INVESTIGADORES
PODERTI Alicia Estela
congresos y reuniones científicas
Título:
"Contrapunto histórico literario. La argentina y el Noroeste (1916-1930)",
Autor/es:
PODERTI, ALICIA ESTELA
Lugar:
ROSARIO
Reunión:
Conferencia; Noveno Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina; 1996
Institución organizadora:
Academia Nacional de la Historia,
Resumen:
La Argentina y el Noroeste (1900-1930) El desarrollo literario dentro de las tres primeras décadas del siglo XX, se concentra en dos años claves para la historia de la literatura argentina: 1916, el "Centenario de la Independencia", y 1920, en el que se inaugura lo que se ha dado en llamar la "vanguardia literaria", una denominación que representa la reacción estética hacia una retórica desgastada y, a la vez, la configuración de un espacio de resistencia frente a la creciente presencia revolucionaria de esa novedad llamada "pueblo"[1]. La aparición del radicalismo, operada a fines del siglo XIX, produce una serie de cambios fundamentales que afectan la estructura social casi fosilizada que se había gestado en los siglos anteriores. Surge "una vigorosa corriente de opinión policlasista con un programa de regeneración cívica, honradez administrativa, libertad de sufragio y respeto a las autonomías provinciales" (Bazán, 1992: 292). Sin embargo, los gobiernos y la clase dirigente mantienen a la opinión pública dividida.  En 1916 triunfa la fórmula radical encabezada por Hipólito Yrigoyen y Pelagio B. Luna, el segundo un riojano que había participado en la Revolución del Parque, en 1890. Durante este gobierno se efectuaron veinte intervenciones provinciales, resolviéndose la presencia de veedores en La Rioja, Catamarca, San Juan, Tucumán, Salta, Jujuy y Santiago del Estero (Cfr. Bazán, 1992: 320-331). Cabe recordar que en Salta fue un escritor el que colaboró con el establecimiento de la Unión Cívica Radical. Joaquín Castellanos[2], revolucionario del ´90 y firmante del documento fundacional de la UCR, era uno de los hombres que más se destacaron en ese período de construcción nacional.  Castellanos, representante  de ese grupo de escritores que simultáneamente se desempeñaron en la escena política del país y del NOA, publica en 1887 una confesión lírica que titula  El Borracho. El texto, impreso por primera vez en Salta recién en 1951, está  diseñado en base a los clásicos postulados realistas-naturalistas, hasta entonces patrimonio exclusivo de la novela (Cfr. Arias Saravia, 1984: 283). En 1916 el diario La Tribuna publica el folletín Boinas Blancas, primera novela de tono político de González Arrili[3], escritor amigo de Castellanos. En ese momento ya habían comenzado a gestarse las enormes diferencias entre Castellanos e Yrigoyen, pues la reivindicación que el primero hiciera, en su momento, de Leandro N. Alem no le fue perdonada por Yrigoyen. A mediados de 1918, una vez intervenida la provincia de Salta, éste intenta convencer a Castellanos de que desista de su candidatura a gobernador. Pero él triunfa en las elecciones en enero de 1919 y debe sortear todos los obstáculos impuestos por el gobierno nacional hasta que Salta es nuevamente intervenida a fines de setiembre de 1921 (Cfr. Caro Figueroa, 1995: 12). En esta etapa, el desarrollo literario del noroeste argentino adhiere, por un lado al modelo romántico, vehiculizado por la "generación del Centenario", que representó una verdadera apertura del medio cultural provinciano hacia el mundo, y, por otro, al ideario estético del modernismo, como reacción contra la persistencia de ciertas formas de poesía inspiradas en el romanticismo finisecular español (Cfr. Lagmanovich, 1974). En el noroeste argentino, el fenómeno de la llamada "generación del Centenario" es decisivo en la vida intelectual desde principios de siglo y hasta poco después de 1920. En este segmento de las letras norteñas,  Carilla y Lagmanovich coinciden en señalar la importante influencia del boliviano Ricardo Jaimes Freyre, figura central del modernismo y amigo personal de Rubén Darío (Carilla, 1962: 167, Lagmanovich, 1974: 19). En lo que respecta al advenimiento de las rupturas estéticas y su desarrollo en Argentina, en Buenos Aires, la vanguardia se describe a través de la legendaria competencia entre Boedo y Florida. La mayoría de los críticos e historiadores coinciden en señalar a estas posiciones opuestas como el gesto inaugural que dio la bienvenida a la nueva estética en la región del Río de la Plata. Puede afirmarse que ningún movimiento literario argentino de este siglo ha suscitado tanto interés y polémica, porque aquella confrontación de estilos no respondió solamente a una experiencia cosmopolita vinculada con los modelos europeos sino que refleja las presiones y demandas de la historia nacional argentina. Este problema se conecta con el rol característico del intelectual argentino, que en el siglo XIX estaba comprometido en el proyecto ideológico de la construcción de la "Nación". Como veremos más adelante, la aparición de revistas y periódicos especializados en temas literarios se incrementa en los primeros treinta años de la vida cultural del país y del NOA. Entre los programas de acción de las vanguardias, la publicación de revistas asume un papel central. Otro elemento que legitima la identidad de los movimientos artísticos es el manifiesto.  