INVESTIGADORES
PLANTE Isabel
capítulos de libros
Título:
“Imagen, cultura y anarquismo en Buenos Aires. Las primeras publicaciones ilustradas de Alberto Ghiraldo: de El Sol a Martín Fierro”
Autor/es:
LAURA MALOSETTI COSTA Y MARCELA GENÉ, ISABEL PLANTE ET AL.
Libro:
Imagen y cultura impresa en Buenos Aires
Editorial:
Edhasa
Referencias:
Lugar: Buenos AIres; Año: 2009; p. 197 - 244
Resumen:
La revista Martín Fierro apareció en marzo de 1904 y se publico bajo la dirección de Alberto Ghiraldo hasta febrero de 1905. Después de la experiencia de El Sol, Ghiraldo reformulaba su proyecto de revista cultural y anarquista a partir de una fuerte y impronta criollista. El título de la publicación, que aludía al personaje de José Hernández de amplia popularidad desde su primera edición en 1872; y también su portada inaugural, ilustrada por Juan Hohmann, anticipaban el sesgo gauchesco. Este dibujo representaba un gaucho con un gran sol de fondo: al amanecer libertario presente en las tapas de El Sol se le agregaba la figura del nativo rural, hasta el momento denostado por los portadores de la palabra ácrata. El subtítulo de Martín Fierro fue “Revista Popular Ilustrada de Crítica y Arte”’ y, en efecto, cada uno de los 48 números incluyó una cantidad variable de imágenes y contó con colaboraciones regulares de algunos artistas e ilustradores locales, entre los cuales se destacan Martín Malharro (1865-1911), Juan Hohmann (1880-1955) y el dibujante humorístico Pelele (Pedro A. Zavalla, 1887-1952). Si bien las revistas y los libros ilustrados tenían ya una cierta tradición en Buenos Aires, no pasaba lo mismo con las publicaciones anarquistas locales, en las que no eran habituales las ilustraciones. En el contexto de la expansión de un nuevo circuito cultural alternativo, en el que los anarquistas tuvieron un rol preponderante y un fuerte arraigo en el movimiento obrero, Martín Fierro intentó constituirse en material de lectura para los sectores populares. A fin de desmarcarse del perfil de revista ‘de ideas’, por un lado se incorporaron temas, personajes e incluso trascripciones parciales de la difundida literatura gauchesca. Por otro lado, como ha indicado Ana Lía Rey, Martín Fierro adaptó el formato magazine, que tenía en Caras y Caretas la prueba mayor de su éxito de público. También, al igual que los magazines, Martín Fierro utilizó un arsenal significativo de imágenes: ilustraciones, fotografías, caricatura política, humor gráfico y reproducciones de obras de artistas extranjeros y argentinos. En este sentido, es posible pensar que el carácter popular que Martín Fierro anunciaba en su subtítulo no se buscó sólo por medio de la impronta criollista de sus contenidos escritos o por su formato de lectura más ágil, sino también a través de su despliegue visual. En su séptimo número Martín Fierro publicó una declaración contundente de principios estéticos en el artículo “El arte para el pueblo”. En un artículo reciente, Ana Lía Rey sostiene que “el carácter popular de la publicación no deja espacio a un desarrollo formal de la propuesta publicada en la revista” y que ésta sólo se habría puesto en marcha en la publicación siguiente de Ghiraldo, Ideas y Figuras (1909-1916). En efecto, Martín Fierro no fue una revista de arte, sino que aspiró a ser anarquista, cultural, popular e ilustrada. Y tal vez pueda pensársela como una suerte de laboratorio donde se pusieron a prueba los principios expuestos en “El arte para el pueblo”, precisamente por la ambición de conjugar estos aspectos. Esto con una urgencia que no admitía demoras en reflexiones estéticas. El análisis de las imágenes impresas en Martín Fierro tal vez pueda aportar una nueva mirada sobre las estrategias que esta revista implementó para acercar el arte al pueblo y viceversa, estrategias que también habrían sido visuales. La revista Martín Fierro apareció en marzo de 1904 y se publico bajo la dirección de Alberto Ghiraldo hasta febrero de 1905. Después de la experiencia de El Sol, Ghiraldo reformulaba su proyecto de revista cultural y anarquista a partir de una fuerte y impronta criollista. El título de la publicación, que aludía al personaje de José Hernández de amplia popularidad desde su primera edición en 1872; y también su portada inaugural, ilustrada por Juan Hohmann, anticipaban el sesgo gauchesco. Este dibujo representaba un gaucho con un gran sol de fondo: al amanecer libertario presente en las tapas de El Sol se le agregaba la figura del nativo rural, hasta el momento denostado por los portadores de la palabra ácrata. El subtítulo de Martín Fierro fue “Revista Popular Ilustrada de Crítica y Arte”’ y, en efecto, cada uno de los 48 números incluyó una cantidad variable de imágenes