IMHICIHU   13380
INSTITUTO MULTIDISCIPLINARIO DE HISTORIA Y CIENCIAS HUMANAS
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Vida e Imagen: Gregorio Magno"
Autor/es:
OFELIA MANZI, JORGE BEDOYA, PATRICIA GRAU-DIECKMANN
Libro:
Idade Média: permanência, atualização, residualidade
Referencias:
Lugar: Fortaleza; Año: 2008;
Resumen:
VIDA E IMAGEN: Gregorio Magno Ofelia Manzi Jorge Bedoya Patricia Grau-Dieckmann 1.- La biografía El estudio de la iconografía de Gregorio Magno ejemplifica acerca del uso de los textos referenciales en la producción de imágenes y demuestra la relación existente entre lo ámbitos de realización y los temas seleccionados. La figura de San Gregorio ha alcanzado relevancia tanto por sus condiciones intelectuales como por su vigorosa actuación como pontífice. Las diversas fuentes que tratan su vida entremezclan elementos de la realidad con otros legendarios y han proporcionado las bases para el desarrollo de un corpus de imágenes que, desde el siglo VIII demuestran el interés generado por su personalidad. Fue una sorpresa para todos sus estudiosos que en 1904 apareciera lo que constituye hasta hoy la primera biografía del santo, hasta ese entonces desconocida. El desconocido manuscrito MS 567— producido en 713 en el monasterio anglosajón de Streoneshalch (actualmente monasterio Whitby)— fue descubierto por Francis Aidan Gaquet en la Abadía de Saint Gall y publicado bajo el título Vita Beatissimi Papae Gregorii Magni Antiquissima . Lo más probable es que su autor sea Oftfor, el renombrado y culto obispo de Worcester , intelectual formado en dicho convento. Es en esta fuente en la que abrevan los biógrafos posteriores. Oftfor ya menciona lo que se convertirá en el atributo esencial de Gregorio, la paloma. Narra cómo las Homilías sobre Ezequiel fueron dictadas al oído del Papa por el Espíritu Santo en forma de paloma. Es probable que esta iconografía haya tenido su origen en las propias palabras del Papa contenidas en el prefacio de la obra, en donde manifiesta que "… con el haberme asaltado tantos cuidados, había dado al olvido las homilías sobre Ezequiel, que, según yo las exponía al pueblo, habían sido transcritas tomándolas de oído ", aunque una traducción más adecuada de la frase latina original "audio quod dico" sería "tal como las oía", que avala con mayor precisión la existencia de una inspiración proveniente de una fuente externa, en tal caso, el Espíritu Santo Otro relato del manuscrito producido en Whitby es una historia que probablemente haya sido tomada de la vida del emperador Heraclio (610-641) época próxima a la de la muerte de Gregorio. En el texto atribuido a Oftfor se cuenta un episodio en el cual el emperador Trajano (98-117) es abordado por una viuda que solicita su intercesión para obtener justicia por la muerte de su hijo, situación idéntica a una protagonizada por Heraclio . Se relata que en una ocasión, mientras Gregorio paseaba junto al Foro de Trajano, se puso a meditar sobre esta historia, llegando a la conclusión de que la actitud justa demostrada por el emperador debía ser interpretada como un rasgo propio de un cristiano más que de un pagano. Mediante sus oraciones o, según otros, a través de su llanto , obtuvo el perdón para Trajano y su pasaje del Infierno al Purgatorio. La iconografía, que muestra a Gregorio con el Emperador en actitud implorante rodeado de llamas no fue muy difundida aunque la historia gozó de gran popularidad. Beda el Venerable (c.673-735) retoma básicamente el relato de Oftfor en su Historiam Ecclesiasticam Gentis Anglorum (711-731). Es especialmente cuidadoso en separar los hechos reales de los legendarios y se preocupa por citar las fuentes de las que toma los datos. Le sigue la biografía realizada por Pablo Diácono (c. 720-799), Sancti Gregorii Magni Vita, en la que el historiador resalta los episodios de carácter milagroso que dieron origen a diversas representaciones plásticas. Uno de éstos es el que se refiere a la epidemia que asoló a Roma tras la inundación del Tiber, que trajo gran pestilencia por la muerte de las"serpientes y dragones" que arrastraba el río. Apenas elegido papa, Gregorio organizó una procesión y logró así acabar con el flagelo. La leyenda fue posteriormente enriquecida y la historia final, que se refleja tanto literaria como plásticamente, da como resultado a Gregorio y su visión de un ángel envainando su espada, parado en la cima del mausoleo de emperador Adriano. Pablo Diácono recoge, también, el relato según el cual Gregorio dictaba sus Homilías sobre Ezequiel bajo la directa inspiración del Espíritu Santo que, en forma de paloma, se hallaba posado sobre su hombro . Ésta ha sido la iconografía más difundida y es la que