INBA   12521
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN BIOCIENCIAS AGRICOLAS Y AMBIENTALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Biocontrol de Cercospora sojina mediante el uso de rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal
Autor/es:
SIMONETTI E; CARMONA MA; SCANDIANI MM; LUQUE AG; PUCHEU NL; KERBER NL; CORREA OS; GARCÍA AF
Reunión:
Congreso; Quinto congreso de la soja del Mercosur. Primer Foro de la Soja Asia Mercosur; 2011
Resumen:
La mancha ojo de rana (MOR), causada por el
hongo Cercospora sojina Hara,
se desarrolla en todas las zonas donde se cultiva soja (Glycine max L.), siendo más destructiva en regiones
cálidas y húmedas.
En Argentina la MOR fue citada por primera vez
en 1982 (Bonacic Kresic & Campagna, 1982), y en 1983 en la región centro de
Córdoba (Giorda & Justh, 1983). Para el ciclo
agronómico 2009/10 el aumento en prevalencia, incidencia y severidad de la
enfermedad fue notable y significativo en la mayoría de las regiones sojeras de
Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires (Carmona et al., 2009; Carmona et
al., 2010). Las pérdidas ocasionadas
por esta enfermedad fueron estimadas en 2000 millones de dólares para la
campaña argentina 2009-2010 (Taller Nacional sobre MOR, 2010).
Las medidas de control de la MOR incluyen el uso de genotipos
tolerantes o resistentes, la rotación de cultivos con hospedantes no
susceptibles, el uso de semilla sana o tratada con fungicidas curasemillas
efectivos y el uso de fungicidas foliares basado en el umbral de daño
económico. De todas ellas, la principal medida de manejo se basa en el uso de
variedades de soja resistentes. Sin embargo, si bien existen algunas variedades
resistentes y de mejor comportamiento a la enfermedad en la Región Pampeana,
que es la principal área sojera del país, el control químico es la única
alternativa disponible para evitar los daños en variedades susceptibles. Éstas
últimas representan actualmente casi el 50% del área sembrada en dicha región
argentina (Carmona et al., 2010).
La utilización de microorganismos benéficos para
el control de fitopatógenos constituye una alternativa ó práctica adicional que
permite reducir el uso de productos químicos en la agricultura. En la
actualidad existe una amplia literatura que describe el uso potencial de
bacterias asociadas a las plantas como agentes estimuladores del crecimiento
vegetal y biocontroladores de microorganismos fitopatógenos (Sturz et al., 2000,
Welbaum et al., 2004, Souto et al., 2004). Las bacterias que colonizan la
superficie de las raíces y la rizosfera, y que a su vez promueven el desarrollo
de las plantas, se denominan PGPR (del inglés Plant Growth Promoting
Rhizobacteria). Los mecanismos de biocontrol de enfermedades mediados por estas
bacterias comprenden la competencia por un nicho ecológico o un sustrato, la
producción de antibióticos, y la inducción de resistencia sistémica en la
planta hospedadora frente a un amplio espectro de patógenos (Iavicoli et al,
2003; Meziane et al, 2005) y/ó estreses abióticos (Yang et al, 2009).
La resistencia sistémica inducida en la
planta frente a patógenos ó ISR (del
inglés Induced Systemic Resistance) depende
de las rutas reguladas por las hormonas etileno y ácido jasmónico (van Loon et
al., 1998). Durante el desarrollo de ISR se produce un fortalecimiento de las
paredes de las células vegetales y cambios en las reacciones fisiológicas y
bioquímicas de la planta. Estos cambios están asociados con alteraciones en los
niveles de ciertos metabolitos secundarios y enzimas involucradas en la defensa
(Ongena et al., 2001; Verhagen et al., 2010) y en la regulación de especies
reactivas de oxígeno (van Loon et al., 2008; Verhagen et al., 2010).
En trabajos
previos de nuestro grupo, se han aislado, caracterizado y seleccionado varias
cepas de bacterias autóctonas, a partir de suelos supresivos donde crecen
plantas de soja. Tres de estos aislamientos, han sido identificados y
designados como Pseudomonas
fluorescens BNM297, P.
fluorescens BNM296 y Bacillus
amyloliquefasciens BNM340, mostrando estas dos últimas un efecto
protector frente al marchitamiento causado por el hongo Pythium ultimum (León et al., 2009). En otra línea de
trabajo, hemos aislado, caracterizado e identificado la cepa BNM122 de B. amyloliquefaciens que
presentó actividad de biocontrol frente al tizón de plántulas de soja, producido
por Rhizoctonia solani (Souto et al., 2004). Esta cepa ha mostrado una eficiencia
equivalente al tratamiento químico (Tiram + Carbendazim) en el control de este
patógeno (Correa et al., 2009).
Basándonos en los antecedentes previos, la
hipótesis general de trabajo propuesta es que la inoculación de plantas
susceptibles de soja, mediante pulverización en el follaje con las cepas de bacterias
autóctonas mencionadas, tendría un efecto de biocontrol sobre el hongo C. sojina.