y contó con colaboraciones regulares de algunos artistas e ilustradores locales, entre los cuales se destacan Martín Malharro (1865-1911), Juan Hohmann (1880-1955) y el dibujante humorístico Pelele (Pedro A. Zavalla, 1887-1952). Si bien las revistas y los libros ilustrados tenían ya una cierta tradición en Buenos Aires, no pasaba lo mismo con las publicaciones anarquistas locales, en las que no eran habituales las ilustraciones. En el contexto de la expansión de un nuevo circuito cultural alternativo, en el que los anarquistas tuvieron un rol preponderante y un fuerte arraigo en el movimiento obrero, Martín Fierro intentó constituirse en material de lectura para los sectores populares. A fin de desmarcarse del perfil de revista ‘de ideas’, por un lado se incorporaron temas, personajes e incluso trascripciones parciales de la difundida literatura gauchesca. Por otro lado, como ha indicado Ana Lía Rey, Martín Fierro adaptó el formato magazine, que tenía en Caras y Caretas la prueba mayor de su éxito de público. También, al igual que los magazines, Martín Fierro utilizó un arsenal significativo de imágenes: ilustraciones, fotografías, caricatura política, humor gráfico y reproducciones de obras de artistas extranjeros y argentinos. En este sentido, es posible pensar que el carácter popular que Martín Fierro anunciaba en su subtítulo no se buscó sólo por medio de la impronta criollista de sus contenidos escritos o por su formato de lectura más ágil, sino también a través de su despliegue visual. En su séptimo número Martín Fierro publicó una declaración contundente de principios estéticos en el artículo “El arte para el pueblo”. En un artículo reciente, Ana Lía Rey sostiene que “el carácter popular de la publicación no deja espacio a un desarrollo formal de la propuesta publicada en la revista” y que ésta sólo se habría puesto en marcha en la publicación siguiente de Ghiraldo, Ideas y Figuras (1909-1916). En efecto, Martín Fierro no fue una revista de arte, sino que aspiró a ser anarquista, cultural, popular e ilustrada. Y tal vez pueda pensársela como una suerte de laboratorio donde se pusieron a prueba los principios expuestos en “El arte para el pueblo”, precisamente por la ambición de conjugar estos aspectos. Esto con una urgencia que no admitía demoras en reflexiones estéticas. El análisis de las imágenes impresas en Martín Fierro tal vez pueda aportar una nueva mirada sobre las estrategias que esta revista implementó para acercar el arte al pueblo y viceversa, estrategias que también habrían sido visuales. La revista Martín Fierro apareció en marzo de 1904 y se publico bajo la dirección de Alberto Ghiraldo hasta febrero de 1905. Después de la experiencia de El Sol, Ghiraldo reformulaba su proyecto de revista cultural y anarquista a partir de una fuerte y impronta criollista. El título de la publicación, que aludía al personaje de José Hernández de amplia popularidad desde su primera edición en 1872; y también su portada inaugural, ilustrada por Juan Hohmann, anticipaban el sesgo gauchesco. Este dibujo representaba un gaucho con un gran sol de fondo: al amanecer libertario presente en las tapas de El Sol se le agregaba la figura del nativo rural, hasta el momento denostado por los portadores de la palabra ácrata. El subtítulo de Martín Fierro fue “Revista Popular Ilustrada de Crítica y Arte”’ y, en efecto, cada uno de los 48 números incluyó una cantidad variable de imágenes y contó con colaboraciones regulares de algunos artistas e ilustradores locales, entre los cuales se destacan Martín Malharro (1865-1911), Juan Hohmann (1880-1955) y el dibujante humorístico Pelele (Pedro A. Zavalla, 1887-1952). Si bien las revistas y los libros ilustrados tenían ya una cierta tradición en Buenos Aires, no pasaba lo mismo con las publicaciones anarquistas locales, en las que no eran habituales las ilustraciones. En el contexto de la expansión de un nuevo circuito cultural alternativo, en el que los anarquistas tuvieron un rol preponderante y un fuerte arraigo en el movimiento obrero, Martín Fierro intentó constituirse en material de lectura para los sectores populares. A fin de desmarcarse del perfil de revista ‘de ideas’, por un lado se incorporaron temas, personajes e incluso trascripciones parciales de la difundida literatura gauchesca. Por otro lado, como ha indicado Ana Lía Rey, Martín Fierro adaptó el formato magazine, que tenía en Caras y Caretas la prueba mayor de su éxito de público. También, al igual que los magazines, Martín Fierro utilizó un arsenal significativo de imágenes: ilustraciones, fotografías, caricatura política, humor gráfico y reproducciones de obras de artistas extranjeros y argentinos. En este sentido, es posible