INVESTIGADORES
CRENZEL Emilio Ariel
libros
Título:
El Tucumanazo (3era Edición)
Autor/es:
CRENZEL, EMILIO ARIEL
Editorial:
Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Tucumán, Colección Diálogos
Referencias:
Lugar: San Miguel de Tucumán; Año: 2014 p. 224
ISSN:
978-950-554-869-9
Resumen:
   El Tucumanazo, cuarenta y cinco años después Miré las fotos y pude imaginar la ciudad. Grupos de estudiantes universitarios, secundarios, empleados y obreros ocupaban sus calles céntricas, regadas de piedras. Vecinos les abrían las puertas de sus casas para guarecerlos y sacaban de ellas todo lo que consideran útil para sostener las barricadas. Tropas de policías, gendarmes y soldados se desplegaban para contenerlos. Los conducía el jefe de la V Brigada de Infantería con asiento en Tucumán, el coronel Jorge Rafael Videla. Era noviembre de 1970 y había estallado el Tucumanazo. Esta protesta sucedía en una provincia signada por la desigualdad y la pobreza pero, también, por el conflicto social y el compromiso en un tiempo en el que las distancias entre las clases medias y los trabajadores no eran tan pronunciadas y en launiversidad, pero también en sindicatos, iglesias, peñas, teatros y cafés, circulaba la discusión política y se trababan lazos de solidaridad. Ese Tucumán cautivó mi atención a principios de 1988, cuando era alumno de la carrera de Sociología, en la Universidad de Buenos Aires. La democracia había retornado sólo cuatro años antes. Los crímenes de Estado estaban siendo revelados, en toda su dimensión, por el informe Nunca Más y el juicio a las Juntas militares y la universidad y el espacio intelectual estaban, lentamente, intentando recomponerse de la represión política. En ese marco, el campo de estudios sobre los años sesenta y setenta era, prácticamente, inexistente en el país. Destacados historiadores consideraban impropio tomar como objeto de estudio el pasado reciente ya que entendían que no mediaba suficiente distancia histórica. Simultáneamente, las preocupaciones dominantes en la reflexión sociológica se situaban en encontrar herramientas para consolidar la democracia y desanudar la cultura autoritaria. Los años sesenta y setenta estaban fuera de la agenda de la investigación en Ciencias Sociales. Eran pensados como parte del pasado que se debía dejar atrás. En ese clima, me interrogué por la exitosa participación electoral del general Bussi en los comicios legislativos de septiembre de 1987 y sobre sus relaciones con las memorias de la violencia política y la represión. En una dirección contraria a la perspectiva dominante, entendí la necesidad de comprender ese fenómeno a partir del estudio de la historia reciente de la provincia. No había, hasta entonces, nada escrito sobre el Tucumanazo. Empecé a reconstruir su fisonomía mediante una búsqueda arqueológica que abrevó en la tradición de los estudios que, sobre la ?lucha de calles?, había inaugurado el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales y que, con la guía de Inés Izaguirre, asumí como propia. Me preocupé, entonces, por estudiar la estructura económica de Tucumán, especialmente el perfil de su industria azucarera, la morfología de sus clases sociales y a reconstruir, hora a hora, los enfrentamientos de mayo de 1969, el Tucumanazo de noviembre de 1970 y el Quintazo de junio de 1972 para luego ensayar su interpretación. Escribir El Tucumanazo constituyó mi primera experiencia de investigación. Durante dos años, en los cuales recibí la ayuda decisiva de María Eugenia Ríos, Nora Lía Jabif y Marcos Taire, recorrí archivos, diarios y bibliotecas, leí los principales trabajos sobre la industria azucarera y su crisis, ubiqué y entrevisté a los protagonistas de la protesta, a quienes agradezco nuevamente por sus generosos testimonios, e intenté pensarla sociológicamente. Entregué la primera edición de este libro para su publicación por el Centro Editor de América Latina, en mayo de 1990, cuando tenía 25 años. No puedo leerlo sin recordarme joven, capturado por el deseo de entender una lucha que no había vivido, que había quedado eclipsada por la ferocidad de la represión y de la que sólo se conocían jirones. Escribir el libro constituyó un gran aprendizaje. Supuso situar las protestas en el contexto económico y social de la provincia, combinar fuentes orales y escritas para componer el relato, comprender los diferentes marcos políticos en que se produjeron los enfrentamientos