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En este trabajo se analiza la última etapa de Kirchner en la Casa Rosada y los vínculos con Estados Unidos. En artículos anteriores sostuvimos que desde 2003 hasta febrero 2005 -fecha en que nuestro país salió del default la política exterior argentina, incluido los vínculos con Washington, estuvo enmarcada por el proceso de renegociación de la deuda externa. Las características del período posterior marcaban la necesidad de iniciar una nueva etapa con una política exterior post-default más variada en cuanto a la composición de su agenda y más precisa en cuanto a los actores privilegiados. A pesar de ello, las relaciones con Estados Unidos no mostraron un grado de definición muy diferente al de la primera etapa de gobierno. El presidente Kirchner mantuvo un compromiso claro con cuestiones que Washington consideraba centrales como la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, pero sostuvo un enfoque autonómico -en ciertos casos confrontativos- en temas como la creación del ALCA, las negociaciones con la OMC, las relaciones con el gobierno de Hugo Chávez, los acuerdos con Evo Morales, las cuestiones de seguridad jurídica para la inversión extranjera directa en nuestro país, y la intensidad de la política de Estados Unidos frente a la región, entre otros. Las relaciones tensas que caracterizaron la Cumbre de Mar del Plata en 2005, la visita de Bush a la región en el 2007 que no incluyó a la Argentina, el acto de Chávez simultáneo a esa visita organizado en Buenos Aires son muestra de una relación que, en ocasiones, adquirió un perfil hostil. Ya sobre finales de su gestión, y con la candidatura de Cristina lanzada, Kirchner reabre la posibilidad de un vínculo maduro, pero más fluido con Estados Unidos en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidos anunciando la postura de Argentina frente a Irán, tema sobre el cual Buenos Aires y Washington poseían opiniones semejantes.

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