INVESTIGADORES
NOFAL Silvia Rossana
congresos y reuniones científicas
Título:
MODOS DE LA INTERVENCIÓN LITERARIA: MEMORIAS Y CUENTOS DE CÓMO ABRIR LA PUERTA PARA IR A JUGAR
Autor/es:
NOFAL, ROSSANA
Lugar:
TUCUMÁN
Reunión:
Workshop; Segundo Foro de Estudios del INVELEC; 2012
Institución organizadora:
INVELEC UNT
Resumen:
¿Qué nos pasa cuando saltamos tres pasos atrás y nos reencontrarnos con las ficciones iniciales de los proyectos? Inevitablemente se sucede una forma inesperada de la transferencia que nos inquieta, nos irrita, nos interpela a buscar la respuesta sobre cómo seguimos. Revisar las intuiciones, descubrir equívocos, rearmar hipótesis como voluntades y quizás terminar de derrumbar una estructura que se descalabra. Y volver a armar el modelo. Una y otra vez desde que se comienza a imaginar un espacio de encuentros y desencuentros entre las memorias traumáticas de nuestro territorio, los indicios pánicos, el miedo, las libertades, las narrativas de victorias y derrotas. Héroes y traidores y cómo contar el cuento a los chicos. Uno tiene su mundo, otro tiene el suyo/ Sin entrar en discusiones, Nadie le sopló un secreto a uno/Y todos que escucharon, se lo soplaron a otro/Uno pensaba en el secreto/Otro, también. ¿Cómo contar el secreto? La provocativa inscripción de María Wernicke en Uno y otro nos permite compartir con ustedes algunas de las preguntas sobre la compleja relación de la literatura para chicos y las memorias del pasado reciente. ¿Cómo pensamos la construcción de las memorias de la violencia política en la literatura para chicos? ¿Cómo nos contamos los secretos? ¿Cómo hablamos de las cosas del pasado e intervenimos en el presente? ¿Cómo contamos el Nunca más a los chicos? ¿Lo contamos?. Un espacio privilegiado para la transmisión de capitales simbólicos y culturales a los chicos es la ficción literaria. Asumimos la posición de pensar una literatura atravesada por la política. A pesar de voluntariosos empeños por ensombrecer una perspectiva política de los textos para chicos, cuando uno se acerca a los libros sin demasiados intermediarios institucionales, la lectura puede ser una máquina de guerra contra los totalitarismos y todos los intentos de encasillar las cosas en lugares determinados de antemano. La principal postulación es la idea de transgresión involucrada en el concepto literatura; esto nos hace sentir la importancia de lo que está en juego cuando se le aproximan palabras como censura o resistencia. La literatura nos permite vincular en un mismo espacio, lo social y lo privado. La lectura como hecho estético, tiene un espacio de intimidad, pero cuando pensamos en los chicos como receptores se vuelve imperioso recobrar las marcas de oralidad de los relatos y la puesta en escena del cuento.    Esta presentación organiza una colección de algunas de las palabras, los discursos y las lecturas en el sentido de un ?trabajo de memoria? sobre nuestras experiencias con los chicos, los juegos y los libros. Nuestros proyectos de memorias de dictadura estuvieron desde siempre interpelados por las formas de intervención. Fuimos hablando de extensión, transferencia, extensionismo rural y vinculación tecnológica. Pocas veces estuvimos ?financiados? por agencias educativas o de investigación pero nunca faltaron las monedas que, por momentos, fueron muchas. Jugamos el juego de lo menor y del ?tallercito? del viernes. Fuimos actores, estrellas de un musical de broadway, quijotes, romeos, julietas y tres alicias. Jugamos a ser excluidos, marginales y subalternos, siempre incomprendidos por esto de leer con los chicos en los ratos libres. Héroes y villanos, resistimos vendavales, tormentas y ejercicios conceptuales. Fuimos pintorescos, exóticos y olvidables. Juntamos fotos, restos, fragmentos, pedacitos, partes del todo? recuerdos que se suman a la construcción de un archivo de relatos tienen que ver con una particular manera de entender la relación entre la literatura y la vida, experiencias que se comparten con una narración. No vamos a hablar de los lugares comunes que ya conocemos y, que si se tratan de lecturas, tienen que ver con los esterotipos de leer por placer, del almohadón de la lectura, el derecho a la lectura, el tiempo de lectura o la escritura derechito y con mayúsculas. Temibles lugares comunes que tienen que ver con sus sujetos y la identificación de una falta: lo que los chicos no leen, lo que los estudiantes no saben, lo que los docentes no enseñan, el presupuesto que no alcanza, los libros que no están. Tampoco vamos a contar los secretos y sus etcéteras ni las recetas de cómo formar y lector o el devenir artístico de un grupo particular. Vamos a hablar de una palabra: Mandrágora. El Grupo Creativo Mandrágora, disputa un territorio en la categoría artística, en el espacio mismo de la literatura como institución. ?Los ricos son pobres cuando no conocen los sapos, las pulgas y los bichos colorados de Roldán, y los pobres son los dueños ricos de estos tesoros?, Pelea por escrituras pero también por objetos. Pobreza pero hablamos de literatura que es siempre riqueza. Las manos de marqués de Rubén Darío, la risa desafiante de la divina Eulalia y una literatura para todos. En este sentido, nuestro discurso es una propuesta anacrónica. Participa del romanticismo de las utopías, de las mitologías heroicas de los años setenta y de la lógica del disparate de María Elena Walsh en tanto se propone acciones exageradas en su magnitud. En sus discursos no sólo postula sino que produce la energía emancipatoria que la literatura es capaz de desatar. La literatura se piensa como arte y como experiencia. No estamos hablando de la literatura seleccionada, entendida o leída como documento. Hablamos de la literatura, de la buena literatura, de la literatura de calidad. Sólo en ese punto somos elitistas y defendemos las banderas modernistas del arte por el arte. Posibilidad de preguntas y sus fantasías de intervención. Militar en la palabra, militar con la palabra literaria sin militarizar la política. Que la solución es política y económica, ya lo sabemos. Pero siempre hemos reivindicado los postulados y las escrituras de una generación que pensó que el cambio era posible y que los libros tenían mucho que hacer en ese escenario. A las reliquias de los que quisieron tocar el cielo con las manos le sumamos la responsabilidad, la porción de lo indecible y la fragilidad de la memoria. Por eso la práctica de Mandrágora es una práctica política. Y lo es también porque entre la literatura que selecciona y destaca están los libros para niños prohibidos por la dictadura con el argumento de ?ilimitada fantasía?. Se trata  entonces, de un modo bien definido de pensar las relaciones entre literatura y ?trabajos de la memoria?, el pasado reciente, la violencia política y sus silencios