2017 - AÑO DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES

Investigadores del Consejo destacaron la importancia de desarrollar fuentes de energéticas alternativas

Son científicos cuyos trabajos colaboran en la búsqueda de reducir los gases de efecto invernadero.


A partir de un decreto presidencial fechado el pasado 3 de enero, el 2017 fue declarado “Año de las energías renovables”. El cuerpo de la normativa hace referencia al establecimiento del “Régimen de Fomento Nacional para el Uso de Fuentes Renovables de Energía Destinada a la Producción de Energía Eléctrica”, el cual plantea entre sus objetivos que para el 2025 este tipo de fuentes alcancen el 20 por ciento del consumo a nivel nacional.

Entre los beneficios que se espera alcanzar mediante el fomento de las energías renovables se destacan la reducción de las emisiones de gases nocivos para el medio ambiente asociados a la quema de combustibles fósiles, la seguridad energética implicada en el hecho de no depender de otros países para su suministro y la creación de empleos locales calificados para la instalación, fabricación y mantenimiento de equipos y componentes.

En este sentido, Científicos del CONICET que participan en investigaciones, desarrollos e iniciativas, que justamente tienen por objetivo la consecución de fuentes de energía limpia, se pronunciaron a favor de la necesidad de impulsar la búsqueda de comenzar a modificar una matriz energética aun demasiado dependiente de fuentes no renovables.

Ernesto Calvo, investigador superior del CONICET y director del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medioambiente y Energía (INQUIMAE, CONICET-UBA) que tiene entre sus objetivos principales la realización de investigaciones en química básica aplicada al desarrollo de energías renovables, quien trabaja junto con su equipo en el desarrollo de baterías de litio-aire para vehículos eléctricos, opinó:

“En América del Sur, la producción y almacenamiento de energías renovables no sólo constituye una alternativa sustentable al uso bienes limitados como los hidrocarburos, cuya quema además contribuye al calentamiento global a través de la emisión de gases de efecto invernadero, sino también una posibilidad para llevar la electricidad a las 30 millones de personas en esta región que hoy carecen de ella por habitar zonas remotas. Una parte de la electrificación rural remota puede cubrirse con paneles solares y almacenarse en acumuladores eléctricos, como las baterías de litio que nosotros desarrollamos en el INQUIMAE”.

El químico además destacó que, coincidentemente con el “Año de las energías renovables”, en marzo de 2017 la Sociedad Internacional de Electroquímica (ISE) tendrá una reunión temática en Buenos Aires sobre “Avances en sistemas electroquímicos de litio e hidrógeno para la conversión y el almacenamiento de energía” que juntara un importante número de expertos internacionales para comunicar sus logros y discutir aspectos científicos en relación con esta temática.

Fabiana Gennari, investigadora principal del CONICET en el Centro Atómico Bariloche de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CAB, CNEA), quien obtuvo en noviembre del 2016 el premio L´Oréal-Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia” gracias al desarrollo de materiales y procesos para posibilitar tanto la producción de hidrógeno –que es una fuente energética limpia- a partir de energías renovables como el viento o el sol, como su almacenamiento de forma eficiente y segura, expresó:

“Que el 2017 sea declarado el año de las energías alternativas es una satisfacción. La matriz energética de Argentina está basada en combustibles fósiles cuyo empleo masivo tiene un efecto negativo sobre el medio ambiente y la salud de la población. Cumplir el compromiso asumido por Argentina de aumentar a un 20 por ciento la contribución de las energías alternativas para el 2025, implica promover el empleo de energías limpias que hoy son desaprovechadas. La naturaleza intermitente de alguna de estas fuentes ha retrasado su implementación; el hidrógeno como vector energético resulta una alternativa a este inconveniente. Más allá de estos cambios en la matriz energética, que serán necesariamente graduales, es necesario reflexionar sobre cómo consumir de una forma más eficiente y cómo reducir o eliminar la emisión de gases responsables del efecto invernadero”.

Eugenio Otal, investigador adjunto del CONICET en la Unidad de Investigación y Desarrollo Estratégico para la Defensa (UNIDEF, CONICET-Ministerio de Defensa), quien participó en el desarrollo de un fotocatalizador de alta eficiencia que se apunta a que pueda servir para obtener hidrógeno a partir de rompimiento de moléculas de agua, manifestó:

“Si bien la quema de combustibles fósiles contribuyó a mejorar el bienestar de la humanidad al reducir el esfuerzo físico de las tareas rutinarias y los tiempos de traslado, este tipo de fuentes tienen el inconveniente de introducir cambios en el medio ambiente, ser finitos y no poder localizarse en todas partes. Las energías alternativas plantean un sistema de producción sustentable y deslocalizado, el sol brilla y el viento sopla en todo el planeta, cada país puede tener su propio desarrollo energético, independientemente del entorno geopolítico y sus recursos. La decisión de declarar 2017 como el año de las energías renovable es una excelente iniciativa en el momento de madurez de la sociedad para adoptar el cambio”.