CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

La muerte en vida

Una investigadora del CONICET analiza como la muerte aparente y la catalepsia fueron temas destacados en las obras de grandes autores de la literatura occidental de todos los tiempos.


“A veces el paciente se queda un solo día o incluso un período más breve en una especie de exagerado letargo. Está inconsciente y externamente inmóvil, pero las pulsaciones del corazón aún se perciben débilmente; quedan unos indicios de calor, una leve coloración persiste en el centro de las mejillas y, al aplicar un espejo a los labios, podemos detectar una torpe, desigual y vacilante actividad de los pulmones. Otras veces el trance dura semanas e incluso meses, mientras el examen más minucioso y las pruebas médicas más rigurosas no logran establecer ninguna diferencia material entre el estado de la víctima y lo que concebimos como muerte absoluta”, describe Edgar Allan Poe en un fragmento del cuento El entierro prematuro (1839).

La catalepsia es descripta en el diccionario Mosby de Medicina, Enfermería y Ciencias de la Salud como “un trastorno caracterizado por un nivel de consciencia semejante al trance y por rigidez postural. Aparece en la hipnosis y en ciertos trastornos orgánicos y psicológicos como la esquizofrenia, epilepsia e histeria”. Al cataléptico se lo describe como “relativo a una enfermedad mental caracterizada por el mantenimiento de posturas rígidas análogas a la cera”. Por otra parte, según el Diccionario Médico de la Universidad de Navarra, la catalepsia se define como “rigidez extrema, aumento del tono muscular y ausencia de la movilidad voluntaria, que constituye un síntoma de la catatonía”.

Para Ana María Risco, investigadora adjunta del CONICET en el Centro de Estudios Modernos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), lo atractivo del tema de la catalepsia reside en el miedo común a ser tomado por muerto estando vivo y con ello, en la posibilidad de ser enterrado con vida. Este terror tan extendido ha sido registrado en la literatura de hace varios siglos atrás.

“En un trabajo realizado en conjunto con el investigador adjunto del CONICET, Marcelo Martino, hemos encontrado y analizado referencias literarias a la muerte aparente en la literatura latina del mundo antiguo. Podemos mencionar a Plinio el viejo (siglo I d.C.), Valerio Máximo (siglo I d.C.) y Apuleyo (siglo II d.C.), entre otros. La temática se encuentra asociada con las inhumaciones prematuras y la preocupación por declarar la muerte de alguien vivo, presente en los tratados médicos de épocas posteriores”, explica la investigadora.

Risco destaca que en la obra “Historia Natural” de Plinio el viejo se recopilan casos concretos de muerte aparente y que el autor utiliza elementos ficcionales al narrarlas. “Esta característica muestra la complejidad del género Historia en que se adscribe Plinio, que resulta ser más bien un compendio enciclopédico donde son borrosos los límites entre lo real y lo fantástico”, dice.

Esta delgada línea donde las fronteras entre el lenguaje académico y el lenguaje ficcional se difuminan también es un elemento habitual en la literatura denominada ’gótica’ entre fines del siglo XVIII y principios del XIX.

“En este tipo de literatura las historias sobre catalepsia, entierros prematuros y muertos vivientes conviven con relatos de seres espectrales de diverso orden. Muchos de estos relatos toman prestadas discusiones del mundo científico, de los avances de la época, y discurren en fantasías que en muchas oportunidades tienen o bien un fin moral aleccionador, o bien simbolizan algún tabú social de la época. En este sentido, un claro ejemplo de la literatura norteamericana del siglo XIX es Edgar Allan Poe, famoso por su acercamiento y empleo del discurso científico de la época. El mesmerismo (método terapéutico también conocido como magnetismo animal, postulado por Franz Mesmer), la catalepsia (trastorno repentino en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad y de la sensibilidad del cuerpo), etc., son tópicos recurrentes en su obra”, describe la investigadora.

La científica también ha encontrado varias referencias al tema en Argentina. La muerte aparente suscitó gran interés no solo en la literatura nacional sino en otros ámbitos como el periodístico e incluso en el sector turístico.

“Existen textos que mencionan casos de entierros prematuros como prácticas frecuentes en épocas de pestes en la Europa de los siglos XVII y XVIII como el del español Martin Ballarin de 1867, Los enterrados vivos, también circularon en el espectro cultural argentino. La prensa periódica da cuenta de ciertos detalles similares, constatable en sus páginas en épocas de pestes, como por ejemplo en diarios tucumanos de fines del siglo XIX. También se encuentran referencias a los entierros prematuros en guías turísticas como la de Diego M. Zigiotto (2009), Las mil y una curiosidades del Cementerio de la Recoleta, y existen recreaciones literarias, como la de María Rosa Lojo (2012), La hora de secreto, elaborada a partir del conocido caso de Rufina Cambaceres, la hija del escritor, quien fuera declarada muerta tras un ataque de catalepsia en 1902”, afirma Risco.

Por Alejandro Cannizzaro. CCT CENPAT.