IANIGLA   20881
INSTITUTO ARGENTINO DE NIVOLOGIA, GLACIOLOGIA Y CIENCIAS AMBIENTALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Paleoambientes Criogénicos del Sur Sudamericano
Autor/es:
DARIO TROMBOTTO LIAUDAT
Lugar:
Malargüe
Reunión:
Congreso; III Congreso Argentino de Espeleología; 2008
Institución organizadora:
Instituto Argentino de Investigaciones Espeleológicas
Resumen:
Hay pruebas geológicas suficientes de que durante las “edades de hielo”, criómeros o episodios fríos, particularmente pleistocénicos, que afectaron el sur sudamericano, el suelo estuvo congelado permanentemente durante largo tiempo y en varias oportunidades. Este suelo permanentemente congelado es el denominado permafrost. Los fenómenos criogénicos afectaron mucho más claramente la región montañosa o andina, pero también se extendieron, hacia la estepa patagónica y el S de la provincia de Mendoza durantes los máximos fríos. Un ambiente de crioaridez parece haber reinado durante mucho tiempo en el S sudamericano y durante los últimos millones de años. Los paleoríos han disectado y cambiado solo localmente estas características (González & Trombotto, 1990). El escenario se completa con mucha actividad volcánica, no solo en la Cordillera de los Andes, sino también en la Patagonia propiamente dicha. Sin embargo, se han detectado variaciones paleoambientales regionales, lógicamente relacionadas con un territorio tan extenso, e indicadores de pulsos húmedos menores que han interrumpido las condiciones áridas y semiáridas preponderantes.   Dos grandes escenarios típicamente criogénicos en el S sudamericano parecen diferenciarse entre los episodios importantes, el N de la Patagonia por un lado, y el S y el interior por el otro. El primero está relacionado con formas y procesos criogénicos muy antiguos y el segundo con formas más jóvenes, menos desarrolladas y con cuñas de hielo y arena. Los escenarios podrían tener que ver, repetidas veces, con una intensificación de la prolongación de la diagonal árida sudamericana, como ha sido esbozado en el modelo de Garleff & Stingl (1985) para otras regiones argentinas durante la Última Glaciación. Una serie de sitios paleocriogénicos pueden corroborar la paleocriogenia siguiendo pautas de periglaciación actual, pero así mismo denotando muchas particularidades que tienen que ver con el paisaje, la petrovarianza y cierta complejidad de fenómenos sobreimpuestos o descabezados.   Los cambios de la temperatura media anual del aire (MAAT) de los diferentes criómeros, con respecto a la actualidad, plantea tanto una importante diferenciación regional como temporal. En el N de la Patagonia, a los 42° S, las diferencias de la MAAT, extraídas a partir de los moldes de cuñas de hielo, están en c.18° C y dejan a los fenómenos periglaciales circunscriptos, muy probablemente, a la Gran Glaciación Patagónica (GPG) de aprox.1,2 Ma y cuando el permafrost continuo ocupaba toda la Patagonia. Con respecto a la información asignada al máximo de la Ultima Glaciación (LGM), los datos más demostrativos provienen principalmente del S de los 46° S. Las variaciones son de unos 12 °C a la latitud de Río Gallegos y llegan a 14° de diferencia a los 46° S. El ambiente es presentado por casi todos los investigadores como preponderantemente criárido, de tal forma que hay que considerar la importancia de pulsos hígricos, que son fundamentales para que se produzcan procesos criogénicos y también físico-químicos, y de esta manera se manifiesten las geoformas periglaciales. (Trombotto, 1998, 2002).   