IBYME   02675
INSTITUTO DE BIOLOGIA Y MEDICINA EXPERIMENTAL
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Regulacion del crecimiento y diferenciacion del ovario
Autor/es:
TESONE M; IRUSTA G
Libro:
Función Reproductiva Femenina: Bases fisiológicas, fisiopatología y su diagnóstico
Editorial:
Montpellier
Referencias:
Año: 2007; p. 3 - 18
Resumen:
En los mamíferos, el ovario es el sitio de almacenamiento y desarrollo de los oocitos formados durante la vida embriónica/fetal ó alrededor del momento del nacimiento. La principal función de la gónada femenina es la maduración del oocito para la fertilización y  exitosa propagación de la especie 1. Para esto genera un ambiente propicio para la instalación del cigoto, ligado a cambios inducidos por la transformación del folículo ovulatorio en el cuerpo lúteo 2;3. Además, el ovario constituye el principal portador de las células secretoras de hormonas femeninas que desarrollan y mantienen los caracteres sexuales secundarios de la hembra, así como también las características adecuadas durante la preñez. Durante la adultez la superficie del ovario es nodular y se encuentra cubierta por una capa monoestratificada de células cúbicas ó poliédricas, llamada epitelio germinal  4. Esta cubierta epitelial está frecuentemente invaginada hacia el tejido conectivo subyacente, llamado túnica albugínea, formando pequeños pliegues, hoyos ó criptas. Por debajo se encuentran dos zonas: la llamada zona cortical y la zona medular, y el límite entre ambas no se encuentra bien definido. La primera comprende al estroma ovárico (formado por tejido conectivo laxo, fibroblastos y precursores de células tecales), y folículos en distintos estadíos de maduración, atrésicos y cuerpos lúteos. La zona medular que se encuentra muy vascularizada e inervada, contiene células de tipo muscular y tejido conectivo laxo. El ovario de mamíferos es, por lo tanto, un órgano heterogéneo en cuanto a la población celular presente en un momento dado, y también lo es en el tiempo, a lo largo de la vida del individuo. A partir de la pubertad, se producen variaciones hormonales cíclicas que afectarán tanto al ovario como al cuerpo lúteo y útero,  preparándolos para la expulsión del ovocito y la potencial implantación del blastocisto.