INCIHUSA   20883
INSTITUTO DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y AMBIENTALES
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
Lenguaje, cognición y cerebro
Autor/es:
ADOLFO M. GARCÍA; VERÓNICA ORELLANO; VIRGINIA JAICHENCO; ALEJANDRO WAINSELBOIM
Editorial:
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo y Sociedad Argentina de Lingüística
Referencias:
Lugar: Mendoza; Año: 2012 p. 244
ISSN:
978-950-774-218-7
Resumen:
En algún planeta lejano, hace ya mucho tiempo, un zorro supo revelarle a un niño que ?lo esencial es invisible a los ojos?. La sentencia quedó inmortalizada en El Principito, de Antoine De Saint-Exupéry, pero perfectamente podría oírsela en cualquier discusión contemporánea y terrenal sobre el estudio mentalista del lenguaje. El lenguaje humano, en tanto sistema cognitivo, no puede observarse directamente. Tanto las representaciones (p. ej., fonemas, morfemas y lexemas) como los subsistemas (p. ej., la gramática y la semántica) que lo integran son intangibles e inmateriales. Son, literalmente, invisibles. Sin embargo, las ciencias empíricas que se ocupan del estudio de la mente (en particular, la Lingüística Cognitiva, la Psicolingüística y la Neurolingüística) se sirven de tales constructos de manera constante y acaso ineludible. Un interrogante clave, entonces, es el siguiente: ¿cómo se sustenta una ciencia empírica que se refiere a entidades inobservables? Cada una de las disciplinas mencionadas ofrece una respuesta diferente. La Lingüística Cognitiva presupone que la detección de recurrencias y divergencias en el análisis de textos escritos, orales o señados permite inferir aspectos de la organización del sistema mental que los produjo. En otras palabras, la Lingüística Cognitiva considera el resultado último y observable del procesamiento lingüístico para determinar cómo se organizan los mecanismos abstractos subyacentes. La Psicolingüística, en cambio, se encarga de estudiar la mente a través de la medición de la conducta. Así, por ejemplo, el esfuerzo cognitivo implicado en el procesamiento de una tarea lingüística o la accesibilidad relativa de una representación lingüística pueden precisarse según los patrones de movimiento ocular de los sujetos o la velocidad con que estos presionan una tecla. La Psicolingüística, además, se sirve de los datos provistos por evaluaciones offline (algunas realizadas con lápiz y papel), y se nutre de la evidencia provista por diversas técnicas que indagan lo que sucede a nivel cerebral. La Neurolingüística comparte muchos de los métodos de la Psicolingüística. No obstante, se distingue por prestar especial atención a los correlatos cerebrales de los procesos lingüísticos. La evidencia del neurolingüista proviene, entre otras fuentes, de la observación de qué regiones cerebrales se activan al realizarse cierta tarea (p. ej., lectura de oraciones) y qué componentes neurofisiológicos se vinculan adeterminados fenómenos lingüísticos (p. ej., reconocimiento de anomalías semánticas). También es clave para la Neurolingüística establecer correlaciones entre áreas cerebrales lesionadas y disfunciones lingüísticas selectivas. Los neurolingüistas, por lo general, coinciden en que aquello que llamamos ?mente? no es sino un conjunto de estructuras y procesos neurobiológicos, es decir, físico-químicos. Dadas las diferencias ontológicas entre los tipos de datos que considera cada una de estas disciplinas, los métodos que las caracterizan presentan rasgos distintivos. Así, por ejemplo, en la Lingüística Cognitiva no suele haber experimentación, sino que las investigaciones se centran en el análisis de diversos córpora. En cambio, la Psicolingüística y la Neurolingüística se erigen sobre el diseño de experimentos controlados, en los que se manipulan variables vinculadas con la muestra, los estímulos y las tareas administradas. Por otra parte, la mayoría de los experimentos en dichos campos son descontextualizados, mientras que las unidades de análisis de la Lingüística Cognitiva se estudian en relación con sus marcos textuales y socioculturales. La Primera Parte de este volumen reúne cinco investigaciones inscriptas en la Lingüística Cognitiva. Tales trabajos ilustran la variabilidad de perspectivas teóricas de la disciplina. La Lingüística Cognitiva es, por ahora, un terreno de confluencia al que concurren aportes provenientes del Variacionismo Lingüístico, la Pragmática, el Análisis del Discurso e incluso de la Retórica, entre otras disciplinas. En