CECOAL   02625
CENTRO DE ECOLOGIA APLICADA DEL LITORAL
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Sobre los tipos de preservación y la metodología de estudio de los insectos fósiles: el caso del registro Triásico de la Argentina
Autor/es:
LARA, M.B.; GALLEGO, O.F.
Lugar:
Resistencia
Reunión:
Otro; Comunicaciones Científicas y Técnicas, 2009; 2009
Institución organizadora:
Secretaría General de Ciencia y Técnica-UNNE
Resumen:
El estudio de los insectos fósiles se realiza sobre la base de restos y evidencias de sus actividades vitales, que sólo permiten inferir algunos caracteres morfológicos, dado que son necesarias condiciones excepcionales para que se produzca su fosilización. El grado de preservación puede variar según el tipo de roca, su ambiente de depositación y del yacimiento de procedencia. En la Argentina, la fauna de insectos triásicos es una de las más abundantes de todo el registro fósil, y procede de las formaciones Ischichuca y Los Rastros (Cuenca de Ischigualasto-Villa Unión) en las provincias de La Rioja y San Juan; y de las formaciones Potrerillos y Cacheuta (Cuenca Cuyana), en la provincia de Mendoza. Con edades que varían desde el Triásico Medio alto al Triásico Tardío bajo. Los insectos se encuentran preservados en rocas sedimentarias de litología fina (arcilitas, limolitas, tobas, etc.), siendo estas, las que mejor conservan sus delicadas estructuras morfológicas. Estas rocas son depositadas por sistemas fluviales (al perder energía), cuando el mismo se transforma a meandroso, y/o desborda ocupando la planicie de inundación, o cuando prograda dentro de un sistema lacustre. Allí, los sedimentos en suspensión, sepultan los organismos que el mismo sistema ha transportado o los que han caído al cuerpo de agua en ese momento. El material recuperado de estas sedimentitas triásicas comprende especímenes desarticulados y fragmentarios (evidencia de transporte post-morten), aproximadamente en un 97,5%. Estos corresponden en su mayoría a impresiones de alas (completas o fragmentos) y élitros de coleópteros; y otros restos aislados, como abdómenes y apéndices, en menor proporción. Los grupos mejor representados son: coleópteros, blattópteros y hemípteros, mientras que los odonatópteros, plecópteros, miomópteros, grilloblátidos, ortópteros, y tricópteros, presentan un registro menos conspicuo. El análisis de esta fauna muestra que la mayoría de los grupos presentan hábitos terrestres o aéreos (formas adultas), y unos pocos tienen fases inmaduras acuáticas. Esto implica que el registro tiene un sesgo, por la ausencia de otras formas acuáticas autóctonas, cuyas causas deberán indagarse en el futuro. La metodología empleada en la paleoentomología se basa en la descripción de los caracteres preservados (sean diagnósticos o no), mediciones, comparación y determinación taxonómica. En la definición de especies fósiles, en ocasiones (restos fragmentarios), se emplean criterios diferentes a los utilizados en especies recientes. Este es el caso de los élitros de coleópteros, que por ser la forma más común en la que se presentan y por carecer de venación, permiten sólo la definición de morfotaxones y a partir de ellos la construcción de una sistemática parataxonómica, basada en estructuras aisladas. En la paleoentomología, la venación/nerviación alar, es el carácter sistemático más empleado, por ser las alas el elemento más común en el registro fósil. Mientras que otras partes del cuerpo permiten caracterizarlos y orientarnos en su aspecto general y en su filiación a nivel de orden y familia. El estudio sistemático de los insectos fósiles aporta valiosos datos paleogeográficos, paleoclimáticos, paleoecológicos y del paleoambiente; extrapolando información brindada por los representantes actuales de los grupos analizados.