INSUGEO   12554
INSTITUTO SUPERIOR DE CORRELACION GEOLOGICA
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
La Frontera de Salta en tiempos del Coloniaje
Autor/es:
ALFREDO TOMASINI Y RICARDO N. ALONSO
Editorial:
Mundo Gráfico Salta Editorial
Referencias:
Lugar: Salta; Año: 2012 p. 208
ISSN:
978-987-1618-96-5
Resumen:
Prólogo En Salta, extenso territorio a caballo de fronteras, la conciencia de su pasado ha sido más fuerte que la conciencia de su espacio, a pesar de que el conocimiento del pasado comenzó a manifestarse como un interés por el conocimiento de su espacio. Se trataba de respaldar la fijación de sus límites en una cartografía oficial que no habría contemplado los “justos derechos” ni las demandas de una provincia económicamente empobrecida y territorialmente amputada durante el siglo XIX. Al igual que en la Nación y en la mayor parte de las provincias, en Salta la búsqueda de documentos, la organización de sus archivos, los estudios históricos y la publicación de los primeros textos de historia regional reconocen su origen en ese interés por delimitar el espacio local, precisando fronteras con apoyo de documentos históricos que reforzaran los alegatos jurídicos. No parece casual que el primer libro impreso en Salta (1872) recogiera en un rústico volumen de 287 páginas tres investigaciones de autores interesados en los límites con Bolivia. Es la cuestión abordada en ese libro por Juan Martín Leguizamón, Casiano Goytia y Mariano Zorreguieta, integrantes de una comisión designada por el gobierno. Desde Salta, ellos compartían los mismos afanes con Manuel Ricardo Trelles, en Buenos Aires. Los trabajos de compilación y estudio de estos documentos fueron continuados en 1888 por una comisión designada por el gobierno, presidida por Manuel Solá. Ese año la comisión publicó un libro de 291 páginas dividido en tres partes: límites internacionales, límites interprovinciales y límites interdepartamentales. Documentos de los siglos XVII y XVIII, relacionados con La Frontera, se incluyen en el penúltimo capítulo. Bernardo Frías admitió que el origen de su “Historia de Güemes” estuvo en el encargo de revisar nuestro devastado archivo, que, en 1899, le hizo el gobierno de Salta “con el fin de encontrar los documentos relativos a los límites de esta provincia con las de Tucumán y de Jujuy”, en momentos que recrudecían “las disputas sobre extensiones territoriales”. Frías tenía entonces 33 años. En 1893, seis años antes de que Frías comenzara esa búsqueda, en una conferencia en Chicago Frederick Jackson Turner expuso su hipótesis sobre “El significado de la frontera en la historia norteamericana”. Turner tenía 32 años cuando, con esa exposición, produjo un gran cambio en el enfoque del pasado de los Estados Unidos al advertir sobre la importancia de la frontera en su historia. Si bien la necesidad de acopiar documentación presentada como prueba de las pretensiones territoriales de Salta contribuyeron a rescatar y a ordenar parte importante de sus papeles más antiguos, abriendo camino a estudios de la historia local apoyados en testimonios escritos y en la investigación, tal impulso no alcanzó a formularse en hipótesis ni a forjar una visión sociológica más amplia, parecida a la que tuvo Turner. A los autores mencionados que estudiaron en Salta este tema en la segunda mitad del siglo XIX, se añaden algunos más cuyo interés por esta cuestión se cruzaba con la historia. Mencionar, entre otros, los aportes de Abel Ortiz (1884); Alfonso Peralta (1933); Carlos Serrey (1938); Atilio Cornejo (1947); Juan Manuel de los Ríos, desde 1947 a 1962 periodo en el que sentó las bases para la organización del Archivo Histórico de Salta, y Ramón D’Andrea (1996) Aunque las cuestiones de límites se dirimen para dibujar en un mapa líneas de fronteras entre jurisdicciones vecinas, la mayor parte de los temas concomitantes que plantean esos espacios en disputa, por lo general periféricos, escasamente poblados y de una débil o nula estructura institucional, no concitaron demasiado interés entre nosotros. Más atención mereció la frontera como espacio de fricción y de conflictos alimentados por recelos mutuos y destinados a bloquear los intercambios y a separar, que el concepto de frontera como punto común de interacción, abierto al entendimiento, a la cooperación y a la