IMBICE   05372
INSTITUTO MULTIDISCIPLINARIO DE BIOLOGIA CELULAR
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
¿Y el tejido adiposo?
Autor/es:
SPINEDI E
Lugar:
Mar del Plata, Argentina
Reunión:
Simposio; VIII Congreso de FASEN; 2010
Institución organizadora:
FASEN
Resumen:
¿Y el tejido adiposo?, una pregunta que, dada la silenciosa aceptación de meramente representar un órgano de reserva energética para el organismo, durante varias décadas no fue formulada ni investigada en cuanto a su ¨rol¨ funcional en el desarrollo de obesidad. A partir del descubrimiento que la proteína denominada leptina (ob) era producida por el adipocito maduro, el tejido adiposo (TA) encontró la clasificación funcional dentro del sistema endocrino. El TA no sólo secreta ob, sino una variedad de productos denominados adipoquinas. A través de estas señales endocrinas es entonces que el TA se encuentra relacionado recíprocamente con otros sistemas biológicos del organismo, tales como el hipotálamo, las glándulas adrenales, el sistema reproductivo, el páncreas endocrino, entre otros. El temprano reconocimiento del desarrollo de disfunciones adipocitarias, como ocurre en otros estados fisiopatológicos, y las posibles estrategias para su corrección resultan elementos de alto valor preventivo para el desarrollo de enfermedades asociadas, y así contribuyen al mantenimiento integral del estado de salud. Es denominado Síndrome Metabólico (SM) está bien caracterizado por la aparición de alteraciones en varios marcadores antropométricos y biológicos en el ser humano. Los cambios en las conductas de alimentación y de actividad física en el individuo han sido identificados como factores preponderantes en el establecimiento de enfermedades cardio-vascular, cerebro-vascular, SM, obesidad y diabetes mellitus tipo 2 (DMT2). Un factor dietario que ha sido reciente y significativamente alterado es el correspondiente a un consumo masivo y elevado de edulcorantes por la población. Existe actualmente información indirecta que indica una tendencia al aumento del consumo individual anual de fructosa. Esta molécula otorga, cuando adicionada a la dieta cotidiana, una activación del sentido del gusto correspondiente varias veces más eficaz que la inducida por la glucosa. La fructosa posee la capacidad, a diferencia de la glucosa, de no estimular directamente la función endocrina pancreática (carece de efecto liberador de insulina), y la concentración de su transportador (GLUT5) es muy baja en la célula beta pancreática. Dado que el GLUT5 se expresa en el intestino, su absorción a la circulación está garantizada, y luego es derivada al hígado por vía portal, para ser metabolizada fundamentalmente para el aporte de carbonos en el proceso lipogénico hepático. Esta capacidad ha conllevado a su sobre-utilización como edulcorante dietario. En Estados Unidos de Norteamérica, la disponibilidad anual ¨per capita¨ e, indirectamente, el consumo individual de fructosa han aumentado significativamente entre los años 1970 y 1997. Este hecho es el resultante de un aumento de la producción industrial de bebidas gaseosas y no gaseosas con alto contenido en fructosa, y de otros alimentos procesados en presencia de un exceso de fructosa, particularmente por la elevada ¨disponibilidad¨ de ¨high fructose corn syrup¨ (HFCS). El HFCS se produce industrialmente por un mecanismo de isomerización enzimática de glucosa a fructosa, y representa el 35 % (aproximadamente) de los edulcorantes actualmente utilizados. El HFCS presente en bebidas contiene 55 % en fructosa (aproximadamente). De los datos publicados por el Departamento de Agricultura de USA, si bien la ¨disponibilidad¨ anual ¨per capita¨ de sacarosa ha descendido en forma moderada, contrariamente, la de HFCS ha aumentado potencialmente entre los años 1970 y 1997. Del consumo de fructosa, estimado indirectamente por la ¨disponibilidad¨ de fructosa agregada (derivada de sacarosa