En el sitio Puerto Madryn se plantean todavía varios interrogantes y algunas discusiones. Los perfiles de esta zona se complican con un reticulado marcado con precipitación de CaCO3, dentro de las estructura fluvial de los rodados patagónicos (RP), que cubre areniscas del Mioceno y en donde se localizan a veces también moldes de las cuñas de hielo. El reticulado se observa tanto en planta como verticalmente en los perfiles (formas que el autor denominó ventanas y columnas, Trombotto, 1992, 1996). Las estructuras carbonáticas parecen haberse producido en diferentes etapas y tiempos, ya que hay diferentes tipos de carbonatos y concreciones, presumiblemente con un pasado de origen eólico dada su alta dispersión. La edad de los carbonatos fue supuesta muy antigua por los tipos masivos, la cantidad y la consolidación que presentan. Por otro lado, de acuerdo a la composición litológica costera y situación actual, se da como poco probable de que vientos marinos puedan llegar a acumular semejantes porcentajes de carbonatos, con tanta dispersión y en corto tiempo (Schellmann, 1998). Otra probabilidad de origen eólico estaría relacionada con los vientos del W y SW, con la intervención de la Cordillera de los Andes y nuevamente con eventos volcánicos importantes, y estaría convalidada por varios modelos paleoclimáticos (Heusser, 1991; Markgraf, 1991; entre otros). Por último, la estructura masiva (Trombotto, 1996) de relleno de los moldes de esta región presenta, en algunos casos, yeso, que expresa un ambiente con alta evaporación, y siempre RP y cuarzo alfa, que provienen de la matriz de los RP.   Sedimentos de origen eólico se encuentran también contaminando la matriz de los RP, conjuntamente con ceniza volcánica  y carbonato pulverulento (Trombotto & Ahumada, 1993; Vogt & Del Valle, 1994; Trombotto, 1996, etc). En este sentido se presentó también la hipótesis de una combinación de los ciclos de carbonatación con el vulcanismo y cambio climáticos (Trombotto & Ahumada 1993, 1995  a y b), que son interpretados por pulsos hígricos, que son los que movilizan el carbonato.  La idea del origen eólico del carbonato fue presentada siguiendo las teorías de carbonato pulverulento de Péwé (1984) y los ciclos de carbonatación vinculados con episodios fríos (Nilsson, 1983) por Trombotto & Ahumada (1993). Por otro lado, parece muy importante de considerar la reciente teoría de Salomon & Pomel (1998) en cuanto puede haber una conexión de origen volcánico de los carbonatos, e incluso la probabilidad de que el Cl descubierto en ellos, asignado solo a origen litoral (Vogt & del Valle, 1994) sea movilizado desde otras fuentes (Terciario marino).   Con respecto a la edad de los pseudomorfos de la estepa patagónica, se plantearon 2 hipótesis. Mientras que a un grupo se lo asignó al LGM, el otro fue considerado de una edad mucho más antigua, probablemente al GPG. Este último fue relacionado por el autor con la edad de los RP, por el tipo de moldes intraformacionales que aparecen en algunos perfiles (Trombotto, 1992, 1996). La edad antigua de los moldes fue también sospechada por Clapperton (1993), incluso con una posible relación con la GPG. De acuerdo al principio de los ciclos de carbonatación (ver Mayewski, 1994), posiblemente durante los criómeros, y aprovechando el sistema de craquelamiento ya descripto, los carbonatos se podrían haber rejuvenecido con la incorporación de nuevo material y así mismo afectar la interpretación de estructuras criogénicas que están rellenas con carbonato.   En la cronología de criómeros de Corte (1991) se agregan también otras dataciones relativas de moldes de cuñas de hielo del Río Diamante a los 34° 37' S and 68° 26' W a 825 m s.n.m. en la provincia de Mendoza (Grosso & Corte, 1989). Las deducciones de las dataciones de Grosso & Corte (1989) se basan en la sucesión de terrazas del Río Diamante, que se relacionan con la aparición de cenizas asignadas a la "Asociación Piroclástica Pumícea" de 450 ka +/- 60 ka. Los autores conjeturan dos generaciones de pseudomorfos: I: pseudomorfos de 150 ka y II: pseudomorfos de 40 ka. Estas dataciones relativas deberían estudiarse en un futuro con más detenimiento para complementar mejor los paleoambientes criogénicos descriptos.