionales para tratar la crisis ambiental han jalonado las últimas cuatro décadas.  Por la otra, el sector científico-tecnológico se ha movilizado para generar y  transferir conocimientos y tecnología. Cobran especial  importancia los relacionados con el  hábitat y la energía. El hábitat es, sin lugar a dudas, el que produce los impactos acumulativos más profundos y duraderos sobre los ecosistemas naturales. Las ciudades modifican en forma permanente el medio natural y las poblaciones urbanas tienen tasas de crecimiento varias veces superiores  a la de población general. En cuanto a la energía es el flujo que permite el funcionamiento de la  civilización.  Las ciudades operan consumiendo ingentes cantidades de energía para los edificios, el transporte y la industria.  Entre las variables que condicionan el consumo de energía en el sector edilicio es fundamental el clima natural porque afecta significativamente a las necesidades de acondicionamiento térmico, iluminación y calentamiento de agua.  A su vez, la morfología urbana modifica al clima natural generando un microclima cuyas características son complejas y heterogéneas sobre toda la estructura  de una ciudad.  Además, dado que el clima urbano condiciona significativamente la demanda de energía, resultan también  modificados los patrones de consumo de energía convencional, ya próxima a su agotamiento. La manifestación más notable del clima urbano respecto al clima natural es el aumento de las temperaturas urbanas hasta valores considerables. El fenómeno es conocido como “isla de calor urbana”. Sabemos que las ciudades pueden ser diseñadas para minimizar consumos  energía y mejorar  la calidad de vida de sus pobladores. Para ello es indispensable profundizar el conocimiento, modelizar,  diagnosticar y predecir los comportamientos ambientales y energéticos de los medios urbanos con vistas a lograr ciudades sostenibles. La mayor parte de tales estudios se está  realizando en ciudades del hemisferio norte, aunque  han comenzado a desarrollarse en de América Latina, especialmente en Brasil, Chile y Argentina. Para nuestro país y de nuestra región, existen escasos antecedentes.  En este contexto, la investigación realizada por la Dra. Ing. Erica Norma Correa sobre el clima urbano del Área Metropolitana de Mendoza es de absoluta pertinencia, dada la escala del conglomerado, su crecimiento no planificado y las presiones que impone el clima natural, lo que demanda  urgentes medidas para proteger la calidad ambiental y el suministro de energía desde la  planificación, el diseño y la gestión de las estructuras urbanas. La labor realizada adquiere  singular relevancia dada la cantidad y calidad  de la información notable en lo cuantitativo: con 46.368 datos de mediciones itinerantes y 1.213.440 de mediciones fijas, registradas en campañas realizadas por la autora. A esto se suman los registros de radiación solar obrantes en el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA) y la información aportada por el Servicio Meteorológico Nacional y la Dirección Provincial de Catastro de Mendoza. El análisis riguroso de los datos obtenidos “in situ” ha sido complementado por estudios meticulosos, metodológicamente inobjetables, de problemáticas acotadas relacionadas con la isla de calor urbana: el factor de visión de cielo, la incidencia de la isla de calor en las cargas térmicas de los edificios en ambas estaciones extremas, el impacto de los espacios verdes y arboledas urbanas y las características de las superficies duras que definen los cañones urbanos en cuanto a albedos y masa térmica expuesta. La gran cantidad de datos sumada a su análisis minucioso garantiza la confiabilidad de sus propuestas. El libro así constituye una invitación y un desafío para  profesionales y políticos, concientes de los graves problemas que nos plantea el futuro y su aporte abre el camino hacia la “Gran Transición” en nuestra ciudad.                                                                                                                  Mgr. Arq. Carlos de Rosa Investigador Principal INCIHUSA - CONICET