CEVE   05368
CENTRO EXPERIMENTAL DE LA VIVIENDA ECONOMICA
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
LOS RECURSOS DEL HABITAT: UN CIRCUITO PRODUCTIVO INTERACTORAL.
Autor/es:
PAULA PEYLOUBET
Lugar:
SAN JUAN
Reunión:
Congreso; 1 CONGRESO IBEROAMERICANO DE TEORIA DEL HABITAR; 2008
Institución organizadora:
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
Resumen:
El presente trabajo pretende aportar a una reflexión acerca del valor de la construcción del conocimiento. En este sentido se quiere repensar desde la perspectiva general de la epistemología (el cómo) y la axiología (el para qué – los valores)  la utilidad y razón social de la investigación ligada al hábitat popular. Las expresiones aquí vertidas son el corolario de diversas investigaciones y acciones realizadas por el equipo de autores en los últimos años. Sobre esas investigaciones y acciones se ha podido reconstruir una posición investigativa fundada en la lógica de la  utilidad social de la investigación que precisa de campos teóricos elucidantes como así también de campos empíricos transformables. La investigación en hábitat popular no posee ningún valor si no constata con evidencias reales que el conocimiento producido mejora situaciones iniciales. Este nuevo enfoque alternativo se basa en la existencia de potencialidades en los sectores pobres, que aún bajo estados de vulnerabilidad y carencias, desarrollan satisfactores endógenos, producto de estrategias de sobre vivencia nacidas de la necesidad y de sus  potenciales creativos, propios de la naturaleza del ser humano. Su participación directa en la resolución de los problemas es sin duda entonces, una salida. Estas nuevas ideas precisan de un campo liberador que permita explicar el nuevo modo de comprender el problemas desde un nuevo planteamiento cognitivo y  cultural. Somos testigos de este cambio conceptual y estructural del abordaje en las investigaciones referidas a hábitat popular. Por otro lado, la incertidumbre, las no precisiones y el caos ya no operan sobre nuestros pensamientos como unidades capaces de abortar nuestras ideas. Son justamente el alimento de las nuevas concepciones. La maravilla de este tiempo, de construcciones colectivas y de transformaciones, se basa en la capacidad creativa del investigador (sujeto cognoscente) y de la participación activa del habitante (sujeto por conocer) discurriendo sobre la compleja problemática de hábitat en torno a los cambios en la realidad. Finalmente se está comprendiendo que el investigador debe ser parte de un hecho cultural, profundamente decidido a reencontrarse. Los escenarios de investigación deben abandonar los laboratorios y “tomar las calles”. El sector intelectual debe estar persuadido de que su producción necesariamente encuentra un nicho si responde al uso social. Hoy más que nunca somos testigos y podemos ser adherentes a la construcción de conocimiento de rango superlativo, honrado por la condición de utilidad social y consagrado a la búsqueda de un desarrollo integral centrado en el equilibrio entre el ser humano y su hábitat (PEYLOUBET. 2007). Este nuevo enfoque alternativo se basa en la existencia de potencialidades en los sectores pobres, que aún bajo estados de vulnerabilidad y carencias, desarrollan satisfactores endógenos, producto de estrategias de sobre vivencia nacidas de la necesidad y de sus  potenciales creativos, propios de la naturaleza del ser humano. Su participación directa en la resolución de los problemas es sin duda entonces, una salida. Estas nuevas ideas precisan de un campo liberador que permita explicar el nuevo modo de comprender el problemas desde un nuevo planteamiento cognitivo y  cultural. Somos testigos de este cambio conceptual y estructural del abordaje en las investigaciones referidas a hábitat popular. Por otro lado, la incertidumbre, las no precisiones y el caos ya no operan sobre nuestros pensamientos como unidades capaces de abortar nuestras ideas. Son justamente el alimento de las nuevas concepciones. La maravilla de este tiempo, de construcciones colectivas y de transformaciones, se basa en la capacidad creativa del investigador (sujeto cognoscente) y de la participación activa del habitante (sujeto por conocer) discurriendo sobre la compleja problemática de hábitat en torno a los cambios en la realidad. Finalmente se está comprendiendo que el investigador debe ser parte de un hecho cultural, profundamente decidido a reencontrarse. Los escenarios de investigación deben abandonar los laboratorios y “tomar las calles”. El sector intelectual debe estar persuadido de que su producción necesariamente encuentra un nicho si responde al uso social. Hoy más que nunca somos testigos y podemos ser adherentes a la construcción de conocimiento de rango superlativo, honrado por la condición de utilidad social y consagrado a la búsqueda de un desarrollo integral centrado en el equilibrio entre el ser humano y su hábitat (PEYLOUBET. 2007).