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Desde los Egipcios y los Fenicios hasta nuestros días, la elaboración del vino y los espacios arquitectónicos involucrados en dicho proceso han sufrido varios cambios. Las Bodegas primitivas eran cuevas excavadas o encontradas en las laderas de las montañas; o espacios oscuros construidos con materiales de alta inercia térmica como rocas o bloques de tierra compactada. Este tipo de edificaciones continuaron albergando dicha actividad, con pequeñas variaciones constructivas o de diseño, hasta la revolución industrial. A partir del siglo XIX, el arte de la producción del vino artesanal también se industrializó. Los nuevos materiales revolucionaron los sistemas constructivos promocionando mayores luces estructurales, mayor rapidez en la obra y menores costos. Estos cambios afectaron el comportamiento térmico interior de las bodegas que dejaron de ser subterráneas (o con similares características ambientales) para construirse sobre rasante expuestas a las marcadas variaciones diarias y estacionales propias del microclima extremo de las regiones de producción vitivinícola. Como consecuencia, el consumo energético en las bodegas se incrementó en forma creciente acompañando el espíritu de la época racionalista. Hoy, esta tendencia sigue en aumento. Las temperaturas durante la fermentación se controlan dentro de los tanques mediante sistemas de serpentinas energético-dependientes. Asimismo, sistemas de mecánicos de acondicionamiento de aire son equipamiento de uso obligatorio para los espacios destinados a la crianza y guarda de vinos de calidad. En las últimas décadas, la bodega cobró simbolismo escultórico como centro de desarrollos turísticos y el proyecto arquitectónico se centró en la búsqueda de una envolvente edilicia liviana, transparente y con el menor espesor posible. Todo esto hace que la forma y la cantidad de piel en contacto con el suelo sean definitorias en el comportamiento energético. Este trabajo presenta resultados de la caracterización de distintas envolventes de bodegas mediante el análisis del intercambio interior-exterior de flujos energéticos y de la compacidad de la forma en distintas soluciones que responden a dos conceptos: la imagen high tech (mientras envolventes tradicionales todavía contienen la producción del vino) y las nuevas envolventes (nuevos diseños industriales integrales). Las tres etapas principales en la elaboración del vino (fermentación, crianza y guarda) se discuten en ambos casos desde la perspectiva de la arquitectura sustentable.