básicamente identifica a Gregorio en los primeros tiempos. En el tardomedioevo, otra escena cobra preponderancia, basada también en una narración de Pablo Diácono. Es la Misa de San Gregorio, cuando Jesús resucitado aparece con los estigmas y los instrumentos de la Pasión , surgiendo desnudo del sepulcro y rodeado de los símbolos de la Pasión acomodados como en un escudo de armas o Arma Christi . En el siglo IX Juan Diácono escribió un biografía de San Gregorio, la Vita Gregorii, cuya innovación consistió en que el autor recurrió al testimonio brindado por las obras del propio Gregorio y a los archivos de sus cartas conservados en la Iglesia Romana. Se reiteran los mismos episodios que, ya narrados en anteriores biografías, sirvieron como referentes para la creación de la iconografía gregoriana. El vinculado con la inspiración del Espíritu Santo bajo la forma de paloma, está singularmente desarrollado pues para esa época ya estaba firmemente difundido a partir de las imágenes y se había convertido en el motivo fundamental con el que se vinculaba al santo. Su preeminencia sobre otras escenas de corte más milagroso que docto está avalada por la existencia, en Roma, de dos imágenes de Gregorio con la paloma que existían ya en vida del pontífice y a las que Juan asegura "haber visto con sus propios ojos". Estas imágenes se encontraban en la iglesia del monasterio de San Andrés y en el oratorio del Aula de León en la Escala Santa. En el siglo XIII, Jacobus de Voragine recoge todas las historias conocidas sobre Gregorio y agrega algunos relatos inéditos que enriquecerán su iconografía. 2.- La iconografía. La biografía de Gregorio Magno presentó un carácter paradigmático tal que determinó la temprana aparición de representaciones plásticas que se extendieron a lo largo de los siglos, tomando en consideración tanto su condición de escritor y Padre de la Iglesia, como su estatura como enérgico y a la vez milagroso pontífice. Según los intereses de cada época, los diversos aspectos de su vida fueron oportunamente destacados en las imágenes. Entre las primeras representaciones iconográficas se encuentran las retratísticas, en las que aparece solo o acompañado por otros personajes significativos. En el Díptico de Boecio , pieza de marfil pintado del siglo VII procedente de Brescia, está representado junto a San Jerónimo y San Agustín. En las Homilías de San Gregorio , ilustradas a comienzos del siglo IX en Italia del norte, se encuentra de pie bajo una arcada. Hacia la misma época surge otro tipo iconográfico que lo muestra en el acto de redactar sus Otro tipo iconográfico que surge hacia la misma época lo muestra en el acto de redactar sus Homilías sobre Ezequiel inspirado por el Espíritu Santo. El hecho de que esta iconografía fuera la más difundida entre los siglos VII y XIII responde al interés despertado por su condición de intelectual. Durante los primeros siglos de su existencia, la Iglesia se estructuró sobre una base administrativa garantizada por la presencia de los obispos, quienes a su vez constituyeron el sustento intelectual que fomentó el ascenso al poder por parte de la Iglesia. En este esquema, destacar el carácter divino de la inspiración de un personaje como Gregorio Magno, cuya fama de hombre excepcional lo acompañó cuando aún vivía, está relacionado con el papel otorgado en la sociedad a los intelectuales cristianos capaces de ser reconocidos como receptores directos de la inspiración divina. El hecho de que posteriormente —a partir del siglo XIV— se difundiera la iconografía relacionada con el milagro de la Misa de San Gregorio, así como la del milagro de la Procesión durante cuyo transcurso logra conjurar la peste en Roma, se explica por el cambio de situación institucional. Las tradiciones que condujeron a la fijación de una iconografía en la que el énfasis se pone en el milagro vinculado con una personalidad excepcional, demuestran hasta qué punto acontecimientos y personajes pueden ser utilizados para generar mensajes significativos de acuerdo con épocas y situaciones diversas. A fines de la Edad Media San Gregorio, reconocido en 1295 como uno de los cuatro doctores de la Iglesia occidental junto a Ambrosio, Agustín y Jerónimo, es el hombre santo, capaz de generar sucesos milagrosos. La miniatura perteneciente al Homiliario de Egino (Codex Egino) , muestra a Gregorio escribiendo bajo la inspiración divina mientras un clérigo lo contempla y sujeta el atril. Un arco, sostenido por dos columnas de lejanas reminiscencias corintias, sirve de marco a los personajes mientras que una guarda con sintéticas representaciones de pájaros y flores establece los límites de la representación. El autor ha cubierto las