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La Crónica de Thietmar de Merseburg fue redactada entre los años 1012 y 1018, mientras desempeñaba sus funciones episcopales. Se trata de un documento que permite reconocer los acontecimientos más relevantes del Imperio otónida, así como las relaciones entabladas con los vecinos. Por su situación geográfica, Merseburg -pertenenciente al arzobispado de Magdeburg- se encuentra en un lugar de contactos asiduos con el mundo eslavo. Varios personajes que se formaron en Magdeburg o en Regensburg (otra ciudad que impulsaba la cristianización de los pueblos eslavos) se convirtieron en obispos, pero conjugaron tal actividad con la misión. Entre ellos se encuentran Boso de Merseburg, Adalberto de Praga y Bruno de Querfurt, que merecen los halagos de Thietmar por su labor piadosa. Dado que la función episcopal bajo el Imperio otoniano requería el compromiso con las realidades del siglo, los obispos cuya actividad es descrita por Thietmar se encuentran constantemente involucrados en actividades administrativas e inmiscuidos en conflictos políticos. En el caso de Boso, Adalberto y Bruno, dichas tareas son mencionadas, pero el foco está puesto en la formación, la piedad, el milagro y/o el martirio: indudablemente, se destacan de sus contemporáneos por su compromiso con la religión. De este modo, veremos cómo Thietmar describe los sucesos biográficos de estos obispos misioneros acentuando, tanto en la estructuración de la narración como en la adjetivación, su piedad frente a las funciones político-administrativas de todo obispo. Dado que el rol de misionero ocupa un lugar fundamental en las biografía de estos tres personajes, se exalta dicha labor, mientras que no son mencionados en el contexto de conflictos de poderes, sino en el contexto de conflicto con los otros paganos.