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La problemática de la acción colectiva se ha instalado como uno de los puntos de interés privilegiados por el análisis científico en América Latina. Los retornos democráticos que allí tuvieron lugar durante los ´80 conforman el contexto de surgimiento de modos novedosos de abordaje y análisis de fenómenos participativos que, a su vez, dan claras señales de ruptura con modelos anteriores. En este marco caracterizado por la redefinición de la política y la mutación de su práctica es donde mejor pueden ser ubicados los renovados ejes de la conflictividad social, ahora asentada en la noción de negociación e integración y aparentemente expresada más en términos culturales y sociales, que políticos y económicos. Sin embargo, detrás de esta reconceptualización pueden vislumbrarse una serie de decisiones teóricas que colaboran en la imposición de nuevos ejes para pensar y participar en política. Las líneas de abordaje que actualmente resultan habituales en el análisis social dificultan muchas veces la posibilidad de captar procesos de socialización política divergentes -especialmente de sectores populares- respecto de los considerados aceptables por su cercanía con las instituciones y partidos tradicionales. Este artículo gira en torno a la necesidad de repolitizar el análisis de la acción colectiva en todas sus vertientes.