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La historia familiar y empresarial de los Arizu tuvo sus comienzos en la aldea de Unzué, en la provincia de Navarra y en la coyuntura social y económica que dejaron atrás. De las múltiples relaciones entre ese contexto y el que encontraron y contribuyeron a moldear en Argentina, en la provincia de Mendoza, surgen esclarecedoras pistas sobre su proceso de inserción en la vitivinicultura provincial. Balbino Arizu embarcó en Barcelona en el buque Fivaller para llegar a Buenos Aires el 8 de julio de 1883[1]. Con la convicción de que su horizonte se podía extender más allá que el de sus abuelos, subió al buque que lo traería a América con bastantes más cosas que un pasaje y el equipaje. Trajo consigo una experiencia vitivinícola aportada por varias generaciones: ese era su mejor capital social y cultural[2]. Fue uno más entre las 127.177 personas que salieron de Navarra entre 1861 y 1930 y de los 3.901 españoles que emigraron ese año Su llegada al país fue temprana en relación a la mayoría de sus compatriotas y lo convirtió en un anticipador y disparador de los cambios en su propia familia y en su red de parientes y amigos. No vino a probar suerte en cualquier actividad, declaró, a su arribo, ser agricultor[3] y orientó sus energías y estrategias para continuar siéndolo Ejerció un destacado rol en relación al crecimiento vitivinícola de Mendoza, sector en cuya cúspide se insertó, marcando pautas y señalando comportamientos y estrategias. Al elegir Mendoza, sabía que la reproducción de su cultura vitivinícola no iba a estar constreñida al acotado y fragmentado espacio navarro. Su historia empresarial y la de la industria recorrieron senderos similares. ¿Pensaría que llegaría a tener el paño de vides más grande del mundo? [1] Información extraída de las Listas de Pasajeros de las bases de Datos del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos. Buenos Aires (CEMLA). [2] Bourdieu, Pierre. El sentido práctico. Taurus, Madrid, 1991. [3] Ibidem.