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Desde los Reyes Católicos, el Santo Oficio ha tenido un papel estatal tan importante como religioso: el sujetar y uniformar las creencias de los súbditos tanto peninsulares como americanos; lo que facilitó el trabajo de los monarcas, que no tuvieron que lidiar como sus pares europeos con la puja de dos grupos religiosos como ocurrió en Francia ( católicos y hugonotes), Alemania ( católicos y luteranos) o los Países Bajos ( católicos y calvinistas). El considerar a la Inquisición en términos de instrumento de control social, nos permite determinar nuevos relieves explicativos relacionados con la fuerza y la persistencia temporal de la institución, en razón del carácter religioso de las materias de su competencia. A la par de judaizantes, moriscos, protestantes alumbrados, brujas, hechiceros, blasfemos y solicitantes, este tribunal persiguió la lectura, tenencia y comercialización de libros prohibidos. Y si bien es sabido que resulta difícil medir el grado de acatamiento que tuvo la población en relación al Santo Oficio, que actuó bajo la coacción, el miedo - pero también la persuasión-; también la Inquisición y sus procedimientos resultaron cuestionados desde las altas esferas del poder, fundamentalmente del sector letrado que escribió ensayos, novelas odas y hasta poemas. Ante lo cual, la Institución reaccionó, algunas veces prohibiendo el libro, condenando al autor y hasta respondiendo a través de un autor afín al tribunal. En esta ponencia intentaremos identificar el papel que jugó el libro, en el cuestionamiento de su existencia y accionar, como también los que surgieron de la pluma de los defensores de la ortodoxia inquisitorial. En este punto, procuraremos estudiar el perfil del escritor, el contenido y el posible impacto que pudieron tener en la sociedad y/o en la política concreta de la monarquía.