y HFCS) a la dieta, ésta aumentó de 64 g/día, en el año 1970, a 81 g/día, en el año 1997. Valores que no incluyen un aumento por aporte de fructosa disponible (de 2,5 g/día per capita) en forma natural, proveniente del incremento en la ¨disponibilidad¨ de otros alimentos conteniéndola, tales como frutas y vegetales. Como ejemplo, vale mencionar que 355 cc (1 latita!) de una bebida gaseosa pueden aportar hasta 50 g de fructosa (200 Kcal), sin contar el aporte energético del resto de sus componentes. Es de destacar que los cambios en la conducta alimentaria (respecto al consumo excesivo de fructosa) durante los estudios realizados coinciden temporalmente con el marcado incremento en el desarrollo de obesidad. Entonces, resulta de gran valor el cuestionamiento sobre si un aumento en el consumo de fructosa contribuye o no con la ganancia de peso corporal y sus secuelas metabólicas en el individuo. En esta exposición analizaremos las consecuencias de la ingesta de una dieta iso-calórica con alto contenido de fructosa administrada, en el agua de bebida (al 10 %, p/v) durante tres semanas, sobre diversos marcadores metabólicos y sobre la función del TA de la rata adulta. Analizaremos las consecuencias de este tratamiento cuando aplicado en ratas normales de ambos sexos, y en ratas hembra cursando un fenotipo metabólico deteriorado por el tratamiento neonatal con un exceso de andrógeno (Síndrome de Ovario Poliquístico; SOP). Estudios recientes sugieren que el mecanismo inicial alterado luego del consumo de un exceso de fructosa durante tres semanas es el aumento en la producción de especies reactivas de oxígeno, incrementándose así el estrés oxidativo. Resultando en un aumento en las concentraciones circulantes de triglicéridos y ácidos grasos libres, intolerancia a la glucosa y el desarrollo de un estado de insulino-resistencia. También se observó un cambio en la composición de ácidos grasos a nivel del TA abdominal, con un incremento el porcentaje de ácidos grasos saturados, así como un aumento en ambas, la liberación ácido grasos libre in vitro y en el nivel de estrés oxidativo local (TA abdominal). Como mencionado anteriormente, el adipocito es una célula endocrina; entonces, nosotros estudiamos el efecto del alto consumo de fructosa por la rata macho adulta normal, durante tres semanas, y centramos la atención en los cambios de varios bio-marcadores en circulación, incluyendo varios productos secretados por el TA (adipoquinas). Analizamos los cambios en la masa adiposa y el tamaño adipocitario del TA abdominal, así como la expresión génica de leptina e IRS-1/-2 (mediadores de la señal inducida por la insulina). Finalmente, estudiamos la actividad endocrina adipocitaria evaluando la secreción de leptina, tanto espontánea como cuando estimulada por la acción de la insulina. Cuando los estudios sobre el efecto del consumo excesivo de fructosa los aplicamos en la rata con fenotipo metabólico de SOP, realizamos un test de tolerancia a una sobrecarga de glucos para poder informarnos sobre la respuesta de adipoquinas relacionadas a insulino-sensibilidad, tales como leptina y adiponectina. Finalmente, en ese modelo, también analizamos la expresión génica (leptina y adiponectina) y la abundancia proteica (adiponectina) en el TA, aunque en este caso el denominado parametrial (aquel que encuentra relación arquitectónica con el sistema reproductivo de la rata hembra). Adicional y finalmente, la actividad endocrina de adipocitos parametriales aislados de estos animales fue evaluada in vitro. Los resultados de estos estudios indican que el consumo excesivo de fructosa, a través de la dieta y durante tres semanas, induce: 1) claras disfunciones de la actividad endocrina adipocitaria (abdominal y parametrial), y 2) que cuando el individuo corresponde a un deteriorado fenotipo metabólico (SOP), esta dieta agrava las pre-existentes disfunciones metabólicas y del TA parametrial.