CONVENIO ENTRE ARGENTINA Y BRASIL

El megatelescopio LLAMA en camino a la puna salteña

El proyecto está coordinado por científicos y tecnólogos del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) del CONICET La Plata


Llegada al país proveniente de Europa en agosto de 2017, la protagonista del ambicioso proyecto astronómico LLAMA (Large Latin American Millimetre Array) ya emprendió viaje hacia su destino final: el cerro Vecar, en el paraje salteño Abra Alto Chorrillos. Se trata de un gigantesco telescopio y su antena desarmados, que arribarán en los próximos días a una plataforma a 4.825 metros sobre el nivel del mar, sitio en el que quedarán instalados definitivamente. Cinco meses atrás, las piezas que componen esta estructura metálica de 120 toneladas de peso habían llegado al complejo portuario Terminal Zárate, donde debieron quedar alojados hasta tanto se completara el proceso de licitación pública para su traslado a la provincia del norte.

 

Finalmente, la titánica tarea quedó en manos de la empresa LTN (Logística y Transporte del Norte), que dispuso 19 vehículos en total. Los camiones más grandes son siete y llevan las cargas especiales, piezas sobredimensionadas que miden más de la mitad de la calzada y obligan a interrumpir el tránsito. En una caravana encabezada por una camioneta con señalización que va abriendo camino, partieron el jueves 11 de enero y se espera que el itinerario demore unos diez días, teniendo en cuenta que viajan a 35 kilómetros por hora y no pueden hacerlo de noche ni con lluvia.

 

Por su parte, el resto de la antena partía hoy –viernes 19- en once camiones de contenedores  que se estima llegarán al pie del cerro el mismo día que los primeros, para entonces comenzar todos juntos el ascenso por un camino de acceso de seis kilómetros especialmente trazado. Un día y medio después habrán alcanzado la cima, donde las piezas serán descargadas con ayuda de una monumental grúa capaz de levantar más de 50 toneladas de peso. Allí será momento de aguardar mientras se construyen los cimientos para la antena. “Es el equivalente a la base de un edificio, de unos 8 metros de diámetro. Se trata de una obra muy delicada, porque no admite que haya pendiente”, explica Juan José Larrarte, profesional principal del CONICET en el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR, CONICET-UNLP-CICPBA) y colaborador del proyecto.

 

En rigor de verdad, la principal complicación para esta obra será otra: el clima. “El proceso de hormigonado de cualquier estructura requiere determinadas condiciones ambientales ya que las temperaturas extremas, humedad y vientos pueden producir alteraciones tanto en el concreto fresco como en el endurecido. Al tratarse en este caso de una geografía con amplitudes térmicas tan grandes, va a ser necesario cubrirlo con construcciones tipo ‘domos’ que mantengan el lugar entre los 5 y 25 grados centígrados todo el tiempo”, apunta el especialista, y agrega: “Lo ideal sería tener la base terminada para comienzos del otoño”. Recién entonces se procederá a ensamblar las partes, entre ellas los 264 paneles que forman la parábola de la antena, que una vez armada tendrá 12 metros de diámetro y movimiento en todas las direcciones.

 

Cabe recordar que el proyecto LLAMA surgió por un convenio firmado en 2014 entre el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCyT) y la Fundación para la Ciencia del Estado de San Pablo (FAPESP, Brasil). La construcción del aparato estuvo a cargo de la empresa alemana Vertex por un valor de 8 millones de dólares costeados por la contraparte brasilera, en tanto la inversión argentina alcanzará un monto similar en materia de infraestructura y adecuación de los espacios que ocupará la antena. El sitio se completará con un pequeño centro de control a la misma altitud, y uno de operaciones que estará ubicado en la localidad de San Antonio de los Cobres, a unos 20 kilómetros de la base del cerro.

 

Investigadora independiente del CONICET en el IAR y responsable del proyecto por la parte argentina, Cristina Cappa explica que LLAMA permitirá hacer observaciones en las bandas de longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, lo que implica la posibilidad de estudiar materia que no se puede advertir por medios ópticos. La altura de la zona y la extrema sequedad del ambiente son factores clave para que un telescopio de estas características pueda operar, ya que la disminución de la presión atmosférica y el vapor de agua facilitan la detección de moléculas en el espacio.

 

“Son unas 200 las moléculas que se han detectado, y se estima que hay otras 500 por conocer. Las hay orgánicas, como azúcares o aminoácidos, y también inorgánicas, que participan en el proceso de formación de las estrellas”, señala la experta, y se entusiasma: “El telescopio va a servir para numerosas líneas de investigación, desde por ejemplo estudios generales de gas en nuestra galaxia y sus movimientos, hasta planetas del sistema solar y extrasolares. Contar con el telescopio en territorio nacional le abrirá a la Argentina muchas posibilidades, en primer lugar porque ya no será necesario viajar hacia otro país para poder trabajar con instrumentos similares, y también por el enorme aporte de conocimiento que significará el aprender a manejar una tecnología tan sofisticada”.

 

Por Mercedes Benialgo

 

Sobre investigación:

 

Cristina E. Cappa. Investigadora independiente. IAR.

Juan J. Larrarte. Profesional principal. IAR.