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Cuando la pasión y el compromiso de la ciencia empoderan a una comunidad

Un equipo de investigadores del CONICET junto a personal de distintas áreas de la Universidad Nacional de Mar del Plata, el INTI, el INTA y el municipio de Balcarce llevan adelante un proyecto para generar energía en la comunidad de Los Pinos utilizando desechos agropecuarios.


Hay proyectos de investigación que toman fuerza y pasan del papel y de años de estudio a lo material, a la comunidad, a la política, a lo cotidiano. Para eso, se necesita sinergia, trabajo en equipo, transdisciplina y un tema que una.

La comunidad de Los Pinos, a 16 kilómetros de Balcarce, provincia de Buenos Aires, sumaba todo: contaminación ambiental, problemas energéticos, un municipio dispuesto y una investigadora comprometida que decidió ponerse al hombro con mucha pasión un proyecto de gran impacto para los 337 habitantes…y para muchos más.

Mercedes Echarte es investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con lugar de trabajo en la Estación Experimental Agropecuaria Balcarce del Centro Regional Buenos Aires Sur del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Nacida en Balcarce, vive allí con su familia luego de 18 años de estudiar y trabajar en Buenos Aires. Conoce sus calles, su gente y sus problemáticas. Y fue todo eso, sumado a su conocimiento del contexto ambiental de la Argentina y la provincia de Buenos Aires, lo que la motivó a presentar un proyecto ante la convocatoria del Instituto Alemán Wuppertal, para financiar a través de su iniciativa Wisions, una Unidad de Demostración de Biogás para el desarrollo de Energía Rural Sustentable.

Lo novedoso de las implicancias de este proyecto no es sólo la generación de biogás a través de los desechos de aves y cerdos, o que se unieron el municipio, la academia y la comunidad, o que los colegios de la comunidad presenten proyectos a nivel nacional para replicar la experiencia, sino que, además de todo esto, los habitantes de Los Pinos formaron una Cooperativa para poder darle sostenibilidad en el tiempo, demostrando interés, compromiso, deseo de mejora y apuesta al futuro.

“La vida sin energía no podría ser posible, es indispensable para el desarrollo humano en la actualidad” indicó Echarte en la presentación del proyecto que se llevó a cabo frente a un nutrido auditorio en el Área de Agronomía de la Estación Experimental Agraria Balcarce y que contó con la presencia de Willington Ortiz, referente de Wuppertal, miembros de la comunidad de Los Pinos, autoridades municipales y gran parte del equipo de investigación.

La matriz energética de la Argentina es en un 85 por ciento petróleo y gas natural, mientras que en la provincia de Buenos Aires el cien por ciento de la energía es importada: “No somos generadores de energía renovable y las áreas rurales tienen el mayor problema por el poco acceso a la distribución energética”, afirma Echarte. Otro dato interesante: el 80 por ciento de los lugares poblados del país son “pueblos rurales”, pero las comunidades van perdiendo cada vez más habitantes por el poco acceso a la energía, las bajas oportunidades laborales en el campo y los bajos ingresos. Al no tener calidad de vida, hay una gran migración a las grandes ciudades.

Al mismo tiempo, en la provincia de Buenos Aires existe la problemática ambiental generada por residuos pecuarios ya que hay poco control del tratamiento de efluentes lo que genera contaminación del agua, del suelo y del aire. Para los productores rurales esto suele ser un gran obstáculo ya que enfrentan multas y riesgos de clausura permanentes.
La situación de Los Pinos es muy parecida a la de muchas comunidades rurales. “Por supuesto, la provincia de Buenos Aires tiene un gran potencial para la cría de animales y hay que apoyar esa actividad. Esto es una forma de ayudar a los productores a resolver la situación de sus residuos de manera favorable para el medio ambiente y la comunidad. La población de Los Pinos genera una gran cantidad de biomasa y faltaba una herramienta que lo transforme en algo útil”, comenta Mercedes.

La suma de todos estos elementos es la razón del éxito del proyecto que lidera la “Dra. Achi” como es conocida en su grupo de trabajo y en la comunidad de Los Pinos: la generación de energía con biogás es la solución para diferentes problemas. Y para esto se está realizando la construcción de una planta demostrativa de 100 metros cúbicos que suministrará de manera directa el 10 por ciento de la energía requerida por la población.
La planta contará con un biodigestor, que es un recipiente que funciona en condiciones de anaerobiosis, es decir en ausencia de oxígeno. La alimentación es cotidiana con una mezcla de residuos de cerdos y de aves y cuenta con un primer piletón de mezcla donde los residuos se homogeneizan. A través de una bomba se envía el material al biodigestor, donde permanece entre 20 y 30 días. Luego de esa etapa de degradación de la materia orgánica, se quita el barro semidigerido (que se utiliza como fertilizante). En ese camino se genera el gas que se recupera de la parte superior del recipiente, se acondiciona el gas para uso humano y luego se envía a través de una red a los domicilios para ser utilizado por los vecinos.

“En el equipo hay agrónomos, sociólogos, ingenieros, veterinarios, psicólogos, economistas y todo esto hizo que se generen dimensiones muy interesantes a la hora de llevar a cabo el proyecto. Hicimos charlas, choripaneadas, nos acercamos para que la comunidad conozca el proyecto y lo tome como propio. Y así sucedió”, explica Mercedes.
La cooperativa, que se encuentra en plena formación, está compuesta por más de 20 habitantes de Los Pinos. Ellos mismos serán los que provean el servicio y mantengan la planta. Pero el grupo que acompaña tiene más de 50 personas, porque dicen “es un proyecto que contagia”.

“Yo creo que lo que convoca es el objetivo, no importa quién lo lleva adelante. Se alinearon una serie de circunstancias para que el objetivo sea factible de cumplir y que con un tanque de concreto termines resolviendo varios problemas simultáneos”, agrega Mercedes.

Y cierra la entrevista afirmando: “Llega un momento para más de un investigador en que tiene que salir del laboratorio y poner el cuerpo a través de prestar un servicio en la comunidad en que está inserto. A nivel personal, este proyecto significó un gran aprendizaje que tiene consecuencias e impactos no muy fáciles de medir, tuve una gran metamorfosis humana y profesional. Y deseo con todo mi corazón que esto continúe y crezca”.

Sabrina Aguilera – CCT CONICET Mar del Plata