En este sentido, los manifiestos anteriores al período de la vanguardia ofrecen una idea de cambio a la vez que  muestran sumisión a los principios del orden oficial. Ricardo Jaimes Freyre, co-autor junto a Rubén Darío del manifiesto inserto en la Revista de América, muestra un fuerte deseo de poner el arte bajo la "jerarquía de los maestros", manteniendo a las tendencias innovadoras dentro del alcance de los textos oficiales[4]. No obstante el gran movimiento editorial de la metrópoli, la escritura del noroeste argentino reproduce la situación de las sociedades provincianas que viven culturalmente escindidas y menospreciadas del centro bonaerense. Los terratenientes, los intermediarios y los socios británicos dueños de ferrocarriles y puertos nucleados en Buenos Aires,  concluyen el proceso de estrangulamiento de los grupos dirigentes provincianos. Estos últimos,  desplazados de la zona donde la renta arrojaba enormes riquezas, se transforman en socios menores del beneficio que anualmente podían obtener de sus tierras. Los métodos obsoletos de producción y la colocación  marginal  del  NOA en  el  aparato del Estado  generan una élite en  decadencia, que conserva la "finca" como símbolo  de su  origen (Sarlo, 1980-86, I: 34). [1]               Gustavo Geirola, en su estudio titulado "Confluencias y divergencias entre la poesía de vanguardia en Latinoamérica y la poesía surgida de la guerra civil española", reconceptualiza el término "vanguardias" revisando los gestos de ese "ciego y oscuro salto". En este panorama aborda los discursos de vanguardia desde una dimensión militar, no solo como una lucha contra lo viejo, lo esclerotizado, sino como una expresión de resistencia frente a "lo nuevo": "Las vanguardias son, pues, una formación reactiva (no quiero decir reaccionaria) frente a lo nuevo: el pueblo revolucionado, el mercado capitalista moderno, el industrialismo y la tecnología, y finalmente el fascismo. No es de extrañar entonces que al repertorio de procedimientos de construcción textual que la crítica literaria o la ciencia literaria ha aislado como dando cuenta de lo nuevo, se le pueda oponer una visión de las vanguardias como aquello que intenta exorcizar la novedad para abrir un espacio textual capaz de dar cuenta del horror y permitir, mediante este dispositivo de poder, la emergencia de un ámbito alternativo para dar continuidad al pasado" (Geirola, 1995: 36-37). [2]               Joaquín Castellanos nació en Salta el 21 de abril de 1861. En su adolescencia obtuvo premios literarios y a los diecisiete años publicó La Leyenda Argentina, cuyo éxito literario lo incorporó al campo de las letras. En 1880 se estableció en Buenos Aires para comenzar su carrera en la política. Actuó en el movimiento de 1893, formando parte de la Convención que diera vida institucional a la Unión Cívica Radical. Fue Diputado en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires durante tres períodos consecutivos. En 1896 se doctoró en Derecho. A pedido del Gobernador de Buenos Aires, Dr. Bernardo de Irigoyen, ocupó, en 1898, la cartera de Gobierno. En 1900 fue designado catedrático de la Universidad Nacional de La Plata. En 1908 regresó a Salta para reorganizar el Partido Radical. Fue Gobernador de esa provincia entre 1919 y 1921. Fundó la Biblioteca "Victorino de la Plaza" y creó la Escuela de Manualidades que hoy lleva su nombre. Fue distinguido e incorporado como Miembro de la Academia Argentina de Letras. Falleció en 1932. Su vasta producción abarca tanto la vertiente literaria como los escritos relacionados con su accionar político:  Acción y pensamiento al margen de la Historia, Labor parlamentaria, Más allá de la literatura, Labor dispersa, entre otros (Figueroa, 1980: 63-64). En 1914 aparece el poema dramático en prosa y verso titulado El Limbo, que Castellanos firma con el seudónimo de "Dharma". Otros libros en prosa se publican a partir de 1888, como Ojeadas literarias, Güemes ante la Historia, Marcas a Fuego. [3]               Bernardo González Arrili, nació en Buenos Aires en 1892. Fundó y dirigió en Salta el diario Norte. Fue Miembro de la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes y publicó numerosos libros que exploran los géneros del cuento, novela, teatro, cine, historia y biografías, como Roosevelt, América para los yanquis (1913), El pobre afán de vivir (1918), Tierra mojada (1923) La Venus calchaquí, Protasio Lucero (1924), La invasión de los herejes (1926), El futuro de América (1928), y Deliciosa Jujuy (1926), entre otros. En 1940 obtuvo el Premio de la Comisión Nacional de Cultura (Cfr. Fidalgo, 1975: 88-89).  [4]               Rubén Darío y Ricardo Jaimes Freyre, "Nuestros propósitos", en Revista de  América, NE 1, 19 de agosto de 1894: 1.