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Los primeros estudios científicos de los materiales de pinturas de caballete y objetos arqueológicos se remontan a fines del siglo XVIII y comprendieron el análisis de pigmentos y aglutinantes mediante reactivos químicos específicos, ensayos con calor y pruebas de solubilidad en diferentes solventes. La cantidad de muestra requerida para estos ensayos era considerable y resultaba difícil identificar mezclas complejas de materiales. Sin embargo, estas primeras investigaciones, en particular las realizadas en el período de 1780-1880, contribuyeron a establecer la concepción de que la aplicación de la química y la metodología científica al estudio de objetos de arte era un desafío fascinante en sí mismo. Esto motivó la participación de científicos en el análisis de objetos de arte y en expediciones arqueológicas al punto tal que, después de 1880, la mayoría de los análisis de materiales, fundamentalmente de pinturas de caballete, fueran realizados por químicos y farmacéuticos, incluyendo a algunos de los más prestigiosos del siglo XIX [1].