pensar que el carácter popular que Martín Fierro anunciaba en su subtítulo no se buscó sólo por medio de la impronta criollista de sus contenidos escritos o por su formato de lectura más ágil, sino también a través de su despliegue visual. En su séptimo número Martín Fierro publicó una declaración contundente de principios estéticos en el artículo “El arte para el pueblo”. En un artículo reciente, Ana Lía Rey sostiene que “el carácter popular de la publicación no deja espacio a un desarrollo formal de la propuesta publicada en la revista” y que ésta sólo se habría puesto en marcha en la publicación siguiente de Ghiraldo, Ideas y Figuras (1909-1916). En efecto, Martín Fierro no fue una revista de arte, sino que aspiró a ser anarquista, cultural, popular e ilustrada. Y tal vez pueda pensársela como una suerte de laboratorio donde se pusieron a prueba los principios expuestos en “El arte para el pueblo”, precisamente por la ambición de conjugar estos aspectos. Esto con una urgencia que no admitía demoras en reflexiones estéticas. El análisis de las imágenes impresas en Martín Fierro tal vez pueda aportar una nueva mirada sobre las estrategias que esta revista implementó para acercar el arte al pueblo y viceversa, estrategias que también habrían sido visuales. La revista Martín Fierro apareció en marzo de 1904 y se publico bajo la dirección de Alberto Ghiraldo hasta febrero de 1905. Después de la experiencia de El Sol, Ghiraldo reformulaba su proyecto de revista cultural y anarquista a partir de una fuerte y impronta criollista. El título de la publicación, que aludía al personaje de José Hernández de amplia popularidad desde su primera edición en 1872; y también su portada inaugural, ilustrada por Juan Hohmann, anticipaban el sesgo gauchesco. Este dibujo representaba un gaucho con un gran sol de fondo: al amanecer libertario presente en las tapas de El Sol se le agregaba la figura del nativo rural, hasta el momento denostado por los portadores de la palabra ácrata. El subtítulo de Martín Fierro fue “Revista Popular Ilustrada de Crítica y Arte”’ y, en efecto, cada uno de los 48 números incluyó una cantidad variable de imágenes y contó con colaboraciones regulares de algunos artistas e ilustradores locales, entre los cuales se destacan Martín Malharro (1865-1911), Juan Hohmann (1880-1955) y el dibujante humorístico Pelele (Pedro A. Zavalla, 1887-1952). Si bien las revistas y los libros ilustrados tenían ya una cierta tradición en Buenos Aires, no pasaba lo mismo con las publicaciones anarquistas locales, en las que no eran habituales las ilustraciones. En el contexto de la expansión de un nuevo circuito cultural alternativo, en el que los anarquistas tuvieron un rol preponderante y un fuerte arraigo en el movimiento obrero, Martín Fierro intentó constituirse en material de lectura para los sectores populares. A fin de desmarcarse del perfil de revista ‘de ideas’, por un lado se incorporaron temas, personajes e incluso trascripciones parciales de la difundida literatura gauchesca. Por otro lado, como ha indicado Ana Lía Rey, Martín Fierro adaptó el formato magazine, que tenía en Caras y Caretas la prueba mayor de su éxito de público. También, al igual que los magazines, Martín Fierro utilizó un arsenal significativo de imágenes: ilustraciones, fotografías, caricatura política, humor gráfico y reproducciones de obras de artistas extranjeros y argentinos. En este sentido, es posible pensar que el carácter popular que Martín Fierro anunciaba en su subtítulo no se buscó sólo por medio de la impronta criollista de sus contenidos escritos o por su formato de lectura más ágil, sino también a través de su despliegue visual. En su séptimo número Martín Fierro publicó una declaración contundente de principios estéticos en el artículo “El arte para el pueblo”. En un artículo reciente, Ana Lía Rey sostiene que “el carácter popular de la publicación no deja espacio a un desarrollo formal de la propuesta publicada en la revista” y que ésta sólo se habría puesto en marcha en la publicación siguiente de Ghiraldo, Ideas y Figuras (1909-1916). En efecto, Martín Fierro no fue una revista de arte, sino que aspiró a ser anarquista, cultural, popular e ilustrada. Y tal vez pueda pensársela como una suerte de laboratorio donde se pusieron a prueba los principios expuestos en “El arte para el pueblo”, precisamente por la ambición de conjugar estos aspectos. Esto con una urgencia que no admitía demoras en reflexiones estéticas. El análisis de las imágenes impresas en Martín Fierro tal vez pueda aportar una nueva mirada sobre las estrategias que esta revista implementó para acercar el arte al pueblo y viceversa, estrategias que también habrían sido visuales.