superficies triangulares, que se extienden entre el arco y los ángulos del marco, con elementos vegetales inspirados en la ornamentación clásica. Gregorio se ubica sobre un asiento que recuerda más al trono imperial que a las sillas donde los pintores representaban a los poetas de la Antigüedad. En este folio, el Santo apoya sus pies sobre un escabel cuyo frente está adornado con decoraciones geométricas. Al introducir todos estos elementos referenciales, el artista quiere señalar la importancia del espacio en el cual Gregorio recibe la inspiración divina. El Papa se inclina sobre un facistol mientras escribe el mensaje del Espíritu Santo a la par que sostiene el tintero con la otra mano. El clérigo, figurado de pie detrás del atril que sostiene el códice en cuyos folios escribe Gregorio, presenta un tamaño menor que la figura principal. Sobre la cabeza aureolada de Gregorio, situada en el centro de la composición, aparece el Espíritu Santo bajo forma de una paloma blanca, ubicada en un nimbo crucífero. Esta representación se destaca sobre una forma de venera cuyas puntas descansan sobre los capiteles de las columnas. La unión entre el arco y esta configuración, que remite a un espacio absidial propio de un iglesia, sirve para destacar la presencia de la Divinidad. El plano de fondo está dividido en dos zonas. La superior de color azul señala el mundo celeste y, la inferior, aunque dorada, se refiere al ámbito donde transcurre la vida del hombre y en el cual, ante la vista del observador, se produce la irrupción de lo divino. El halo de Gregorio, del mismo color, se diferencia porque los trazos están aplicados en forma radial a partir de la cabeza y está delimitado por una gruesa marca negra. Desde el punto de vista de la realización plástica se observa un predomino de la línea que no impide la aparición de algunas gradaciones tonales en el rostro y las vestimentas del Santo. De esta manera, la superposición de los planos de color y el desarrollo lineal muestran preocupaciones diferentes a aquellas que sostenían la representación en el mundo romano. En el códice identificado como Registrum Gregorii presenta al Santo sentado en una silla curul cubierta con un almohadón y telas púrpuras mientras recibe la inspiración divina. El episodio se sitúa en el crucero de una iglesia y lo muestra con una mano apoyada sobre un libro ubicado en un atril mientras que con la otra sostiene un códice. El Espíritu Santo figurado en forma de paloma se apoya sobre su hombro derecho y le habla directamente a su oído ("audio quod dico"). El ámbito donde transcurre esta acción aparece separado por una cortina que cuelga de un tensor y envuelve a dos columnas, lo cual lleva a separar el espacio privilegiado por la presencia divina de aquél donde se encuentra un clérigo cuya función es escribir sobre una tablilla encerada las palabras dictadas por Gregorio. De acuerdo con el relato del episodio el ayudante ha agujereado el cortinado que los separa. .Hacia finales del siglo XV y principios del siguiente se encuentran trabajando en el ámbito franco-flamenco los Hermanos de Limburgo, importantes ilustradores laicos de manuscritos. En relación con la iconografía de San Gregorio, los tres hermanos realizaron obras que presentan el tradicional tema de la inspiración del Santo por el Espíritu Santo, pero en las llamadas Les Très Riches Heures de Jean de Berry, introdujeron una iconografía que, si bien fue elaborada tardíamente, desarrolla el tema de la procesión de San Gregorio en ocasión de la peste, según el relato de Pablo Diácono. Esta representación también es conocida como "Gran Letanía" o "Súplica"de San Gregorio (Figura 3). La miniatura es una obra pintada a doble página y constituye, quizás, la última realización de los Hermanos de Limburgo ya que su muerte, ocurrida en 1416 por efectos de la peste, les impidió tanto completar esta ilustración en particular como terminar la iluminación general de este códice para el Duque de Berry. Setenta años más tarde, Jean Colombe de Bourges completó este trabajo por encargo de los Duques de Savoia. Un súbito cambio en la organización general de la obra parece constituir el punto de partida para la inclusión de una ilustración con esta temática. Las causas que llevaron a estas modificaciones sólo pueden intuirse y aparecen, probablemente, relacionadas con los problemas de salud del comitente —el propio duque Jean de Berry— quien fallece el mismo año que los artistas, víctima él también de la plaga. La presencia de "La procesión de San Gregorio", cuya iconografía incluye el tema de la peste, puede relacionarse con la situación mencionada o bien con la presencia en el comienzo del códice de una miniatura que