Toxicidad de los contaminantes ambientales en la función ovárica

ALICIA GRACIELA FALETTI

Buenos Aires

Simposio; V Encuentro Latinoamericano de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva y VI Congreso Argentinao de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva; 2008

Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva

La supervivencia de una especie depende de la integridad de su sistema reproductivo. Los avances tecnológicos y científicos han extendido de manera significativa la vida y asimismo han mejorado la calidad de la misma. Pero concomitante con estos avances, el desarrollo industrial aportó demasiadas sustancias químicas de uso común que dañaron significativamente nuestro entorno. El impacto de muchas sustancias sobre el sistema reproductor se ha acentuado en los últimos años, sobre todo si tenemos en cuenta la significativa disminución en la tasa de fertilidad. El sistema reproductor es muy sensible a la acción de un agente tóxico, con algunas poblaciones más vulnerables que otras. Pero un organismo en desarrollo de cualquier especie, es indudablemente el principal blanco de un agente tóxico.   Los contaminantes orgánicos persistentes son sustancias químicas con diferentes estructuras que producen una gran variedad de efectos nocivos sobre la salud humana y animal. Los miembros de esta familia incluyen a los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs) y halogenados que son en su mayoría contaminantes industriales tales como los bifenilos policlorados (PCBs), dioxinas (PCDDs), bifenilos polibromados (PBBs), dibenzofuranos (PCDFs), ftalatos y muchos más. Son altamente tóxicos ya que son persistentes en el ambiente, lipofílicos y estables químicamente, sufren poca biotransformación,  por lo que se bioacumulan en cualquier organismo y por lo tanto en la cadena alimentaria. Varios estudios confirmaron la presencia de PCBs, PCDDs y PCDFs en fluido folicular humano. Estos estudios revelaron que más de la mitad de las mujeres incluidas en programas de fertilidad estuvieron expuestas a niveles de contaminantes ambientales suficientes para ser detectados en suero y fluido folicular. Ni siquiera un recién nacido está libre de ellos. Están presentes desde el momento de la concepción ya que se transmiten a través de la placenta y la leche materna. La mayoría de estos compuestos producen cambios bioquímicos o respuestas tóxicas sobre la salud reproductiva, incluso a muy bajas concentraciones, por interaccionar con el receptor de los hidrocarburos aromáticos (AhR), presente en numerosos tejidos reproductivos incluyendo al ovario. La principal ruta de exposición humana de estos compuestos es a través de la ingesta de aguas o alimentos contaminados. La exposición a estos tóxicos ambientales puede comprometer severamente la función ovárica por uno o varios mecanismos posibles. Los sitios de acción incluyen el sistema hipotálamo-hipófisis con alteración del patrón de secreción normal de las gonadotrofinas o en el ovario mismo afectando la maduración del oocito y/o directamente anulando al oocito mismo. Los mecanismos por el cual los contaminantes ambientales ejercen su acción tóxica sobre el oocito puede ser directa o indirecta alterando los distintos estadios de desarrollo por acción sobre las distintas células foliculares que protegen, nutren e interaccionan con el oocito. La pérdida de integridad de esas células foliculares puede comprometer la capacidad de mantener la viabilidad del oocito, bloquear la esteroidogénesis, la que a su vez altera el balance endócrino y llevar a la disfunción ovárica con la consecuente infertilidad. En algunos estudios, según la dosis utilizada, no se observó un efecto inmediato sobre la maduración del oocito, pero se observó claramente efectos negativos sobre la posterior fertilización o desarrollo embrionario de estos mismos oocitos. Por lo tanto para realizar una evaluación completa del riesgo de estos compuestos se necesita una exhaustiva investigación toxicológica sobre todas las etapas del desarrollo del oocito.