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Las frutas y hortalizas son altamente susceptibles a la contaminación fúngica, lo que genera disminución de su calidad organoléptica, serias pérdidas económicas y un riesgo para la salud ya que muchos géneros son capaces de producir metabolitos secundarios que resultan tóxicos para el consumo, las micotoxinas. El pimiento (Capsicum annuum) es un cultivo de gran importancia en el cinturón verde platense; se destina tanto a consumo fresco como a industria. Dentro de los contaminantes más frecuentes de la familia de las solanáceas se encuentra Alternaria, cuya importancia es aún mayor cuando los frutos son almacenados en refrigeración ya que uno de los síntomas del daño por frío es el aumento en la susceptibilidad a este patógeno. Por otro lado, se sabe que este género es capaz de producir micotoxinas. La exposición a toxinas de Alternaria se asocia a efectos adversos para la salud. Alternariol (AOH) y alternariol monometiléter (AME) resultaron mutagénicos, carcinogénicos, genotóxicos y citotóxicos en sistemas celulares microbianos y mamíferos. El ácido tenuazónico (TA) ha ocasionado hemorragias en diferentes órganos en perros, mientras que en pollos se observó toxicidad sub-aguda. En ratones causó cambios precancerosos en la mucosa esofágica y se lo ha relacionado con un desorden hematológico muy común en África. El objetivo del trabajo fue analizar la presencia de AOH, AME y TA en pimientos cultivados en la zona del Parque Pereyra Iraola (Provincia de Buenos Aires). La extracción se realizó usando el fruto entero visiblemente contaminado, siguiendo el esquema descripto por Terminiello y col. (2006) con algunas modificaciones. La detección y cuantificación se realizó por HPLC con detector UV. La fase móvil utilizada para TA fue MeOH:H2O (9:1) y la detección se realizó a 280 nm. Para AME y AOH se usó MeOH:H2O (8:2) y se midió a 258nm. La cuantificación se realizó mediante curvas de calibración con soluciones estándar. Los resultados mostraron la presencia de toxinas de Alternaria en las muestras de pimientos analizadas en concentraciones muy variables. Además, se vio que las mismas se detectaron incluso en frutos de los que no fue aislada Alternaria. TA fue la toxina encontrada con mayor frecuencia (se halló en 42% de las muestras) y en mayor concentración (máx: 11,18 μg/g; equivalente a 2,4 mg en el fruto). Los alternarioles fueron hallados en el 15% de los frutos estudiados aunque en menores concentraciones. Si bien los estudios toxicológicos existentes hasta el momento no permiten establecer límites seguros para la presencia de estos metabolitos, la presencia de toxinas de Alternaria en alimentos representa un potencial riesgo para la salud de los consumidores. Es destacable la alta frecuencia de muestras contaminadas con TA, cuya toxicidad es más elevada que la de las otras micotoxinas estudiadas. Aunque el consumo de frutos mohosos es poco probable, estos resultados son de gran importancia, especialmente cuando los frutos contaminados se destinan a industrialización, ya que estos metabolitos tóxicos no se destruyen con tratamientos térmicos convencionales. Este es el primer estudio de ocurrencia natural de toxinas de Alternaria en esta matriz alimentaria en Argentina.