INCIHUSA   20883
INSTITUTO DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y AMBIENTALES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
La Vitivinicultura mendocina entre 1870 y 1920: la génesis de un modelo centenario
Autor/es:
MATEU, ANA MARÍA
Libro:
El vino y sus revoluciones. Una antología histórica sobre el desarrollo de la industria vitivinícola argentina
Editorial:
Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo
Referencias:
Lugar: Mendoza; Año: 2007; p. 5 - 25
Resumen:
El proceso de conformación de la economía vitivinícola A fines de la década de 1860 un grupo muy reducido de familias controlaba la economía provincial de Mendoza. El 1% de los propietarios reunía el 26% de las tierras cultivadas. Entre las actividades económicas, la vitivinicultura no ocupa­ba un lugar destacado (habían solamente 56 bodegas de vino y aguardiente). Los vínculos comerciales se orientaban hacia Chile. Desde el siglo XVIII la venta de ganado al país trasandino era la actividad más rentable y generaba otras labores vinculadas, todas muy lucrativas y a las que estaban ligados muchos políticos y miembros de las familias tradicionales. El año 1878 marcó el decaimiento del comercio ganadero con Chile ante la falta de un tratado de comercio que facilitara el intercambio y porque el precio del ganado no compensaba ni el capital empleado ni los gastos. Si los mendocinos comprendieron que ya la venta de ganado a Chile no era redituable, también se dieron cuenta que no se podía competir con la producción cerealera de las colonias agrícolas de Santa  Fe.  La coyuntura parecía indicar que había que pensar en otra actividad económica y así lo venía reclamando la prensacuando expresaba que era el momento de recuperar una tradición vitiviní­cola que antes no había podido consolidarse por la falta de algunas condiciones indispensables. El precio internacional de los vinos había aumentado por la epidemia de filoxera que había invadido a partir de 1860 los viñedos franceses extendiéndose a otros países del mediterráneo y provocado la destrucción de los viñedos y el descenso de la producción. Por otra parte, las políticas inmigratorias habían traído consigo el aumento de un mercado de consumidores de origen inmigrante acostumbrados a una dieta que incluía el vino. Las nuevas oportunidades coincidieron con los reacomodamientos del país. El tendido de las vías del ferrocarril actuó como estructurador y dinamizador del mercado interno, facilitando el abandono de las relaciones comerciales con el Pacífico y la vinculación con el Atlántico. Esta coyuntura fue aprovechada por el estado mendocino, que a mediados de la década de 1870 comenzó a impulsar una serie de medidas que harían posible el cambio de modelo económico dentro del campo de fuerzas de adecuación al sistema capitalista.  Las políticas públicas se orientaron hacia el desarrollo de tres elementos básicos: tierra irrigada, capital y mano de obra.  Si bien las mismas fueron exitosas, fueron aprovechadas en primer lugar por las familias tradicionales, que en definitiva definían esas políticas. Cuando comenzaron las dificultades financieras de 1890, la industria vitivinícola, que había sido la "niña mimada" de la oligarquía mendocina, constituyó un recurso para sortear la crisis y el peso de la deuda externa contraída. De allí en adelante la industria, en forma cre­ciente, financiaría los gastos públicos provinciales.  A lo largo de estos años y en medio de intervenciones vacilantes entre “orden y progreso", el estado provincial se fue consolidando a la vez que fue adquiriendo nuevas funciones que estuvieron encaminadas a acom­pañar, aprovechar y propiciar la racionalización capitalista. Pero esta transformación la hizo apoyado en la vieja oligarquía mendocina que  a  la par  que  fue  dictando las reglamentaciones para instrumentar las medidas, se convirtió en la  principal beneficiaria, aunque no impuso restricciones para que los beneficios se derramaran a los otros sectores. En los integrantes de este grupo muy reducido recayeron las designaciones, los cargos electivos y hasta los nombramientos para combatir la langosta, pero también los créditos y las exenciones impositivas que les permitieron pasar airosamente la transición y beneficiarse el nuevo modelo. Todavía hoy, permanecen muchos de los rasgos iniciales de este centenario modelo. Dentro de las bodegas pueden identificarse, en términos muy estilizados, dos situaciones claramente contrapuestas. Por un lado, se encuentran las empresas que poseen una imagen reconocida, nivel tecnológico adecuado y los recursos necesarios como para seguir invirtiendo en la actividad. Por otra parte, actúa un nutrido conjunto de bodegas pequeñas, sin imagen ni marcas reconocidas, con un ostensible atraso tecnológico y una importante escasez de recursos. Estas últimas son las que más sufren la situación de un mercado interno que sigue estrechándose y carecen de los recursos para enfrentar competitivamente el mercado internacional. Y las cooperativas continúan teniendo un peso casi insignificante en la estructura productiva. Todavía hoy, permanecen muchos de los rasgos iniciales de este centenario modelo. Dentro de las bodegas pueden identificarse, en términos muy estilizados, dos situaciones claramente contrapuestas. Por un lado, se encuentran las empresas que poseen una imagen reconocida, nivel tecnológico adecuado y los recursos necesarios como para seguir invirtiendo en la actividad. Por otra parte, actúa un nutrido conjunto de bodegas pequeñas, sin imagen ni marcas reconocidas, con un ostensible atraso tecnológico y una importante escasez de recursos. Estas últimas son las que más sufren la situación de un mercado interno que sigue estrechándose y carecen de los recursos para enfrentar competitivamente el mercado internacional. Y las cooperativas continúan teniendo un peso casi insignificante en la estructura productiva. Todavía hoy, permanecen muchos de los rasgos iniciales de este centenario modelo. Dentro de las bodegas pueden identificarse, en términos muy estilizados, dos situaciones claramente contrapuestas. Por un lado, se encuentran las empresas que poseen una imagen reconocida, nivel tecnológico adecuado y los recursos necesarios como para seguir invirtiendo en la actividad. Por otra parte, actúa un nutrido conjunto de bodegas pequeñas, sin imagen ni marcas reconocidas, con un ostensible atraso tecnológico y una importante escasez de recursos. Estas últimas son las que más sufren la situación de un mercado interno que sigue estrechándose y carecen de los recursos para enfrentar competitivamente el mercado internacional. Y las cooperativas continúan teniendo un peso casi insignificante en la estructura productiva.