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El piedemonte, al oeste del Gran Mendoza, donde habitan más de 800.000 personas, es uno de los elementos del paisaje que guarda una estrecha relación con la sociedad. Se encuentra sujeto a fuertes perturbaciones de origen antrópico, que desencadenan toda una serie de procesos, que comienzan con una alteración del ciclo hidrológico y continúan con la degradación del ambiente. En el presente trabajo, se presenta un plan de manejo, conformada por un conjunto de acciones integradas, orientadas y coordinadas sobre los elementos variables del ambiente en una cuenca, tendientes a regular el funcionamiento de este ecosistema y elevar la calidad de vida de sus habitantes. Las acciones se dirigen a tratar de revertir la actual tendencia de degradación y orientar las distintas cuencas torrenciales hacia un sistema de autorregulación que reduzca en forma significativa la probabilidad de aluviones; a la restauración, mantenimiento y mejoramiento de la biodiversidad y los servicios ecológicos; y orientar y articular las diversas disciplinas para facilitar una percepción integrada del ambiente y explicar las interrelaciones hombre y medio en el marco de la sustentabilidad. Dado la proximidad al área urbana, se desarrollan un conjunto de propuestas de intervención o estrategias concretas para minimizar los riesgos que provoca la urbanización del piedemonte, con el objeto de mitigar los impactos negativos y definir parámetros para orientar la ocupación del piedemonte en función de la peligrosidad frente a amenazas de origen natural.