el marco de las visiones más clásicas de la Lingüística Cognitiva, los estudios sobre metáfora (y metonimia) de Lakoff y Johnson (1980) han impactado sobre el análisis lingüístico de modo profundo, al proponer un enfoque basado en las experiencias del cuerpo y las percepciones como sostén de la constitución de los signos lingüísticos y de la mente (embodied mind). El campo es problemático y aún hoy gran parte de las afirmaciones emergentes en él esperan un escrutinio de científicos experimentales que precisen de qué modo las informaciones provenientes de dominios sensomotores se proyectan hacia dominios más abstractos del lenguaje, el pensamiento y la mente. La direccionalidad y alcance de tales proyecciones es puesta en duda en distintos modelos, como la Teoría de la Integración Conceptual de Fauconnier y Turner (2008). También se replantea la estabilidad de las proyecciones mismas (mappings) en términos de memoria (Gibbs y Cameron, 2007) y el rol de las convenciones socioculturales en tales proyecciones cognitivas. Ronald Langacker, uno de los más destacados representantes de la Lingüística Cognitiva, continúa inspirando estudios sobre diversos niveles de organización de la lengua. Según el autor, toda conceptualización de una escena (construal) se entiende en términos de procesamiento cognitivo, lo cual incluye las diversas actitudes del hablante al interpretar la situación y expresarla con recursos lingüísticos. Tal generalización es aplicable a diversos niveles de organización lingüística, desde lo fonológico hasta las conexiones discursivas (Langacker, 1987, 1991, 2002 [1991], 2008). El prolijo examen de datos empíricos del español que puede verse en la Primera Parte de este volumen confronta acusaciones peninsulares (Bernárdez, 2012) acerca de la generalización injustificada de categorías y principios de la Lingüística Cognitiva sólo a partir de términos comunes del inglés. Nuestros investigadores sopesan con eficacia el análisis de importantes cuerpos de datos del español con las hipótesis provenientes de otras latitudes. La Segunda Parte del volumen comprende siete estudios que se ubican en el vasto dominio compartido por la Psicolingüística y la Neurolingüística, con distintos grados de énfasis sobre métodos distintivos de una u otra disciplina. Aunque el estudio del lenguaje fue parte de la Psicología desde sus inicios, de la mano de Wundt (1900), la Psicolingüística emerge como campo separado a fines de los 50, gracias al impacto del trabajo de Chomsky. Chomsky mostró las deficiencias del enfoque conductista para explicar la productividad y complejidad del lenguaje. Su obra Syntactic Structures (Chomsky, 1957) proveyó mayor ímpetu a una nueva forma de investigación psicológica del lenguaje, centrada en la representación mental del lenguaje, en general, y a las estructuras sintácticas, en particular. La nueva corriente buscaba comprender la manera en que la gente logra llevar a cabo tareas lingüísticas desde una perspectiva de procesamiento de información. En el campo de la Psicolingüística, esto significa centrar el interés en los procesos cognitivos por los que una cadena de sonidos en una emisión, o una serie de símbolos en una página, se procesan con el fin de identificar palabras y oraciones, y cómo esta estructura emergente deviene en una representación mental que permite otorgarle significado. Asimismo, se intenta explicar cómo a partir de una intención comunicativa se puede generar una emisión que traduce esa intención, a través de la manipulación de representaciones lingüísticas. Una descripción del objetivo de esta disciplina es la que propone García Albea (1982: 199) y que muestra el programa general de trabajo de los investigadores del área: ?el objetivo es dar con un modelo explicativo del comportamiento lingüístico, el cual, apoyado sobre una base empírica sólida, permita determinar los distintos tipos de conocimiento que se ponen en juego, así como la formas de representación de ese conocimiento y las operaciones o procesos que se efectúan sobre el mismo?. Esto es, los psicolingüistas pretenden determinar qué clase de operaciones se llevan a cabo en la mente humana cuando comprendemos y producimos mensajes y, además, sobre qué tipo de unidades de representación se realizan. Asimismo, intentan conocer cómo se almacena y organiza la información lingüística para recuperarla en cada acto de comunicación verbal. Dado que la actividad mental no puede conocerse directamente, en la Psicolingüística