CEFYBO   02669
CENTRO DE ESTUDIOS FARMACOLOGICOS Y BOTANICOS
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Plantas endémicas en la alimentación de los indígenas del Gran Chaco: Etnobotánica y Conservación
Autor/es:
SCARPA, G.F.
Lugar:
Gramado, Rio Grande do Sul, República Federetiva del Brasil
Reunión:
Congreso; 57º Congresso Nacional de Botânica; 2006
Institución organizadora:
Sociedade Botânica do Brasil
Resumen:
PLANTAS ENDÉMICAS EN LA ALIMENTACIÓN DE LOS INDÍGENAS DE GRAN CHACO: ETNOBOTÁNICA Y CONSERVACIÓN Gustavo F. Scarpa Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos - Paraguay 2155, piso 16º (1121), Buenos Aires, Argentina. e-mail: gustavo22et@yahoo.com.ar La conservación de los recursos fitogenéticos es inescindible del rescate cultural asociado a dichos recursos, y por ende, del mejoramiento de la calidad de vida de las personas que, a pesar de sus elevadísimos niveles de pobreza y exclusión, nos ofrecen desinteresadamente estos conocimientos. Cuando  los recursos considerados son plantas endémicas alimenticias, los estudios sobre su conservación y rescate cultural permiten contribuir con elementos valiosos para revertir la tendencia mundial hacia la simplificación de la dieta que posee consecuencias negativas para la salud, el equilibrio nutricional y la seguridad alimentaria (IPGRI, 2005). El Gran Chaco Americano es una región boscosa que se sitúa en el centro de América del Sur, se extiende desde latitudes tropicales (18°S), hasta ambientes subtropicales (31°S), entre los 57º y 66º de longitud Oeste. Es el área más grande de Bosque Seco en América del Sur y la región boscosa más extensa, después del Amazonas. Abarca una superficie de 1.066.000.0 km2 y ocupa territorio en cuatro países: Argentina (62,19 %), Paraguay (25,43%), Bolivia que posee (11,6%) y Brasil con sólo 8.250,8 km2 (0,77% del total) en Matto Grosso do Sul. Se definen claramente tres regiones según su posición en el gradiente pluviométrico: Chaco Húmedo en su porción oriental, Chaco Seco en su porción occidental y Chaco Serrano en el sur. Comprende un mosaico de ecosistemas que varían desde los bosques xerofíticos, sabanas y estepas, incluyendo grandes áreas de inundación estacional así como áreas de transición entre estas formaciones. En esta región se conocen más de 3400 especies de plantas de las cuales aproximadamente 400 son endémicas (The Nature Conservancy et al., 2005). El conocimiento sobre su diversidad vegetal todavía es incompleto. De hecho, ninguno de los países que lo conforman ha publicado aún una flora de sus respectivas áreas chaqueñas típicas. Debido en parte a ello, el término "endémico" aquí empleado alude a plantas cuyo mayor porcentaje de su distribución areal se encuentra en la región del Gran Chaco -también llamadas "características de la región", aunque su distribución alcance tambien a otras regiones aledañas. El Gran Chaco es, también, un gran polo de diversidad cultural. Desde hace aproximadamente 7.000 años, los habitantes originarios de esta región desarrollan una cultura estrechamente asociada a sus recursos naturales. Hasta no hace mucho, la región era el hogar de grupos nómadas de cazadores-recolectores y pescadores, y algunos grupos de agricultores sedentarios. Entre ellos se pueden contar distintos grupos lingüísticos como el Zamuco (que incluye lenguas como el Ayoreo y el Chamacoco), el Guaycurú (Mbayá, Payaguá, Toba, Pilagá, Mocoví), el Tupí-Guaraní (Izoceño, Chiriguano, Guarayo, Chané), el Maskoi (Lengua, Kaskihá, Sanapaná, Angaité) el Matako-Maka (Chorote, Mataco, Nivaklé, Maká), y el Lule-Vilela (Vilela), entre otros, totalizando unas 20 lenguas y 30 dialectos. El objeto de la presente contribución consiste en identificar la importancia que las plantas endémicas del Gran Chaco poseen en la alimentación de los grupos aborígenes todavía presentes en esta región, a fin de alertar acerca de la importancia de su conservación en vista a los procesos de degradación ambiental que aceleradamente están ocurriendo en la misma. Para ello se realizó una búsqueda bibliográfica de los trabajos etnobotánicos sobre plantas alimenticias empleadas por los grupos étnicos del Gran Chaco publicados hasta la fecha, dado que no existen aún trabajos que compendien esta información. Para ello se consultaron los trabajos de Filipov (1996) para los Pilagá; los de Maranta (1987) y Arenas (2003) para los Wichí; el de Arenas (2003) para los Toba-Pilagá, los de Schmeda-Hirschmann (1994; 1998) para los Ayoreo; los de Arenas (1981; 1982) para los Lengua y los Maká respectivamente; el de Arenas & Scarpa (2006) para los Chorote; los de Martínez Crovetto (1964) y Vuoto (1981) para los Tobas; y el de Martínez Crovetto (1965) para los Vilela. Asimismo, también se revisaron aquellos artículos científicos que tuvieron específicamente como objeto el relevamiento de la utilización de una o más especies alimenticias para distintas etnias del Gran Chaco. Entre éstos se cuentan los de Schultz (1963); Arenas & Giberti (1987a; 1987b y 1993); Arenas (1999a y 1999b); Arenas & Arroyo (1988); Arenas, Maranta & Sáenz (1986); Maranta & Mazzei de Planas (1985); Arenas & Scarpa (1999 y 2003); y el de Scarpa & Arenas (2002). Además de las señaladas, otras obras de importancia se consultaron con el objeto de