presenta al "Hombre Zodiacal" u "Hombre Astrológico", tema no habitual en un libro de horas y que los investigadores actuales vinculan con cuestiones médicas. La ilustración toma como punto de partida un hecho ocurrido en el año 590, poco después del ascenso de Gregorio al pontificado como sucesor de Pelagio II, muerto durante la peste que azotaba Roma. Gregorio llega al papado precedido por múltiples sucesos y milagros que cimientan su popularidad entre los fieles romanos. Jacobus de Voragine recoge los relatos gregorianos de temprana cuña que, sin embargo, no habían encontrado su vía de manifestación plástica . El dominico relata que para rogar por el cese de la plaga, el nuevo Papa decidió realizar una procesión que debía recorrer la ciudad implorando la gracia divina. Acompañaba a los suplicantes la imagen de "Santa María siempre Virgen" considerada arquetípica y pintada, según la tradición, por San Lucas, que se veneraba en la Basílica de Santa María Mayor. Un rasgo típico de este hagiógrafo del siglo XIII es adornar y completar, con detalles que añaden verosimilitud, las escuetas historias que han sido meramente reseñadas con anterioridad. Refiere que, a medida que se desplazaba la efigie de María, el aire se purificaba y se oían voces angélicas que cantaban. En momentos en que se producían estos hechos, el Papa vio a un ángel posado sobre la torre del "castillo de Crescencio" envainando una espada ensangrentada, gesto que indicaba la finalización del flagelo. A partir de este hecho, el Mausoleo de Adriano, transformado en castillo durante la Edad Media, recibió el nombre de Castel Sant’Angelo . Los folios 71v y 72r del Libro de Horas, muestran tres columnas de texto y la miniatura que lo acompaña. La narración y la enunciación de las letanías propiciatorias se organizan en una columna en el primer folio y, en el segundo, en dos hileras ubicadas en un mismo campo. La ilustración cubre el espacio central existente entre los dos campos y las zonas vacantes laterales así como el espacio que en la parte inferior deja libre la escritura. Los artistas han utilizado los espacios en alto entre las columnas del texto para representar diversas arquitecturas rodeadas y unificadas por una muralla que aluden —por la presencia de la sepultura de Adriano, de una iglesia que representa a la antigua basílica de San Pedro y de otras diversas construcciones— a la ciudad de Roma, tal como la imaginaban los hermanos Limburgo, que no habían estado nunca en la ciudad . Una procesión, que pasa por una puerta representada a la izquierda del observador e ingresa a la ciudad por otra, abierta en la muralla y ubicada en el extremo opuesto de la miniatura, se extiende delante de las arquitecturas y por debajo de los textos, completando la unidad visual de ambos folios. Las murallas significan y contienen el ámbito urbano mientras la presencia de los procesantes otorga significado religioso al espacio que rodea a la ciudad. La procesión está integrada por habitantes de la ciudad, peregrinos, monjes, diversas jerarquías eclesiásticas y el Papa, precedido por los personajes que portan un relicario, otros que llevan lujosos códices litúrgicos de suntuosa encuadernación, dos custodias, un incensario y un recipiente de agua bendita . El Pontífice está representado de pie, con los brazos en alto, mientras contempla al Ángel parado sobre la torre del castillo. Gregorio y una mujer del pueblo, que realiza el gesto contrario al Papa, echando los brazos hacia atrás en señal de sorpresa, son los únicos que perciben el milagro ya que el resto de los integrantes de la procesión se encuentran rezando, observando a los muertos o atendiendo a los que caen moribundos. En la representación aparecen varios niños, unos se aferran a las faldas de su madre reclamando su protección, mientras otros señalan a un diácono caído junto con la custodia que portaba. Resulta sorprendente que la custodia con el Cuerpo de Cristo toque escandalosamente el piso. Pero esta situación, que los demás integrantes de la procesión miran con relativa indiferencia, puede referirse a una leyenda no recogida por los biógrafos y que refiere un caso de descreimiento de un diácono acerca de la presencia de Cristo en la hostia. Si bien este relato se refleja iconográficamente en las representaciones de la llamada Misa de San Gregorio, quizás podría aparecer elípticamente en este personaje caído que parece no gozar de la simpatía de los procesantes que lo rodean. Estos acontecimientos aportan diferentes significados a una obra comenzada a pintar en tiempos de peste porque muestra el castigo y el perdón, al Papa como participante de un milagro, y la presencia de un testigo, que indica a quienes