ésta se infiere a través de la observación de la conducta de los individuos. Por esta razón, se trata de una disciplina netamente experimental, con un gran desarrollo de técnicas de laboratorio que están al servicio de la indagación de los procesos descriptos anteriormente. Como ya se apuntó, la Psicolingüística se apoya en el diseño de experimentos controlados. En ellos se manipula una variable lingüística independiente para controlar algunos aspectos del procesamiento del lenguaje y luego se mide el efecto de la manipulación sobre una variable dependiente, que es el foco de interés. Por ejemplo, para estudiar con un experimento el efecto de la edad de adquisición de una palabra (variable independiente) en el tiempo que tarda para ser reconocida (variable dependiente), el psicolingüista construirá dos listas de palabras. Una de ellas contendrá palabras aprendidas tempranamente y la otra, palabras aprendidas en etapas más tardías. Entonces, contrastando los valores de los resultados de ambas listas, podrá medir el efecto de la edad de adquisición sobre el tiempo de reconocimiento. Para ello deberá utilizar una tarea que permita la medición de tiempos de reacción, esto es, el tiempo que tardan los sujetos en dar una respuesta desde el momento en que aparece el estimulo, ya sea en su forma oral o escrita. Una vez que el experimento se lleva a cabo con un número suficiente de participantes, se procede al análisis estadístico de los datos para sacar conclusiones cuantitativas fundadas. Dado que la Psicolingüística se interesa por la dinámica del procesamiento del lenguaje, es importante distinguir entre las técnicas online, que miden variables que intervienen durante el procesamiento del lenguaje mientras está en curso, y las técnicas offline, que miden variables concernientes a los resultados del procesamiento. En la práctica, ambos tipos de medidas se complementan. Aunque hay gran cantidad de métodos psicolingüísticos conductuales, la mayor parte depende de ciertos supuestos básicos. Uno de ellos es la idea de que las medidas del tiempo requerido para realizar una tarea permiten hacer inferencias acerca de la complejidad del procesamiento subyacente. Si la respuesta es una fijación ocular en un estímulo o el tiempo que tarda en responder ?sí? o ?no? el sujeto, se asume que la complejidad del proceso mental se verá reflejada en la latencia de la respuesta. Sobre este supuesto se apoyan los experimentos de decisión léxica, priming cros-modal, fraccionamiento (gating), el seguimiento de movimientos oculares, la lectura a ritmo personal, la presentación visual serial rápida, entre otros, para el procesamiento de estímulos de entrada (reconocimiento y comprensión oral o escrita). Desde el punto de vista de la conducta, y en relación con los procesos de producción, se utiliza el recuento y análisis de los errores (datos offline), la denominación de dibujos y la elicitación a partir del priming (semántico, sintáctico y fonológico), entre otros. Asimismo, para contrastar los resultados conductuales, son de gran utilidad y de uso cada vez más extendido las técnicas electrofisiológicas, que miden la actividad eléctrica del cerebro usando la electroencefalografía (EEG), para registrar los potenciales relacionados con eventos (ERPs, por sus siglas en inglés) y las técnicas hemodinámicas, que miden los cambios en el flujo sanguíneo asociado con una actividad neural usando resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés). Estas técnicas forman parte del arsenal metodológico que permite explorar los mecanismos mentales del lenguaje desde una impronta neurobiológica. Por ello, además de su utilidad para la Psicolingüística, se revelan cruciales para la Neurolingüística. El estudio de las bases neurobiológicas de la conducta humana ha sido una de los principales objetivos de la Neuropsicología moderna. A partir de mediados del siglo XIX, dicho campo se vio enriquecido con la aparición de estudios que reportaban una relación entre lesiones cerebrales circunscriptas y alteraciones específicas de la conducta. Casos como el de Phineas Gage, ocurrido en 1848 (véase Damasio, 1994), y el paciente ?Tan?, descripto por Broca (1861), demostraron que la integridad estructural de regiones delimitadas de la corteza prefrontal eran fundamentales para el desarrollo de funciones tales como el control de la conducta emocional o la capacidad de producción de lenguaje. Ya en el siglo XX, el caso del paciente epiléptico H.M. (Scoville