y entender el sentido de su trayectoria en el tiempo. Tres, considero, son sus hallazgos principales. En primer lugar, pone en evidencia un ciclo de lucha de calles en Tucumán omitido en la historia provincial en la cual, hasta entonces, no se mencionaba la existencia de conflictos significativos ocurridos entre el cierre de los ingenios azucareros en 1966 y la aparición y represión de la guerrilla rural en 1975. La reposición del ciclo de lucha de calles permite dimensionar, de otro modo, el proceso de radicalización política que atravesó Tucumán. En segundo lugar, el libro inscribe la lucha de calles local en el ciclo de protesta social abierto en mayo de 1969 por el Cordobazo pero, a la vez, subraya el perfil social específico que asumió la protesta en Tucumán y el papel de demandas locales que, conjugadas con el descontento que recorría el país, explican la eclosión de la protesta en la provincia. Concretamente, destaca el rol central del movimiento estudiantil universitario y de su lucha contra el cierre del comedor universitario y la menor gravitación, en comparación al Cordobazo, de la participación de la clase obrera como consecuencia de su fragmentación y dispersión de fuerzas tras la derrota de las luchas contra el cierre de los ingenios azucareros. Finalmente, analiza la trayectoria de los enfrentamientos de lucha de calles en la provincia entre 1969 y 1972, destacando los cambios y continuidades en la composición social y política de los manifestantes, en los objetivos de las protestas y en las respuestas de las fuerzas represivas. Esta última apuesta permite tornar inteligible la relación de fuerzas en pugna en el período. Desde la primera edición de este libro en 1991, hasta la actualidad, se ha producido un cambio notable en la consideración sobre los años sesenta y setenta. Hoy, se publican innumerables obras periodísticas, biografías de protagonistas, muchas escritas desde la primera persona, y la literatura, el cine, el documental, el teatro, la fotografía, la música y otras expresiones artísticas abordan como tema ese período. En el espacio académico se operó una transformación similar. La historia reciente se constituyó en un campo legítimo de investigación y los estudios sobre estas décadas cobraron un impulso vigoroso. Incluso, han tomado a la guerrilla, un actor examinado en la segunda mitad de los años ochenta sólo por investigadores extranjeros, como objeto de estudio. La reflexión sobre la violencia política y el autoritarismo trascendió los marcos de la literatura politológica e incorporó la perspectiva histórica y las herramientas de la sociología y la antropología y las memorias de esos tiempos se constituyeron en un tópico de investigación. Los nuevos estudios revisitaron documentos y hallaron o tuvieron disponibles nuevas fuentes con las cuales cuestionaron periodizaciones establecidas y, en diálogo con una renovada literatura internacional, produjeron explicaciones de mayor densidad. He participado de este proceso. Mis primeras preguntas sobre Bussi dieron lugar, años después, a mi libro, fruto de mi tesis de Maestría, Memorias enfrentadas: el voto a Bussi en Tucumán, publicado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán y, posteriormente, en base a mi tesis doctoral, escribí La historia política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina, publicada por Siglo XXI en la cual analicé la historia del relato canónico, en nuestro país, sobre las desapariciones. Hoy escribiría El Tucumanazo de otro modo. Lo dotaría de mayor profundidad analítica, encadenaría mejor las oraciones, utilizaría argumentos más matizados, intentaría historizar con mayor detenimiento los hechos y ponderaría con mayor justeza la intervención de los actores. Pero, encuentro, también, que es un libro pionero que permite conocer en qué consistió la protesta, en qué marco económico, político y social sucedió, cuál fue su dinámica y quienes sus actores, recobra las voces de sus protagonistas principales y la sitúa en la trayectoria histórica de los enfrentamientos que atravesaron a la provincia. Con ese espíritu, celebro esta reedición. Espero que su lectura conmueva la memoria de los contemporáneos del Tucumanazo y promueva el interés de los jóvenes por conocer y comprender este hecho y su época.                                                                                             Emilio Crenzel Buenos Aires, abril de 2014