complementación. Paradójicamente, durante décadas y salvo unas pocas excepciones, la historia escrita de Salta exaltó el terruño pero relegó, y hasta ignoró, la importancia social del espacio. En la mayor parte de los casos, las alusiones al espacio incurren en una doble reducción: la del espacio al paisaje y de éste a un mero decorado. No se trata de sugerir que el medio geográfico determina la historia, pero tampoco de negar su importancia como factor que la condiciona. La nuestra parece una historia de continuidades, olvidadiza de los movimientos, de los cambios, de las interrelaciones, más centrada sobre un espacio acotado y poco comunicado, sobre un eje político militar -más que institucional-, girando alrededor de un puñado de familias principales, de militares y políticos notorios, más que en lo individual y en lo social. Esta condición periférica que tuvo el espacio en nuestras preocupaciones quizás pueda explicarse, en parte, por el marcado contraste entre la escasez de población y la vastedad del primitivo territorio de la Gobernación del Tucumán, y el de esa misma jurisdicción, más tarde reducida, de la Intendencia de Salta del Tucumán. La abundancia puede llevar a la indiferencia; la de tierras poco ocupadas o desocupadas, suele cegar al observador. La que aquí estudian Tomasini y Alonso es una frontera dibujada con precisión en el espacio y en el tiempo. El objeto de este libro es La Frontera, nombre con el que, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, se designó una amplia extensión del territorio salteño que abarcaba los actuales departamentos de Anta, Metán y Rosario de la Frontera, al sudeste de la provincia, entre cuyos pobladores Juan Alfonso Carrizo recogió en 1931 parte del cancionero popular conservado por tradición oral. “Los salteños llaman La Frontera a esta parte de la provincia, porque el camino seguido por los colonizadores pasaba por la Candelaria, Rosario y Metán, y dividía el territorio salteño en dos partes: la región sometida al oeste de las cumbres de Metán y la infestada por indios al naciente. Como se ve, la tradición ha generalizado la expresión. En la época de la entrada de los españoles, La Frontera estaba poblada por indios de raza tonocotés, más o menos mansos, según dice Boman, y por lules belicosos y bárbaros, según el sentir de los cronistas: Bárzana, Techo, Narváez y Machón”, explicó Carrizo. La importancia de este segundo y más amplio texto de los doctores Alfredo Tomasini y Ricardo N. Alonso, La Frontera de Salta en tiempos del coloniaje, no procede únicamente del tema estudiado, del valor de los documentos, libros y cartografías aquí citados o del rigor de su tratamiento. El valor de este libro, ejemplo de cooperación de calidad entre investigadores de sólida formación en disciplinas diferentes, deriva, además, de su profundo conocimiento del suelo y del subsuelo, y de la experiencia y las vivencias que tienen los autores del paisaje, los recursos naturales, la cultura, los vestigios de ciudades, fuertes y reducciones, de antiguos caminos y senderos, de testimonios de cronistas y viajeros (1558- 1788) y de los hombres mestizados de esa Frontera, escenario de mutaciones y de una “intensa actividad humana” durante dos siglos. La lectura de esta nueva e importante obra de los doctores Tomasini y Alonso me remitió a las excelentes investigaciones de Hebe Clementi sobre Frederick Jackson Turner, pioneras en la Argentina. Entre ellas, su libro La frontera en América. Una clave interpretativa de la historia americana, obra en cuatro tomos editados en Buenos Aires en 1985. Fue Hebe Clementi, amiga a quien recuerdo con gratitud y afecto, quien ensanchó el camino para comprender nuestra historia a partir de una clave con dos grandes protagonistas: “el espacio americano y su apropiación como obra del hombre”. Hace 45 años, Clementi hizo un llamado al que el aporte de Tomasini y Alonso, parece dar cabal respuesta hoy: “En Argentina, sería empresa de magnitud y de creación procurar una visión integradora de nuestro pasado en función de frontera, frontera como proceso de ocupación y urbanización. Eludiríamos la frontera como tedioso problema de límites, y se tendría una comprensión integradora, fusionadora, y plenamente nacional, de nuestro pasado y de nuestro futuro”.- Gregorio A. Caro Figueroa Cerrillos (Salta) agosto de 2012