IMHICIHU   13380
INSTITUTO MULTIDISCIPLINARIO DE HISTORIA Y CIENCIAS HUMANAS
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Expansión urbana y migración. El caso de los migrantes chilenos en San Carlos de Bariloche como actores destacados en la conformación de barrios populares
Autor/es:
MATOSSIAN BRENDA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Otro; XI Coloquio Internacional de Geocrítica. La planificación territorial y el urbanismo desde el diálogo y la participación; 2010
Institución organizadora:
Instituto de Geografía, Departamento de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras – Universidad de Buenos Aires; Revista Geocrítica - Universitat de Barcelona
Resumen:
Los migrantes chilenos en San Carlos de Bariloche han llegado principalmente durante la década del setenta y principios de los ochenta en un contexto de crisis política y económica de su país. Aportaron sus valores, sus prácticas y sus aptitudes, y recibieron asimismo los de la sociedad que los acogió. Muchos se localizaron en asentamientos precarios en las áreas menos favorecidas de la ciudad. En ese período hubo una fuerte presión demográfica que implicó también un crecimiento urbano intenso. Este crecimiento urbano y demográfico de San Carlos de Bariloche ha sido acelerado y complejo, y esto se traduce en su estructura urbana. El turismo como actividad económica principal, una topografía accidentada, un ejido urbano muy extendido y una composición social heterogénea, acentuada en las últimas décadas por el sustantivo aporte migratorio interno y externo, junto a otros elementos, como el alza en el valor de la tierra, han conformado un paisaje urbano con fuertes desigualdades socioespaciales. La expansión urbana de San Carlos de Bariloche se desarrolló, en buena medida, a través de la creación de nuevos barrios bajo dos modalidades principales. En una de ellas a fines de la década del setenta, el gobierno municipal llevó a cabo una política de erradicación y relocalización en la cual los habitantes de asentamientos irregulares del área central de la ciudad era desplazada forzosamente hacia sectores periféricos de escasa infraestructura. Por otro lado, la historia urbana da cuenta de la formación de nuevos barrios a partir de loteos impulsados por la administración pública y por distintos privados. Desde una perspectiva teórica, el barrio ha sido y es el marco geográfico privilegiado en el análisis social de la ciudad por su identidad y por su integración social, como espacio de vida, de interacción y de pertenencia. Es, a nuestro entender, la actividad social la que construye la escala, especialmente al estudiar la relación migrante-espacio urbano. El barrio no surge solo de un recorte histórico o administrativo, sino también de las actividades cotidianas que realizan los ahí residentes y que se articulan con otros espacios (Caprón y Gonzalez Arellano, 2006). El nacimiento y organización de algunos barrios de San Carlos de Bariloche tuvo a los migrantes chilenos como actores destacados. A lo largo de este proceso los migrantes han transformado el espacio donde se establecieron. Su inserción en los distintos espacios invita a preguntarse sobre los vínculos que establecen, los lugares de los cuales se apropian, y la manera en que estos mecanismos operan. Los contactos entre los distintos actores se analizan a partir de datos históricos (cuando estos existen) pero principalmente se privilegia una entrada desde los modos del habitar (Sassone, 2002) de los residentes, en particular de los migrantes chilenos. Se trabajó con metodologías cualitativas, observación participante, grupos focales informales y entrevistas en profundidad bajo la técnica de relatos de vida de migrantes chilenos. También se trabajó con fuentes escritas como documentos históricos y periodísticos. Es estudio del habitar de los migrantes nos permite reconstruir las trayectorias migratorias donde se identifican prácticas, usos y representaciones del barrio y la ciudad y explican el fenómeno desde los sujetos en su cotidianeidad. En este contexto entendemos la vida cotidiana como “un espacio de construcción y entrecruzamiento donde las circunstancias políticas, culturales, históricas, económicas y personales, posibilitan que el hombre construya su subjetividad y su identidad social” (Castro citada en Lindón, 2006:390). El concepto de “red social” como el producto de interacciones entre individuos en contextos políticos, económicos y sociales, resulta útil para el estudio de las relaciones de los migrantes en destino. Se distinguen por una parte las redes informales y por el otro, las formales. En el caso de los migrantes, el origen geográfico común de los miembros (redes informales) explica a menudo la formación de asociaciones (redes formales). En este caso de estudio, la formación de asociaciones fue intensa durante los primeros años de residencia de los chilenos en la ciudad. Se pueden reconocer dos tipos de asociaciones de migrantes según su función: social-cultural o política. Las redes informales fueron herramientas que contribuyeron a un agrupamiento espacial. Asimismo, la formación de las respectivas Juntas Vecinales favoreció las gestiones ante las autoridades para la instalación de infraestructura urbana básica. El objetivo de este trabajo es reconstruir el proceso espacial de nacimiento y consolidación de estos barrios e identificar las estrategias comunitarias de los migrantes chilenos. Interesa también destacar la importancia y utilidad, teórica y metodológica, de la noción de barrio para el estudio de los modos de territorialización de los migrantes que habitan en la complejidad del espacio urbano desde una doble mirada: en su relación con los elementos interactuantes en el proceso de expansión urbana, y como escenario donde se despliegan las estrategias comunitarias de los migrantes. El origen y organización de ciertos barrios ha tenido a los migrantes chilenos como actores destacados. Las redes informales de connacionales y familiares se constituyen como elementos clave para comprender las lógicas socioespaciales del agrupamiento de chilenos. El funcionamiento de redes migratorias formales e informales, aun en situaciones adversas, forjaron concertaciones basadas en la solidaridad socioespacial. En este contexto la fundación y pertenencia a una asociación ha sido una estrategia de doble función para el migrante: legitimar la visibilidad del grupo dentro de la sociedad receptora y canalizar la apropiación del espacio. Este análisis nos permite reconocer que la construcción de redes formales implica una territorialización más fuerte, una mayor visibilidad ante la sociedad receptora. Lugares que les son propios, como los edificios de las sedes de las asociaciones, legitiman la implantación de los migrantes a largo plazo. Entonces la participación, en particular en asociaciones como las Juntas Vecinales, impulsa con más eficacia a los migrantes como protagonistas en la construcción de los espacios urbanos. Bibliografía citada Capron, Guenola; Gonzalez Arellano, Salomón (2006) “Las Escalas de la segregación y de la fragmentación urbana” Revista Trace, 49 (Junio-Julio) Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), Mexico, 65-75. Lindón, Alicia (2006) “Geografías de la vida cotidiana” En: Lindón, Alicia, Hiernaux, Daniel (Dirs) Tratado de Geografía Humana. Editorial Anthropos, México. Sassone, Susana María (2002) “Espacios de vida y espacios vividos. El caso de los inmigrantes bolivianos en el Area Metropolitana de Buenos Aires”, En: Salman, Ton, Zoomers, Annelies (eds.) El éxodo andino. La migración Transnacional desde Bolivia, Ecuador y Perú. Cuadernos del CEDLA, Ámsterdam, 91-121.