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Resumen de la Disertación En las últimas décadas, se ha estudiado ampliamente el potencial de diferentes géneros bacterianos para ejercer efectos en el ecosistema intestinal, con beneficios para la salud y bienestar del hombre o animales. Los principales estudios se han centrado en los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, y muchas de sus especies son actualmente utilizadas como probióticos, incluidas en diferentes productos alimenticios y farmacéuticos. Sin embargo, otros microorganismos que forman parte de cultivos iniciadores de productos lácteos o que participan en fermentaciones de vegetales, se consideran hoy probióticos potenciales ya que puede demostrarse que muchos de ellos logran permanecer en el ecosistema el tiempo suficiente para ejercer algún beneficio al huésped. Las propionibacterias lácteas forman parte del cultivo iniciador de quesos Gruyère, Emmental y variedades similares por lo cual su tránsito por el intestino humano es habitual en algunas poblaciones con alto consumo de estos productos. En los últimos 15 años, el estudio de las propiedades tecnológicas de estas bacterias se ha desplazado a un segundo plano, mientras aumenta progresivamente el volumen de información disponible sobre su potencial como probióticos, no sólo para humanos sino también para animales. Se les ha atribuido efectos benéficos basados en la inhibición de microorganismos patógenos, control de actividades enzimáticas perjudiciales de la microbiota autóctona, producción de vitamina B12 y producción de factores bifidogénicos. Pero su principal atributo radica en ser productores de ácidos acético y propiónico por fermentación de carbohidratos. Estos ácidos, junto al ácido butírico, son los productos de fermentación mayoritarios de la microbiota autóctona y representan la principal fuente de energía del epitelio intestinal. Participan en la proliferación, diferenciación y apoptosis de células envejecidas o dañadas y en el transporte de electrolitos y agua a través del epitelio; influyen sobre el metabolismo lipídico en el hígado y proveen energía a diferentes tejidos. Muchos de estos efectos mediados por ácidos grasos de cadena corta, ya han sido demostrados en nuestro laboratorio en animales que reciben propionibacterias lácteas incorporadas en sus dietas. Otro efecto importante, que demostramos recientemente, derivado de la actividad metabólica de estas bacterias en el intestino, es la modificación de la cantidad y tipo de mucus producido por las células caliciformes, lo cual contribuye indirectamente a reforzar la barrera intestinal. Además, hemos determinado que algunas propionibacterias lácteas son capaces de adsorber toxinas y factores antinutricionales contribuyendo a la protección del epitelio frente a compuestos naturalmente incluidos en la dieta. El conocimiento de este género bacteriano y sus efectos en el ecosistema intestinal alientan a utilizar nuevos criterios para la selección de cultivos probióticos y a estudiar sus propiedades tecnológicas con el objetivo de diseñar nuevos alimentos con efectos benéficos para la salud.