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Ensayamos formas de resistencia: nuestro cuerpo es el enclave del feminismo comopráctica de vida, ¿cómo volver nuestro cuerpo más sensible para que pueda afectarse y verse movilizado a la acción por las violencias que nos rodean? ¿Es la escritura el enjambre desde el cual surgirá una nueva sensibilidad? ¿Es estetizar la escritura una herramienta subversiva lo suficientemente poderosa para sostener las carencias que gatilla este heteroneoliberalismo patriarcal y salvaje?Implementar un estilo encarnado es devenir singular creativo, lo que resulta un riesgo material y latente en un contexto donde la encarnadura pesa más que el cemento, parafraseando libremente a Shakira. Poner el deseo en la escritura y que el deseo escriba es, sin duda, un gesto de resistencia peligroso. Si entendemos los matices peligrosos de la resistencia, ¿cómo cuidarnos y darnos cuenta de que nos estamos cuidando? ¿Cómo percatarnos de la violencia que nos atraviesa si nos hemos acostumbrado a ella? ¿Cómo detectar las lógicas heteroneoliberales que acechan nuestras prácticas? Pensamos que tal operación no es en solitario, como el enjambre. Entonces, ¿cómo creamos autonomías relacionales y afectivas en este heterocapitalismo patriarcal que nos arrasa y atraviesa?