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En la década de 1950 El Alto era un barrio periférico de La Paz, luego en el año 1988 se convirtió en ciudad. En esta década recibió un gran flujo migratorio de las denominadas víctimas del modelo neoliberal: los fabriles, los mineros y la población rural aymara. Actualmente, según el Censo de 2010, es la segunda urbe más poblada del país con un importante peso económico y político. El objetivo de este trabajo es abordar los lazos sostenidos por los hogares de migrantes con sus comunidades rurales de origen y la relación con sus trayectorias migratorias (residenciales y laborales)Desde la perspectiva de la sociología urbana crítica (Lefebvre, Pradilla Cobos, entre otros autores) se pretende analizar el supuesto proceso de descampenización del país y, a su vez, debatir con los postulados de la teoría de la modernización. Los resultados demostraron que los migrantes jóvenes se concentran en la periferia de la ciudad y mantienen un hilo de mayor continuidad con el área rural. De este modo, se manifiesta una diferenciación social espacial respecto a la composición sociodemográfica y laboral de la población, y a la dinámica urbana según la localización centro-periferia definida.Para llevar a cabo esta investigación, se propone una estrategia metodológica multimétodo. La reconstrucción de las trayectorias migratorias se realizó a partir de entrevistas semi-estructuradas en profundidad a la población migrante. Finalmente, se aplicó una encuesta -con un muestreo estratégico no probabilístico- a miembros de 100 hogares en total en dos barrios con una situación diferente en la relación centro-periferia de la urbe alteña (16 de Julio y El porvenir I respectivamente). Esta última permitió indagar sobre la intensidad desigual que presentan los lazos campo-ciudad, además de las características sociodemográficas y laborales más generales de la población bajo estudio.