precisar el grado de endemismo de las plantas alimenticias antes identificadas. Para ello se consultó el Catálogo de las Plantas Vasculares de la República Argentina de Zuloaga y Morrone (1996; 1999), el trabajo de Prado (1991), el de Scarpa (2000); y la Evaluación Ecoregional del Gran Chaco (The Nature Conservancy et al., 2005). Los resultados de esta pesquisa permiten concluir que los indígenas del Gran Chaco utilizan un total de 170 taxa vegetales nativos como alimento, de los cuales 75 son endémicos o característicos de esta región fitogeográfica. Estos taxa pertenecen a 23 familias botánicas, de los cuales el 30 % corresponden a la familia de las cactáceas (23 especies); el 15 % a las asclepiadáceas (12 especies); el 12 % a las fabáceas (9 especies), el 5 % a las solanáceas, bromeliáceas y capparáceas por igual (4 especies cada una), y el 2.5 % a las euforbiáceas y arecáceas (con 2 especies cada una). Los géneros botánicos con mayor número de taxa endémicos alimenticios son Opuntia (con 9 especies); Prosopis (8 taxa); Morrenia (6 especies); Harrisia y Capparis (4 especies cada uno); Monvillea (3 especies); y Marsdenia, Cereus, Rhipsalis y Bromelia (con 2 especies cada uno). Se debe considerar que los indígenas pueden hacer uso de distintos órganos de cada una de estas especies vegetales endémicas alimenticias que, a su vez, pueden ser preparados de distintas maneras. Como ejemplo de ello puede mencionarse a las distintas especies de Morrenia, de las cuales se consumen sus frutos inmaduros crudos, sus frutos maduros asados, y sus hojas y tallos tiernos en ensaladas, cada uno de los cuales son considerados como datos etnobotánicos diferenciados. Según datos comparativos analizados por Arenas & Scarpa (2006) para distintas etnias del Gran Chaco, se calcula que en promedio el número de preparaciones o comidas vegetales duplica aproximadamente al número de las plantas aliementicias de cada grupo indígena.             Además de la relevancia que estos resultados específicos poseen para la botánica económica, es digno resaltar, que los estudios etnobotánicos sobre plantas endémicas poco conocidas del Gran Chaco han contribuido en muchos casos a mejorar el conocimiento que sobre ellas existía en los ámbitos científicos. Esto se realizó principalmente a través del incremento de las colecciones botánicas en sitios poco frecuentados por botánicos, así como por las informaciones suministradas por los indígenas mismos. Un ejemplo de ello lo constituye el conocimiento del sistema radicular de Marsdenia castilloni, cuyas impresionantes raíces napiformes fueron descriptas para la ciencia en base a informaciones que realizaron los indígenas acerca de su aprovechamiento alimenticio. Al tratarse de recursos alimenticios derivados de especies endémicas, las producciones culturales que utilizan como materia prima tal recurso son necesariamente únicos en el mundo. Por tanto, es altamente probable que en todas las áreas donde se registre un alto número de plantas endémicas se verifiquen también una alta endemicidad de rasgos culturales o "fito-etno-endemismos", según la terminología empleada por Mesa-Jiménez (1996). Es necesario aclarar que desde la perspectiva bio-cultural los fito-etno-endemismos no refieren únicamente al uso de especies endémicas sino también a ciertas plantas que aunque existan en otras zonas, sólo son utilizadas en esa región. Asimismo, el concepto de "endemoutilización" refiere al aprovechamiento de plantas que, aunque se utilicen en otros lugares, tienen usos distintos en la zona considerada. Estos aspectos no fueron abordados en la presente contribución por exceder los objetivos de la misma. El consumo de estas especies endémicas se halla amenazada tanto por razones ecológicas como culturales. Entre las primeras, son ampliamente conocidos los niveles de disturbio antrópico en el Gran Chaco, principalmente, debido a la expansión de la frontera agrícola, la ganadería extensiva y la explotación forestal. En segundo término, no menos importante, es que tanto las prácticas como los conocimientos relativos al consumo de dichas especies se halla en franco retroceso por todas las etnias consideradas en este trabajo, debido al importante cambio cultural que evidencian desde hace un siglo. A medida que los pueblos originarios pierden el control y/o el contacto con sus medios naturales y culturales, son echados de sus tierras o subsisten en tierras altamente degradadas y son finalmente absorbidos por la cultura del mercado, el saber ecologico local y las creencias y sabidurias de las relaciones entre el hombre y su entorno vegetal empezaron a perder su relevancia en la vida de la gente. Esto conlleva a la desaparición de estos valiosos conocimientos, fenómeno que ha sido llamado "extinción de la experiencia", es decir, la pérdida radical del contacto directo y de la interacción tradicional con el medio ambiente que los rodea. Desde esta perspectiva, como sostiene Maffi (1998), los problemas de la preservación de la diversidad cultural pueden entonces ser formulados en los mismos términos que se han propuesto para la conservación de la diversidad biológica. Esta es una de las tantas expresiones del vínculo inextricable existente entre la "biodiversidad vegetal" y la diversidad cultural.