recorran los folios de este códice la necesidad de no olvidar los aspectos fundamentales de las relaciones entre el hombre y la Divinidad. Otro tema iconográfico que se difundió tardíamente sobre todo en países del Norte de Europa, es el de la Misa de San Gregorio. Como ejemplos de esta temática pueden citarse una miniatura que integra un libro de horas realizado en Tournai , y otra existente en un códice ilustrado por un seguidor de Simón Marmión . La ilustración que muestra el tema de la Misa de San Gregorio en el primero de los libros citados, aparece rodeada por un profuso marco decorativo que combina elementos vegetales y droleries. En ella se presenta al Papa de rodillas ante un altar sobre el cual aparece Cristo de pie, mostrando sus laceraciones y ubicado delante de la columna envuelta por la soga, el martillo, la cruz con la leyenda INRI, la lanza, la esponja y la escalera. Dos flagelos aparecen colgados de un barral que recorre la pared lateral mientras que, en la grada que rodea al altar, se distribuyen los clavos, la tenaza y los dados. El misal sobre un atril, dos candeleros con sus velas prendidas, el copón y la tiara papal se distribuyen alrededor de la figura divina. Esta escena ocurre en el interior de la antigua iglesia de la Santa Cruz en Jerusalén, situada en la ciudad de Roma. La historia, que es originariamente relatada por Pablo Diácono y que no es recogida por otro historiador posterior, posiblemente tenga una base visual y referencial real aunque distorsionada por la interpretación que sostiene que se trata de la aparición al Papa durante su oficio de la Misa, de Cristo estigmatizado junto a sus atributos pasionales. La escena se ubica, tanto legendaria como iconográficamente, dentro de la iglesia romana de la Santa Cruz en Jerusalén, fundada por Santa Elena alrededor de 325 para albergar las reliquias de la Santa Cruz, tierra del Santo Sepulcro, espinas de la corona, un clavo de la Crucifixión, el títulus de la Cruz y parte de la columna de la flagelación. Allí existe aún un mosaico con la imagen de la Imago Pietatis, o "Cristo Sufriente" (siglos XIII o XIV), con una leyenda agregada probablemente en 1495 que indica que ésta es una copia de la imagen que pintó Gregorio tras su visión, aunque ningún biógrafo menciona este dato . La escena del libro de horas de Tournai se desarrolla en un interior cuyo espacio ha sido realizado utilizando diferentes puntos de vista. Esta resolución crea efectos visuales contradictorios por la fuga de las baldosas del pavimento y aquéllas correspondientes al altar, a la única pared representada y el techo tachonado de estrellas sobre fondo azul. Los dos personajes aparecen representados mediante una tendencia a la planimetría, en especial el Santo cubierto por una capa azul con bordados dorados. Estas particularidades estilísticas son características de la escuela franco-flamenca y de la época de realización de la obra. Entre las imágenes generadas a partir del cambio en la intencionalidad de destacar diferentes facetas gregorianas, que partió de un énfasis en su condición de intelectual para luego centrarse en la necesidad de difundir sus milagros —y, podría decirse, forjar nuevos o remozar y ampliar los originales, como en el caso del de la Misa— se encuentran las referidas a aspectos vinculados con la vida del emperador Trajano, relatos existentes en la primera de las biografías conocidas, la atribuida a Oftfor, aún cuando no se conoce ninguna representación iconográfica anterior al siglo XV. El recorrido por algunos de los múltiples ejemplos que el arte medieval, en sus variadas manifestaciones plásticas, ofrece en relación con la figura de San Gregorio, permite establecer algunas conclusiones: En primer lugar la variedad de motivos iconográficos muestran el valor otorgado a la figura del personaje a través varios momentos de su biografía. Destacar a través de la imagen sus virtudes de intelectual y hacedor de milagros, de manera recurrente y de acuerdo con los intereses histórico-políticos de diversas épocas, ponen de manifiesto la fuerte impronta que se le reconocía a la comunicación de mensajes a través de la representación icnográfica. Los textos sustentados en aspectos más o menos reconocidos de una biografía real, se mezclan con los elementos legendarios multiplicados a través del tiempo. Los contenidos literarios devenidos formas visuales se convierten en nuevos textos cuya capacidad de comunicación acompaña a una creciente valorización del mensaje icónico. La figura de Gregorio Magno, su historia real o ficticia se aúnan a través del tiempo constituyendo un corpus que instala los valores que encarna en un lugar privilegiado del pensamiento colectivo.