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La soja es una leguminosa con un alto valor nutricional por la composición de sus proteínas y aceites poliinsaturados. Además, posee un importante contenido de fitoquímicos, tales como isoflavonas, lecitinas, oligosacáridos, tocoferoles, esteroles, inhibidores de tripsina y fitatos, los cuales ejercen efectos fisiológicos sobre el hombre y los animales. Entre ellos, las isoflavonas junto con las proteínas serían los componentes más promisorios. Estudios epidemiológicos indican que la población que consume regularmente productos derivados de soja presenta una menor incidencia de cáncer de mamas, colon y próstata; osteoporosis y síntomas menopáusicos. Estos atributos son claramente relevantes en la prevención y el tratamiento de enfermedades crónicas. Las acciones biológicas de las isoflavonas de soja (genisteína, daidzeína y gliciteína) son adjudicadas a las agluconas. La estructura de estos compuestos es muy similar al 17-estradiol y se describió que los mismos tienen mayor afinidad por el receptor  (RE) que por el  (RE) Esta característica le confiriere efectos selectivos para los distintos tejidos, siendo similares a estrógenos en algunos de ellos y no produciendo ningún efecto en otros, o bien actuando como anti-estrógenos, dependiendo del tipo de receptor que regule la actividad del tejido. Diferentes estudios muestran los efectos biológicos de proteínas de soja tales como antitumorales, hipocolesterolémicos, antimicrobianos, antioxidantes y antihipertensivos. En algunos casos, la hidrólisis de las proteínas de soja por acción de proteasas y microorganismos para obtener péptidos de menor peso molecular favorecería la actividad biológica de estas proteínas. Estos hallazgos nos sugieren el potencial que poseen algunos de los componentes de la soja para ser utilizados como productos nutracéuticos