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En la década de los 90, la región metropolitana de Buenos Aires no quedó al margen de las transformaciones sociales, políticas y económicas, que la posicionaron dentro del mundo globalizado. Las consecuencias de estos procesos se han reflejado en el ordenamiento urbano territorial, mostrando la evolución hacia un nuevo patrón de crecimiento basado en la fragmentación de las áreas urbanas, la segregación social y la participación del sector privado en los procesos de urbanización. La multiplicación de enclaves residenciales cerrados en las zonas degradadas de la periferia o en las áreas que otrora fueran de explotación agrícola, la extensión de las autopistas metropolitanas, y la concentración de equipamientos de centralidad fuera de las ciudades, son sólo la cara visible de una transformación estructural, que no ha sido acompañada por un desarrollo socio-territorial equilibrado. Consecuentemente, en la dinámica de expansión de los partidos[i] periféricos han surgido agrupaciones de actores privados, que están interviniendo en la planificación urbana, y junto con ellos, nuevas formas de gestión que intentan integrar los sectores públicos y privados. [i] La provincia de Buenos Aires es la única provincia argentina, con una división político-administrativa en partidos cuyo territorio es coincidente los límites municipales. Según la Constitución Provincial los partidos son autárquicos, no autónomos. Sin embargo, los mismos configuran el área de influencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, constituyendo una unidad funcional que no posee ningún tipo de autoridad metropolitana.