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El problema principal en el campo del Hábitat Popular es la visión reduccionista en la interpretación de su situación, de sus características y de sus posibilidades. Cuando se menciona al Hábitat Popular, sin duda, se dibuja en nuestras mentes una imagen urbana de pobreza, de asentamientos precarios, mal construidos, con una población "diferente". Por supuesto esta es la imagen que representa y expresa a aquella mala interpretación del Hábitat Popular, y es justamente por ella que el problema se plantea reducidamente. A la pobreza se la relaciona comúnmente con la carencia. Los indicadores siempre señalan la falta "de algo"; por ejemplo: las necesidades básicas "insatisfechas", necesidades definidas desde un enfoque materialista de la necesidad, la "línea de pobreza", ingresos menores a la canasta familiar básica, "déficit habitacional", falta de vivienda nueva o mejoras en las existentes...Por sólo mencionar algunos de los indicadores que caracterizan a esta interpretación de la pobreza. Este es el enfoque reduccionista del que hablo, con que durante estos años se ha intentado revertir la situación del Hábitat Popular. Por supuesto la situación está lejos de revertirse y cada vez más lejos...Y además ¿Qué cosa debería revertirse?, ¿No habrá acaso expresiones altamente conservables dentro del Hábitat Popular y su producción?. ¿Nadie se ha preguntado si la definición del problema, que se desea resolver está verdaderamente dada por estos indicadores de carencia y "falta" de algo?, ¿No se ha pensado acaso en que la pobreza principalmente es una relación de personas, conductas y contextos? y si es así, ¿porqué no comenzar por descubrir al hombre que forma parte de esa pobreza? Tal vez podríamos encontrar en ese hombre las respuestas que acerquen soluciones eficientes.