y Milner, 1957) permitió descubrir la importancia del hipocampo en la formación de representaciones declarativas nuevas. Sin embargo, el gran salto cualitativo en el análisis de la relación entre estructura y función se produjo con el desarrollo de metodologías que permitían observar el nivel de actividad del cerebro in vivo, mediante la medición del grado de consumo metabólico relativo de las diferentes regiones estudiadas. Algunas de ellas son la tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) y las técnicas de SPECT y fMRI. Desde mediados de la década de 1980, estas metodologías han permitido ampliar de manera impresionante nuestro conocimiento sobre la dinámica de funcionamiento de la corteza cerebral en sujetos normales, estableciéndose así un grado de detalle considerable en el análisis de la relación entre procesos cognitivos y anatomía cortical subyacente. Si bien los métodos de neuroimágenes funcionales basados en la medición de consumo energético han sido de enorme importancia en la Neuropsicología y la Neurolingüística de las dos últimas décadas, su baja resolución temporal (en el orden de los 2 o 3 segundos) es una limitación técnica importante, puesto que el procesamiento de información a nivel neuronal se realiza en una escala temporal del orden de las decenas a centenas de milisegundos. Por ello, la técnica de ERPs, basada en el análisis de la generación de señales electroencefalográficas específicas relacionadas con procesos cognitivos particulares, ha sido una técnica de gran importancia para el estudio de la dinámica temporal de procesamiento de la corteza cerebral. En lo que concierne a la Neurolingüística, el descubrimiento de los potenciales N400, en1980, y P600, en 1992, permitió el desarrollo de una enorme serie de estudios encaminados al entendimiento del procesamiento del lenguaje. Sin ir más allá, en el presente volumen se incluye un estudio de ERPs cuyo objetivo es entender los cambios en el procesamiento de términos verbales nuevos como consecuencia de la consolidación de la memoria. Creemos que para el lector ofrecerá un interesante ejemplo de cómo esta metodología puede aportar valiosa información para comprender los cambios dinámicos que subyacen al uso y adquisición del lenguaje. Este libro consta de doce capítulos, distribuidos en dos partes. Como ya se indicó, los primeros cinco, enmarcados en la Lingüística Cognitiva, constituyen la Primera Parte; mientras que los siete restantes pertenecen al vasto terreno compartido por la Psicolingüística y la Neurolingüística. En el Capítulo 1, Paola Alarcón Hernández desarrolla una investigación sobre el dominio conceptual PESO en el español hablado en Chile. A partir del corpus CREA, la autora analiza la polisemia de sentidos del dominio en cuestión y describe algunas de sus metáforas conceptuales, a la vez que postula una serie de categorías radiales. En el Capítulo 2, Patricia Hernández aporta evidencia a la distinción semántico-pragmática entre los marcadores en y dentro de, focalizándose en un nutrido corpus de ejemplos con las expresiones en el país y dentro del país. El estudio concluye que la preposición en manifiesta las nociones de localización y subespecificación, mientras que el relacionante dentro de funciona como configurador y visibilizador de bordes. El Capítulo 3, a cargo de Lucía Bernardi, ofrece un estudio de los valores semántico-pragmáticos de las interjecciones propias ah, ay, oh y bah desde la Teoría de los Prototipos, mediante datos extraídos de los córpora CREA y DAVIES. Estos se cotejan con las respuestas de 127 exámenes de estudiantes universitarios. Bernardi postula que las interjecciones estudiadas tienen un rasgo semántico-pragmático focal y que, dentro de éste, existe un valor focal más específico.En el Capítulo 4, desde una perspectiva diacrónica, Verónica Orellano retoma el tema del dequeísmo y sostiene, a partir de su análisis de numerosos datos de los córpora CORDE y CREA, que ambos fenómenos son manifestaciones de un mismo cambio: la adopción del nexo complejo de que, propio del español y ajeno a las demás lenguas romances. La Primera Parte concluye con el Capítulo 5, en el que Leonor Marra de Acebedo aborda una categoría semántico-pragmática (la ?definición-síntoma?) y rastrea atributos de Complejidad vs. Simplicidad en discursos periodísticos actuales. Según la autora, la complejidad formal y funcional de este tipo de definición obedece a la particular interpretación de su autor, al presentar