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La pequeña comunidad de los Tomárâho, etnia del tronco cultural de los Zamucos, irrumpió en el escenario de la antropología sudamericana y mundial hace relativamente poco tiempo. Siempre alejados de las riberas del río Paraguay, este pueblo permaneció por muchos años oculto a la mirada de las sociedades organizadas modernas. Como todo pueblo en estrecho contacto con la naturaleza, los Tomárâho mostraron una profunda y rica cosmovisión, que guarda paralelos con otras culturas aborígenes quizás más estudiadas, como así también detalles que le son propios. Esto también se da en su imaginario del cielo y de los personajes que guardan una estrecha relación con la bóveda celeste. Los Tomárâho imaginan el mundo como una superficie plana en forma de disco, al que llaman Hnymich. Sobre este inmenso disco de tierra se ubican los paisajes familiares para ellos, sus pueblos, ríos y bosques, y también las comarcas vecinas de otros pueblos con los que tuvieron contacto. El Hnymich se apoya sobre las aguas de un mundo acuático al que llaman Niogorot urr. Como sucede con otros pueblos antiguos, la presencia de un mundo acuoso subterráneo entra dentro de la cosmovisión Tomárâho por la importancia que ellos asignan a las fuentes de agua, en pozos y ríos. El Niogorot urr está subdividido en varios estratos, ubicados a diferentes profundidades. Por encima del disco de la tierra se ubican varios cielos transparentes, llamados genéricamente Porrioho. Son semiesferas inmensas que rodean a los Tomárâho y que ellos imaginan apoyadas en los bordes del disco Hnymich. Aparte de estas descripciones relacionadas con la tierra, el inframundo y los cielos característicos, la concepción Tomárâho de lo celeste incluye muchas representaciones relacionadas con las estrellas, tanto individuales como en grandes grupos. Encontramos la Vía Láctea, llamada Iomyny, y su significación, quizás como camino de las almas, y otras "nebulosas" del cielo bien visibles desde las regiones del gran Chaco Paraguayo, como las Nubes Grande (kakywysta) y Pequeña (kakywyhyrta) de Magallanes. También el Sol, Deich, y la Luna, Xekulku, son protagonistas de varios relatos caros a su cultura. Existen ciertas narraciones que involucran al astro Venus, que ellos llaman Iohdle, y que guardan relación con la Luna. Muchos elementos del cosmos Tomárâho tienen seres protectores asignados, ya de trate de insectos (protegidos por el ser Niogogo) o de otros elementos de la avifauna local, como así también las estrellas (protegidas por Abich, el astro hijo de Venus). En sus relatos y dibujos se ha podido representar también el Kululte o Charo, que es el árbol cósmico o sosten del mundo y que, como en muchas otras culturas, funciona como nexo entre el Porrioho y el Niogorot urr. El Charo tiene un lugar privilegiado en las narraciones de los viajes chamánicos. Esta presentación oral se basa en los prolongados estudios antropológicos de G.Sequera quien, recientemente y en colaboración con el astrofísico A.Gangui, ha comenzado un análisis pormenorizado de los diversos elementos astronómicos presentes en el cielo imaginado por los Tomárâho y por otras etnias Chamacoco. Se hará una breve reseña sobre esta cultura aborigen: lugares donde viven y regiones de influencia en el pasado, su familia lingüistica, su modo de vida y cómo el avance de "la civilización" afectó su cultura. Mencionaremos luego los trabajos de campo ya realizados durante décadas y los estudios y publicaciones existentes. Haremos también una descripción de la metodología de este trabajo de campo y de las prácticas antropológicas particulares (singularidades y dificultades). Por último, nos concentraremos en la concepción Tomárâho de lo celeste, y describiremos el análisis que hemos venido haciendo en los últimos meses de trabajo conjunto. [NB: En este resumen se han omitido todos los caracteres especiales en las palabras Tomárâho (en todas menos una).]