IIDYPCA   23948
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN DIVERSIDAD CULTURAL Y PROCESOS DE CAMBIO
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
La Virgen del Carmen patrona de Chile: dinámicas de su resignificación en la cordillera
Autor/es:
BARELLI, ANA INÉS
Lugar:
Niteroi
Reunión:
Simposio; VI Simposio Internacional sobre Religiosidad, Cultura y Poder; 2016
Institución organizadora:
Universidade Salgado de Oliveira (UNIVERSO)
Resumen:
La Virgen del Carmen constituye una de las advocaciones más antiguas dela cristiandad. La advocación carmelitanaestá marcada por dos momentos históricos. Uno que se remonta a la época del ProfetaElías[1]en el siglo II a. C y otro que transcurre durante el siglo XII protagonizadopor un grupo de cruzados[2]que deciden quedarse en el Monte Carmelo y entregarse a la oración.  La presencia de laadvocación carmelitana en Chile aparece en la época colonial (s. XVII),vinculada a la orden de los agustinos en la ciudad de Concepción, por eseentonces el sur del Reino de Chile[3]. Estaadvocación según la historiografía ?oficial? chilena y la tradicional miradaeclesiástica- religiosa se vincula tempranamente a la movilización militar y sela presenta como una devoción fuertemente arraigada en la religiosidadcolectiva desde la época colonial con un culto generalizado en el mundo rural ypopular y que se convierte rápidamente en un elemento unificador y canalizadordel ?sentimiento nacional?, que se consolida en la Independencia y se galvanizaen las guerras del s. XIX. Es decir, la historiografía oficial identifica elsurgimiento de la ?nación? chilena y de la ?identidad nacional? como unaconstrucción emanada desde el Estado forjado secularmente en una cultura de lomilitar. Esta perspectiva establece una vertebración castrense que va desde laexperiencia colonial del ?Flandes indiano? (en la frontera ?indomable? con losindios mapuches), hasta las guerras y el nacionalismo belicista del siglo XIX,pasando por la amplia participación del mundo militar en la política borbónicay por la coyuntura fundacional de la Independencia[4]. Esta línea tradicionalque ve a la Virgen del Carmen como un pilar de la nación chilena y de loschilenos ha sido poco explorada por el mundo académico y los que lo hanrealizado no pueden desviarse de esas interpretaciones nacionalistas o eclesiásticas.Por ello me parece interesante mencionar el aporte del historiador ValenzuelaMarquéz, historiador colonialista chileno que hizo un análisis muy interesante sobrelos orígenes de la Virgen del Carmen en Chile y la consolidación de supatronato. Uno de sus planteos centrales es que la Virgen del Carmen, conocidaen el país trasandino como la ?Reina, Madre y Patrona de Chile?, se trató deuna devoción menor que recién adquirió protagonismo con el procesoindependentista de principios del siglo XIX. En esa línea el autor toma elpatronazgo oficial de la Virgen del Carmen como una emergencia discursiva yritual, funcional a un proyecto de construcción nacional que nace anclado en unconflicto armado y que ve a la futura nación como una proyección de los actores,actitudes y valores militares que allí triunfaron, vinculando de forma estrechael surgimiento del patronazgo con las acciones militares. Es decir, el autordespués de una revisión exhaustiva documental plantea que no sólo la advocaciónsurge con la Independencia sino que la desvincula de la devoción profesada enChile en la época colonial. En sus palabras: ?se trata de una virgen?importada? desde Mendoza, donde estaba asentado el ejército patriota antes decruzar los Andes, y donde ella era la patrona local. Es una virgen, por tanto, quenace para Chile en 1817 y su emergencia es esencialmente militar, pues esadoptada para proteger a los soldados y auspiciar las operaciones del bando queluego será el vencedor en la guerra? (Valenzuela Marquez, 2012:4).Esta forma de nombrar ala Virgen por Valenzuela como ?Virgen Importada? me llevo a pensar a laadvocación carmelitana como una advocación que tiene una impronta binacional enla que operaron a lo largo de tiempo diferentes dinámicas de resignificaciónque en esta oportunidad intentaremos compartir algunas líneas.  [1] El primero narra que durante el siglo II a. C Israelse encontraba con una importante sequia. Por tal situación el Profeta Elias seencontraba en el Monte Carmelo orando por su pueblo. En un momento de laoración, eleva su rostro al cielo y divisa una nubecilla pequeña donde viorepresentada a la Madre del Mesías. Luego, la nube se convirtió en lluvia yfecundó los campos. La nube fue el primer símbolo de la Virgen María como Madrede Dios. Con el tiempo, esta advocación se convirtió en la Virgen patrona de laorden de los Carmelitas, que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. [2] Durante el s. XII, nuevamenteel monte Carmelo adquiere protagonismo, cuando un grupo de cruzados,procedentes de Francia e Italia, eligen quedarse, entregarse a la oración enhonor al Profeta Elías que había vivido siglo atrás en ese mismo lugar y enhonor a la Virgen María construyen una capilla. En el año 1226 la Regla o Normade vida de la Orden de los Carmelitas, propuesta en 1209 por el Patriarca deJerusalén Alberto Avogadro, fue aprobada por el Papa Honorio III, bajo elpatronazgo de la ?Virgen del Carmen?. Luego, en el año 1251 un 16 de julio sele aparece la imagen de la Virgen del Carmen a San Simón Stock[2],un superior general de la Orden en Inglaterra, y le entrega sus hábitos y elescapulario, principal signo del culto mariano carmelita. De esta manera, laVirgen le promete liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido elescapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlosal cielo. [3] ?Laelite santiaguina no formaba parte de esta cofradía, ni tenia a esta advocaciónentre sus protectoras. Durante toda la época colonial, fue la Virgen delSocorro, asociada al convento de los franciscanos, la patrona oficial yprivilegiada de los habitantes de Santiago, con una cofradía integrada por losprincipales miembros de la élite local y los magistrados de la Real Audiencia.Sus primeras noticias aparecen recién a fines del siglo XVII y nunca setransformó en un fiesta de tabla, esdecir, de aquellas que prescribían la asistencia de las principales autoridadespolíticas y religiosas. En 1690 se instala en Santiago el convento de lascarmelitas descalzas en Santiago, que sin duda pudo haber contribuido a sudifusión, pero por su carácter de clausura, esa posibilidad debió ser más bienlimitada? (Valenzuela Marquez, 2012:15).[4] Valenzuela Marquez cita estas referencias bibliográficas:  Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX yXX, Santiago, Ediciones de la Ciudad, 1981; Marcos García de la Huerta,?Cultura de guerra?, Mapocho,Santiago, DIBAM, nº 44, segundo semestre 1998, pp. 93-103; Claudio Rolle, ?Losmilitares como agentes de la revolución?, en Ricardo Krebs y Cristián Gazmuri(eds.), La Revolución Francesa y Chile, Santiago, EditorialUniversitaria, 1990, pp. 277-301; Alredo Jocelyn-Holt, La Independencia deChile. Tradición, modernización y mito, Madrid, MAPFRE, 1992; François Chevalier, L?Amérique Latine de l?Independence à nos jours, Paris, Presses Universitairesde France, 1993 (2e ed.), p. 651. Para una perspectivacrítica frente a la identidad política de la participación popular en la guerrade la Independencia, ver Leonardo León, ?Reclutas forzados y desertores de la Patria: el bajo pueblochileno en la guerra de la Independencia, 1810-1814?, Historia,Santiago, nº 35, 2002.