al definido como reflejo superficial de otro fenómeno mediante perspectivas diversas. La Segunda Parte comienza con el Capítulo 6, en el que Gabriela M. Zunino analiza los resultados de diversas pruebas psicolingüísticas, diseñadas para determinar cómo los hablantes procesan relaciones de contracausalidad expresadas por las unidades pero y aunque. Los resultados indican que el procesamiento textual podría depender del momento de inserción de cada partícula conectiva (en tanto instrucción semántica) y que la influencia de las diferencias semánticas y sintácticas que surgen de la utilización de una o la otra sería distinta en tareas de comprensión vs. producción. En el Capítulo 7, Carolina A. Gattei, Alejandro Wainselboim y Luis París buscan determinar qué tan robustos son el efecto de tipo de mapeo y el efecto de jerarquía del orden semántico en el procesamiento de oraciones en el español. Para ello, los autores diseñaron una tarea de lectura con oraciones con dos tipos de verbos psicológicos. Los resultados mostraron que el tipo de mapeo y el orden de los argumentos semánticos pueden modular la comprensión de oraciones, pero que es necesario estudiar otros tipos de información para caracterizar acabadamente los procesos de integración sintáctico-semántica. En el Capítulo 8, Ma. Elina Sánchez, Martín Fuchs, Gabriela Friese y Daniela Szenkman documentan un experimento psicolingüístico cuyo objeto es investigar el procesamiento de la concordancia de número entre el sujeto y el verbo en la comprensión de oraciones con construcciones partitivas del tipo ?cuantificador + de + sustantivo en plural?. Los resultados se discuten, por un lado, atendiendo a las distintas explicaciones tradicionalmente aducidas para este fenómeno; y, por el otro, a las diferentes posibilidades de representación sintáctica de las construcciones partitivas. En el Capítulo 9, Ma. Josefina D?Alessio, Diego E. Shalóm y Virginia Jaichenco presentan los resultados de un experimento en el que se monitorearon los movimientos oculares en la lectura de oraciones que contenían verbos regulares e irregulares con frecuencia acumulada de raíz emparejada, pero en los que variaba la frecuencia superficial de la forma completa del ítem léxico. A partir del análisis de diversos indicadores, se observó que, si bien el procesamiento temprano es igual para ambos tipos de verbos, el procesamiento tardío de las formas irregulares requiere una cantidad de tiempo significativamente mayor que las formas regulares. En el Capítulo 10, Mora Maldonado, Yamila Sevilla y Diego E. Shalóm buscan determinar el tipo de incrementalidad operante durante la planificación gramatical, haciendo hincapié en las influencias de los marcos estructurales sintácticos. Para ello, analizaron las latencias y el patrón de movimientos oculares en una tarea de descripción oral de imágenes. Se manipularon las estructuras jerárquicas de las oraciones-estímulo, que incluían construcciones activas, pasivas y dislocadas izquierdas con clítico. Los resultados sugieren que la combinación del patrón de movimientos oculares con las latencias en la producción reflejaría no sólo procesos de orden lineal sino también otras operaciones estructurales que se darían en paralelo. En el Capítulo 11, Laura Kaczer, Cecilia Forcato, Ma. Eugenia Pedreira y Alejandro Wainselboim analizan el proceso de consolidación de nuevos significados verbales mediante la técnica de EEG. Los registros de revelaron la presencia de potenciales (ERPs) característicos del procesamiento lingüístico, como el ELAN, el N400 y el P600, lo cual apoya la idea de una integración semántica temprana que permite el aprendizaje del significado de los términos verbales. Por último, en el Capítulo 12, Adolfo M. García propone tres argumentos a favor de la incorporación de evidencia neurobiológica en la modelización cognitiva. Estos se ilustran mediante el análisis de postulados propios de la Lingüística Cognitiva langackeriana. Específicamente, se adopta una posición intermedia entre el dualismo y el emergentismo y se destaca el valor de los datos neurológicos para contrastar hipótesis lingüísticas y para ampliar el aparato descriptivo de los modelos cognitivos. En síntesis, Lenguaje, cognición y cerebro propone un acercamiento pluralista al estudio de los mecanismos mentales que posibilitan la comunicación verbal. Confiamos en que este libro le permitirá conocer algunos de los íntimos vínculos existentes entre los tres sistemas que le dan nombre.