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El curso de postgrado sobre nematología que anualmente se dicta en diferentes universidades del país, reveló la presencia de un grupo heterogéneo e individualista de alumnos, de distintas edades, profesiones, necesidades y objetivos profesionales, estableciendo tres culturas, la joven, intermedia y adulta. Esto nos llevó a aplicar la cultura participativa, metodología basada en la premisa de aprender coordinando el demostrar, comparar, decir, escuchar, discutir, recordar, en una interacción continua de los miembros del grupo y docentes, se destruye el rol del único líder para que todos participen. El encuentro entre las tres culturas muestra diferentes grados de individualismo, producto de la formación. La cultura participativa trata de destruir este individualismo haciendo que todos vuelquen un parecer del material en estudio que se les presenta, para que en conjunto lleguen a una conclusión, teniendo en cuenta obviamente las experiencias individuales previas. Se divide al grupo en subgrupos de 4 -5 alumnos formados por miembros que representan las tres diferentes culturas. A cada subgrupo de le presenta, por ejemplo, en un preparado microscópico, la estructura bucal del nemátodo, libros con fotos y figuras del mismo, y una serie de preguntas sobre la morfología y fisiología de la estructura que están observando, que deben leer de a uno por vez y contestar el subgrupo. El docente tiene el rol de permitir al líder, que surge naturalmente en los grupos, estar unos pocos minutos, de manera que cada uno de los integrantes puedan ser líderes, uno por vez, lo que dure la resolución de la pregunta que le tocó al azar. La discusión final se realiza entre los diferentes subgrupos alcanzando una concusión final general. De esta manera con esta metodología, se observó que se rompe con el clásico verticalismo de profesor, docentes y alumnos, logrando un aprendizaje fluido, interactivo donde las experiencias previas son útiles.