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Investigaciones realizadas en las últimas décadas con perros domésticos criados como mascotas, muestran que poseen una serie de capacidades cognitivas especiales. Estas habilidades le permiten la lectura de claves sociales y comunicativas de los humanos3. Una de las señales comunicativas más relevante, es la dirección de la mirada a la cara del humano en situaciones de conflicto. Diversos autores sugieren que esta habilidad es producto del proceso de domesticación; ya que los lobos, aún criados durante la ontogenia por humanos, no las desarrollan2, 3. No obstante, un estudio reciente mostró que la respuesta de mirar a la cara del humano es sumamente flexible; su duración y frecuencia se incrementan cuando es reforzada y disminuye como resultado de procesos de omisión y extinción, aún con pocos ensayos de entrenamiento. Esto sugiere que dicha respuesta se puede modular con relativa facilidad, por procesos de aprendizaje durante la ontogenia1. En síntesis, ambos procesos, domesticación y aprendizaje, no serían excluyentes. El objetivo de este estudio es demostrar el rol del aprendizaje en la modulación de la respuesta de mirada en una especie emparentada con el perro pero que no ha sufrido un proceso de domesticación. Para ello se utilizaron 6 zorros pampa que estaban en cautiverio con un escaso contacto con los humanos. El experimento constó de 2 ensayos preliminares de reforzamiento diferencial de la mirada a la cara del humano con instigación; 6 ensayos de adquisición, en donde el experimentador entregaba al animal un refuerzo cada vez que éste lo miraba a la cara; 1 ensayo de extinción, iguales a los de adquisición, excepto que no se entregaba comida y por último un ensayo de recuperación donde el animal era reforzado nuevamente. Se utilizó un programa de razón fija 1. La duración de todos los ensayos fue de 5 minutos y el intervalo entre ensayos de 1 hora. Para el análisis de datos se realizaron estadísticos no-paramétricos. Los resultados muestran que la duración de la mirada se incrementó significativamente durante el reforzamiento y disminuyó durante la extinción, volviendo a aumentar en la recuperación. Estos resultados apoyarían la hipótesis de que las señales comunicativas, en este caso la mirada, pueden ser modificadas variando las contingencias ambientales. Además ponen de manifiesto la importancia del aprendizaje durante la ontogenia mas allá de la domesticación. Por último extienden los resultados hallados en perros a una nueva especie de canidos no estudiada hasta el momento.